viernes, 4 de diciembre de 2015

14. Con Antonio Ledezma

El chirriar de los grillos
Crónica de un viaje a Venezuela en 15 entregas
Noviembre de 2015

Antonio Ledezma

De acuerdo con la agenda de esa mañana, hay una cierta posibilidad de que la misión del parlamento pueda visitar en su casa al alcalde electo de Caracas, en arresto domiciliario. Con ese objeto, el sábado a primera hora, los componentes de la delegación nos encontramos en el espacio previo al apartamento en el que viven Mitzy y Antonio.
Esperamos a que el servicio de seguridad compruebe nuestros pasaportes y Mitzy nos explica que su marido no puede salir de su casa, ni siquiera asomarse por la ventana.
Recibimos la autorización. Solo 15 minutos, nos piden.
Mitzy Capriles atiende a los eurodiputados
Los primeros en entrar seremos la embajadora de la UE y yo mismo, el ascensor no da para más de tres personas. La puerta metálica se abre hacia el recibidor del apartamento. De una cierta penumbra, emerge la figura de Antonio Ledezma. Está bastante más delgado que en las fotos del libro que un día me regaló Mitzy. Y una corta barba, que ya blanquea, acentúa la impresión de envejecimiento.
Nos damos un abrazo. Y Mitzy nos conduce al salón, que apenas tiene solución de continuidad con el hall de una vivienda que, por otra parte, está decorada con gusto y maneras clásicas, desde las butacas hasta los cuadros colgados en sus paredes.
Nuestra conversación, a la espera de que lleguen mis compañeros, es breve. Ledezma tiene una voz bien timbrada y de registros graves.
Llegan Ramón Jáuregui y Gabriel Mato. Instalados todos, Ledezma nos hará una relación de los acontecimientos que produjeron las condenas de Leopoldo López y de él mismo, de cómo una manifestación pacífica terminaría con resultados dramáticos en términos de vidas humanas y de un endurecimiento progresivo del régimen.
Tenía el presagio de lo que ocurriría: «tú irás a la cárcel», dijo a Leopoldo. «María Corina seguirá de alguna manera su estela y yo seré solidario con vosotros».
Y así ocurriría. Al principio, él y López estaban juntos en el mismo presidio, aunque los chavistas se darían cuenta muy pronto de su error, dos emblemáticos presos políticos no podían compartir el mismo patio de la prisión.
Ledezma está en su casa porque le empezó a crecer una hernia que sus carceleros temían que explotara.
Muy puntual como siempre, Aude-Maio Coliche, nos llama la atención respecto del horario. Mitzy nos asegura que los policías son laxos en cuanto al tiempo que se concede a las visitas. Llaman a la puerta para avisar que ha llegado la hora. Pero debemos llegar el aeropuerto al menos con dos horas de antelación. De modo que no tenemos otro remedio que salir hacia Panamá —donde haremos escala— y luego Madrid.
Las despedidas son siempre dolorosas. Lo son más seguramente para ese hombre secuestrado ahora en su casa que contiene su emoción en el abrazo a la vez que nos entrega una estampa con la imagen de Jesús glorioso y resucitado.
Abandonamos su casa. Antonio, alcalde electo de Caracas, vive un triste exilio político, social y personal. El exilio de un hombre que se ve recluido en su casa y conecta su receptor de televisión para escuchar las permanentes invectivas que recibe del gobierno de su país, de su presunto gobierno. Pretendiendo que él es un asesino.
Atormentado por esa mentira repetida cientos y millares de veces, Ledezma agradece la visita y el apoyo. Y su voz se une de manera muy particular a la del rosario de voces que nos han acompañado estos días. Voces que nos piden justicia y que se emiten desde la dignidad insobornable de hombres y mujeres libres.
¡Ojalá el 6 de diciembre Venezuela adquiera el derecho a una oportunidad para la convivencia!

(PRÓXIMA ENTREGA: 15. El comunicado final)

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