lunes, 24 de julio de 2000

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El idioma español tiene en la actualidad 559 millones de hablantes y representa entre el 15% y el 18% de nuestro producto interior bruto. Este activo económico intangible es para muchos expertos nuestro ‘oro negro’ pero no ha sido lo suficientemente bien gestionado ni explotado, hasta la fecha. En la actualidad el número de interesados en el español aumenta considerablemente en todo el mundo, con especial relevancia en Estados Unidos, Brasil, China y Europa. Mientras el número de estudiantes crece, las matrículas en el Instituto Cervantes- herramienta de difusión de nuestro país del idioma español en el mundo- se estancan. Dos son los motivos: el feroz crecimiento de la competencia privada, sobre todo, de la enseñanza digital y el precio de los cursos en muchos centros de su red. Por otro lado, el Cervantes tiene como reto incrementar su presencia formativa a través de las nuevas tecnologías.

De los más de 21 millones de estudiantes de español, en el mundo, prácticamente la mitad corresponden a los Estados Unidos, país que en 2050, superará a México como primer país hispanohablante del mundo. En la actualidad, la capacidad económica de la población hispanoparlante de este país supone prácticamente el 10% del PIB de los Estados Unidos, un valor que supera los mil millones de dólares, cuantía muy superior a la de muchos países hispanoamericanos. Aunque cuenta solo con cinco centros cervantinos -por debajo de Marruecos o Brasil - el futuro del español como lengua de comunicación internacional se juega allí. Tal es su importancia, que en la prestigiosa Universidad de Harvard, el Instituto Cervantes creó – con financiación privada- en 2013, el Observatorio de la Lengua Española y las Culturas Hispánicas para analizar los aspectos económicos, culturales, políticos, sociales y demográficos de una lengua que está transformado los Estados Unidos.

La sociedad estadounidense ha cambiado su percepción de nuestra lengua. El español ha pasado de ser una lengua de segunda categoría a una lengua de creciente prestigio intelectual y social que atrapa cada vez más a los angloparlantes monolingües. De hecho, son cada vez más los hispanos de tercera e incluso cuarta generación que intentan recuperar la lengua de sus ascendientes. En este sentido, los currículos escolares con enseñanza dual en ambas lenguas están en pleno auge, tanto en la instrucción pública como privada, en una sociedad que avanza a marchas forzadas hacia el bilingüismo de facto.
En otro orden de cosas, los medios de comunicación en español tienen elevada importancia en los Estados Unidos. Periódicos de tirada regional tienen más lectores que muchos de países hispanoamericanos. Solo en el estado de California hay más emisoras de radio en español que en toda América Central. En el ámbito televisivo, Univisión y Telemundo marcan records de audiencia cada día frente a los medios en lengua inglesa. Sin embargo, se hace necesario un impulso consensuado entre toda la comunidad hispanoamericana para consolidar esta tendencia de fortaleza del idioma español en Estados Unidos. En otras palabras, nuestro mejor activo económico internacional puede ser mejor y más explotado.

Pero no solo Estados Unidos demanda español. Otros países también lo hacen pero no llaman la atención de nuestros intelectuales ni estudiosos de la lengua. En algunos de ellos, ni siquiera existe un Instituto Cervantes, pese a haberlo solicitado en varias ocasiones. El recorte a la financiación, junto a los problemas derivados de la rigidez de su gestión han impedido un enfoque estratégico de la expansión del Cervantes en lugares donde el español es crucial. A esto hay que añadir que solo a partir de los años 90, se crea el Instituto Cervantes, frente a otros organismos de países de nuestro entorno que nos llevan un siglo de ventaja en la difusión de su lengua y cultura. Si bien, en la actualidad, el Cervantes es un instrumento esencial de la difusión de nuestra lengua en el mundo, incomprensiblemente persiste todavía una ineficiente dispersión de las iniciativas de aprendizaje del español promovidas por la Administración del Estado en el exterior que debería ser corregida con la mayor urgencia para centrarse en exclusiva en esta institución.

Por todo ello, y dada la importancia de nuestra lengua en el contexto mundial actual y su relevancia como activo esencial para el desarrollo e internacionalización de nuestra economía, cultura y sociedad, se insta al Gobierno a adoptar las siguientes medidas:

1) Crear una política de Estado del idioma español - extensible a otras lenguas de nuestro país - al igual que hacen otros estados europeos con sus idiomas nacionales, que no se vea alterada por los vaivenes políticos y que sea fruto del consenso.

2) Reorganizar el Instituto Cervantes según prioridades geográficas y económicas en función del interés general y no en base a criterios partidistas o personalistas. El español es una lengua global. Es preciso dotar al Instituto Cervantes de una mayor autonomía y flexibilidad para mejorar su capacidad de gestión cultural. Por ende, es preciso estudiar con todos los actores interesados, una posible modificación de la Ley 7/1991, de 21 de marzo, de creación del Instituto Cervantes para hacer de esta institución un órgano global, abierto a una mayor cooperación de otros países hispanohablantes. Además, es preciso desarrollar otros modelos de enseñanza, aparte del presencial, basados en los métodos de enseñanza a distancia a través de Internet y las nuevas tecnologías audiovisuales, más accesible a los jóvenes y con menores costes de producción. Por último, es preciso subrayar que el Instituto Cervantes ha de ser la única marca del idioma español en el mundo, centralizando, a su vez, todas las enseñanzas de la lengua, impartidas por España, en los cinco continentes.

3) Promover un acuerdo cultural con Estados Unidos para colaborar en la difusión de los programas escolares de inmersión lingüística y formación dual en español y que fomente la movilidad de profesores españoles a ese país y la participación en la creación de centros de formación de profesores de español en primaria y secundaria.

4) Fomentar la concienciación de la sociedad española en la importancia económica y cultural de nuestra lengua oficial como nexo de unión entre más de 550 millones de personas, con las ventajas que ello conlleva en todos los aspectos. A su vez, es menester reforzar el exiguo patrocinio actual de empresas españolas a la labor de difusión de la lengua y extender esta medida a sus pares hispanoamericanas. Sería un gran acierto establecer un ‘comité internacional de personalidades del español’ que comprenda los ámbitos del deporte, la música o el cine, la arquitectura o la medicina que apadrinen las diversas campañas de difusión social del español.

5) Reestructurar Televisión Española Internacional para crear un canal informativo y cultural más efectivo en la difusión de nuestros valores e intereses y en la creación de opinión. En el caso concreto de Estados Unidos, sería conveniente promover un acuerdo con la mayor cadena de televisión en español del mundo, Univisión, para colaborar en la difusión de nuestra lengua y cultura, con especial atención en niños y adolescentes, los hablantes del futuro.

6) Potenciar el papel de España -empezando por la lengua -, como interlocutor en relación con las asociaciones y centros hispanos de diversa índole existentes en Estados Unidos, con el objeto de fortalecer nuestra presencia entre la sociedad civil norteamericana.

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