sábado, 9 de abril de 2016

Rajoy, notario mayor del Consejo Europeo

 

 ¿RESUELVE EL TIEMPO NUESTROS PROBLEMAS?

Publicado originalmente en El Mundo Financiero, el 6 de abril de 2016

Llegó a un Congreso al que ya abiertamente desprecia el Presidente del Gobierno en funciones, y nos aburrió de manera solemne, igual que hacen los notarios —es el trabajo de estos— cuando nos advierten de las cautelas legales a aplicar a nuestros propósitos, cuando pretendemos que queden elevados a escritura pública. En eso ha quedado el Rajoy que se evade del Parlamento y que incluso instruye a sus ministros a que no comparezcan. Dos por el precio de una: tenía que haber comparecido dos veces, una por Consejo Europeo, pero lo ha hecho una y ha exigido a sus ministros que no lo hagan. Y es que Europa se mueve en tanto que la España oficial sestea. Y, mientras tanto, el presidente ejerce de notario de ese organismo comunitario.

Le va bien a Rajoy eso de haberse acogido al inexistente derecho a no comparecer, eso de decir que como este Parlamento no ha elegido a ese gobierno, nada tiene que demandarle. Le va bien para dormir, para no tomar decisiones y esperar a que el tiempo resuelva sus problemas, no nuestros problemas, los de todos los españoles. El más puro de los rajoys que hemos conocido y conoceremos, sin duda.

Decía que ejerce de Notario Mayor del Consejo Europeo, porque el presidente se afanaría en la sesión del 6 de abril en contarnos lo que acontece en esas reuniones, de forma acumulativa, desde luego —no hay por qué gastarse en demasía—, escondiéndose en la máxima que la regla de la unanimidad nos exige aprobar lo que se acuerde en el Consejo o, de lo contrario, saldríamos mal en la foto, apareceríamos como unos políticos irresponsables.

Eso sí, como esos notarios que, en cumplimiento de su obligación, nos imponen las reglas que se aplican, Rajoy nos aburría el miércoles 6 con una relación de hechos en los que, además del Brexit, incorporaría los acuerdos con Turquía (preacuerdo, acuerdo y postacuerdo), el Semestre Europeo y otras cosas que le dejarían caer otros portavoces. Mejor así, cuantos más asuntos, más proceloso, más cansino... Mejor, así nadie le volverá a pedir que comparezca.

Y eso que la comparecencia no es una opción, sino una obligación. El gobierno estará en funciones, pero el Parlamento no. Y los asuntos del mundo siguen en marcha, los europeos o los mundiales, porque España, además, es miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Y también sigue viviendo la economía española, la sociedad española... Y el Parlamento debería convertirse en el eje democrático que adopte las decisiones que no deban esperar, las que cuenten con el consenso suficiente.

Y eso que también los asuntos que planteaba la comparecencia de ese notario de los acuerdos políticos europeos tenía su importancia. El Brexit y el acuerdo con Turquía sobre los refugiados. Nada menos, porque se trata de dos puntos definitorios de la nueva vergüenza europea. El primero, porque nos lleva a una Europa a la carta, que podrán seguir los euroescépticos y eurófobos que infestan nuestros países. Un pasaje por el que discurran los Marine Le Pen, Geert Wilders, Viktor Orban y tantos otros más. Una Europa a la carta que transforme la máxima de «una Europa cada vez más estrecha», que dice el Tratado, en papel mojado.

Y el acuerdo con Turquía que podría cumplir en la forma el mandato recibido por el Gobierno en funciones del Parlamento constituido, pero que no ha despejado nuestras dudas, antes al contrario. ¿Es Turquía un tercer país seguro, en el que se respetan los derechos humanos y se garantiza una acogida digna de los refugiados? Las imágenes que nos devuelven los telediarios, de policías turcos disparando contra personas que pretenden arribar a ese país, matando a adultos y niños, no nos permite ser en exceso optimistas. ¿Se respetará el mandato que exige que no existan devoluciones en caliente? Nada permite pensarlo: más allá de un examen rápido y sin derecho a recurrir, todo parece que la fórmula consiste sólo en una subcontratación a Turquía de un problema europeo. ¿Cumplirá España con los cupos asumidos por nuestro país en reasentamiento y reubicación? Nada de eso tampoco parece que se vaya a producir: ya Rajoy nos daba fe de que ningún país europeo cumple —quizás con la excepción de Alemania, claro—, ¿por qué España había de resultar diferente?

¿Y qué iniciativas ha adoptado el Gobierno español en esos Consejos? Rajoy afirma que muchas. Pero él es el único notario de eso.

Veremos así cómo se reproducen en las imágenes de nuestras televisiones los testimonios de un espanto. Imágenes que un presidente en funciones no ha querido contarnos, porque tampoco las han visto ellos en los Consejos Europeos, no fuera que les amargara la cena a destiempo que en esas reuniones siempre se celebran.

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