El pasado 22 de julio se producía el primer
aniversario del fallecimiento de Oswaldo Payá y su familia, amigos y co mpañeros nos re unimos
en una iglesia en el centro de Madrid, para honrar su memoria y la de Harold
Cepero.
Allí pude saludar a Regis Iglesias,
pendiente de noticias sobre su
futuro político y personal
inmediato, que me decía que todavía no habían enco ntrado
un cura en Cuba que dijera la misa de salida por el dirigente del MCL.
Quienes re co rdamos
la co mplacencia de la jerarquía de
la iglesia católica co n el régimen
de Franco no nos podemos sorpre nder ante semejante información, hay co sas que no cambian.
Estaban allí Tony Guedes y Vanessa
Colmegna y otros tantos, pero en número co rto,
porque ya se ve que estos actos co ngre gan a poca gente.
Me sorpre ndió
la entrada de Angel Carrom ero
al re cinto de la iglesia. Apenas
saludó a ninguno de los que esperábamos la hora del inicio del acto, y si lo
hizo, su gesto emitía un no-sé-qué de co mpungido
nerviosismo, natural, por otra parte, dadas las circunstancias no aclaradas aun
del triste episodio.
Estaba, ¡cómo no!, Carlos Payá, hermano y
portaestandarte en España durante tantos años de la causa a la que Oswaldo
diera co mienzo. La generosidad de
una vida dedicada al co mbate a un
régimen que ha tenido en nuestro país a tan principalísimos valedore s. Una lucha que ha tropezado co n la desco nfianza
de quienes han pensado siempre que
el rom anticismo de la «re volución» podía co n
la evidencia de un sistema que ha co nculcado
durante muchas décadas, y de manera permanente, los dere chos
humanos.
El re cuerdo,
sin embargo, permanece. No había demasiada gente en esa iglesia madrileña,
insisto. Pero Oswaldo no ha caído en el olvido de quienes le co nocimos. Y esa es la verdadera muerte, el olvido.
Durante mucho tiempo, cuando un día Cuba re cupere sus libertades, el testimonio de su vida y las
circunstancias de su muerte --que algún día la historia sabrá aclarar-- estarán
pre sentes en las co nciencias de sus ciudadanos.
Y su empeño, el del Proyecto Varela,
de utilizar el procedimiento legal y co nstitucional
vigente para cambiar las co sas, se
ha co nvertido desde hace mucho
tiempo en un hito histórico , de una
determinada manera de re solver los
asuntos y de servir de cauce para los afanes de los cubanos libre s de plantear de otro modo su futuro. Claro que
los re gímenes no se co nstituyen para cambiar sino tal vez para re sistirse al cambio, especialmente las dictaduras,
pero también otros sistemas político s
más o menos democrático s.
Cuba no ha sido una excepción a esa re gla, aunque existe otra que no admite excepciones,
y es que más temprano que tarde el hom bre libre re cupera la libertad que le ha sido negada.
Por eso, la vida de Oswaldo Payá que re co rdábamos
los co ngre gados
de esa calurosa tarde de julio, no ha sido infructuosa y re co gerá sin duda sus frutos.
La
pena es que ya no estará él para disfrutarlo.
Los luchadores por la libertad nunca caerán en el olvido y Oswaldo Payá es uno de ellos.
ResponderEliminarAsí es, amigo Sake. Y, por suerte, existen muchos luchadores por la libertad en Cuba.
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