Una
vez más —y la
cosa va para largo,
desde luego— debo
referirme al
escándalo de la situación que se vive en el Sahara Occidental.
Como responsable
de UPyD en el ámbito exterior de este partido me he referido muchas veces a que, cuando Rosa Díez,
en los momentos fundacionales de
esta formación política, me encargó de su acción exterior, me encontré con
la reclamación de la población de la
antigua colonia española encima de
mi mesa como algo que ya estaba
planteado.
Se
trataba de apoyar el efectivo ejercicio del derecho
de autodeterminación del Sahara, diferido desde el vergonzoso abandono español
en los años 70, con el dictador
moribundo y el padre del actual rey de Marruecos
organizando la llamada «marcha verde», escenificación de aquel episodio que no
pasará precisamente a la historia de
nuestras glorias por la dejación de nuestras responsabilidades
que el abandono a su suerte de los saharauis suponía esta decisión. Carlos
Rey —hoy responsable del área de trabajo relativa
a los países árabes dentro del grupo de trabajo Internacional de UPyD— fue el autor de esta feliz iniciativa.
Ha
pasado mucho tiempo desde que España abandonara a los saharauis a su suerte, y
en esas largas décadas, hemos visto hasta una guerra entre
los saharauis y Marruecos, la construcción por este Estado de un verdadero muro
fortificado de la vergüenza, las constantes
violaciones de los derechos humanos,
las dificultades de los saharauis en los campamentos de Tinduf —que una
delegación presidida por Rosa
Díez visitaría—, los trabajos del gobierno de la RASD por
desarrollar nuevos asentamientos en las climatológicamente hostiles zonas recuperadas al invasor... Hemos visto de todo, y en
ese todo, hemos visto muy poco a España.
Nuestro
país mantiene la condición de
potencia administradora —de iure
de los territorios que actualmente ocupa Marruecos
y de los que administra el Polisario—, pero se diría que su acción sobre el terreno
ha pasado de un tiempo a esta parte, de manera especial en cuanto a los
gobiernos de Zapatero y al actual, a ponerse de perfil y seguir más a
los intereses de nuestro vecino
francés —que siempre protegerá al reino alauí— que a los nuestros.
Algunos
pueden pensar que nos conviene, y
mucho, no molestar a nuestro vecino del sur, porque este dice contener esa extraña e incontrolable
ola de terrorismo islámico que
invade a los países occidentales. Yo desde luego que no aspiro a plantear,
desde una modesta entrada en un blog, una tesis doctoral sobre este terrorismo, sus orígenes y sus consecuencias. Pero sí le pongo muchos peros a esa
idea y, mucho más que eso, diría simplemente que no a que los intereses de España consistan
de forma concreta
en llevarse bien con Marruecos a cualquier precio.
Y
es que hay muchas maneras de llevarse bien con
los países vecinos —que, no lo olvidemos, siempre
resultan conflictivas—.
Una de esas formas consiste en
actuar desde la diplomacia tranquila
y condescendiente ante la arrogancia
permanente del vecino. Se trata de una de las maneras de actuación posible,
pero no de la mejor, en mi opinión; porque las más de las veces, el vecino
pensará que esa actitud obedece al temor que siente aquel de no molestarle: como consecuencia,
se crecerá y continuará
amenazando al país que quiso actuar de la forma más sensata.
Creo que España ha llevado sus relaciones con
Marruecos desde esta actitud.
Pero la experiencia, incluso la reciente,
nos indica que con esas políticas,
el reino vecino se crece, multiplica sus exigencias y nos inunda de
inmigrantes indocumentados. Basta con recordar
la operación española de julio de 2002 sobre
el islote de Perejil para demostrar
que existe otra manera de desarrollar las relaciones
entre los países vecinos.
Lamentablemente,
la estrategia de nuestro gobierno no parece
reconducirle
a esos parámetros, siquiera estos fueran puestos en práctica por un gobernante
de su mismo partido...
Pero, sobre este asunto ya volveremos en alguna otra ocasión.
Yo formé parte de la tripulación del último barco de guerra español que salión del sur del Sáhara, y puedo decir que nuestra actitud fué la de abandonar a nuestros hermanos saharauis a su suerte y dejarlos en manos de la barbarie y los abusos de Marruecos.
ResponderEliminarSeguimos sin rectificar y lo hacemos por miedo a Marruecos y éso nunca puede ser bueno.
Así es Sake. Su experiencia y la de tantos otros es imprescindible pata que el recuerdo permanezca siempre.
EliminarA aquellos que se empeñan en afirmar que es mejor ser pragmáticos, y dejarse de idealismos con el tema saharaui, les respondo siempre que, incluso, siendo prácticos, sería más interesante para España un Sahara independiente que un territorio subyugado a la babucha de Mohammed VI.
ResponderEliminarLas razones son muy variadas y mucho más convincentes, empezando porque sería un país con una tradición democrática más asentada que el propio Marruecos (el gobierno del Polisario es un ejemplo de participación digno de imitar por muchos países de la zona, con un nivel de respeto por las mujeres rara vez visto en un país árabe, y una capacidad de organización interna encomiable, a la vista están los campamentos de Tindouf, con sus escuelas, hospitales, órganos cívicos de representación, etc).
Por otra parte, los recursos naturales, —que ahora explota Marruecos como si fueran suyos, con la permisividad de muchos países de la UE—, darían a los saharauis una capacidad de progreso y autosuficiencia más que considerables, y si España estuviera decididamente de su lado, seguro que podría aspirar a ser un socio privilegiado del comercio con la RASD.
Y así sucesivamente.
Todo esto, sin entrar en cuestiones que puedan parecer románticas, o de activismo trasnochado, como ese "pequeño detalle" de los atropellos a los DD.HH. o los encarcelados de por vida en prisiones de Marruecos.
Voces como la de Fernando Maura y UPyD tienen que mantenerse firmes en esta pugna. Gracias.
Gracias por tu comentario, Antuan. Volveremos sobre este asunto.
EliminarHola Fernando.
ResponderEliminarUna vez más los intereses y las relaciones entre ambos paises y territorios priman ante los intereses de los ciudadanos, esto es una constante, abandono y falta de promesas...en este caso "es una herida mal cicatrizada" partimos de un permanente estancamiento de derechos de los ciudadanos saharauis y su autodeterminación y lo que es peor cada día se va agravando más, pero que fue de su identidad como ciudadanos españoles, que fue de eso? siempre he entendido que quedaron expatriados allí a merced de Marruecos. Si no pueden votar como saharauis ¿lo podrían hacer los españoles por derecho por ellos? . Como español esta sería una de las consultas nacionales a las cuales me apuntaría sin vacilar, luchando por el derecho de otros ciudadanos que quedaron sin territorio y abandonados por nuestro Pais. La diplomacia en este caso sería forzada a moverse de sus posiciones así abrir sanar la herida de una vez por todas. Se que es una locura, una utopía pero el juego de pensar y aportar ideas (siempre para mejorar) no hace daño a nadie.
Un cordial saludo. Gracias.