jueves, 29 de diciembre de 2016

¿Superará Podemos el caudillismo de su fundador?


Artículo publicado originalmente en El Español, el miércoles 28 de diciembre de 2016

Fundar un partido es relativamente fácil en España. Basta con presentar unos estatutos en el Ministerio del Interior, que su denominación no esté previamente ocupada e incluir un listado de promotores. El caso paradigmático de Chile, donde los afiliados deben suponer al menos un 0'5% del censo electoral, no ocurre entre nosotros.

Más difícil que superar la barrera burocrática lo es contar con algunos medios para afrontar la competición electoral, que el Tribunal de Cuentas no oponga reservas a la vía de obtención de esos recursos y más aún obtener el apoyo de los votantes en una Ley Electoral pensada para favorecer a dos grandes partidos nacionales y a los nacionalistas y regionalistas en las diversas Comunidades Autónomas.
Parece claro que un partido es una organización a la que contribuyen sus afiliados pero nunca sucede así
Una vez superados estos obstáculos e instalado el partido en el Congreso de los Diputados o en la institución a la que aspiraba llegar parece que estuviera conseguido lo más difícil, poco menos que lo que se abriría por delante fuera un agradable paseo hacia el disfrute de las mieles del poder. Nada de eso. Si difícil es llegar más complicado aún resulta mantenerse.

Porque existe un reto que los partidos deben superar y que no es otro sino el de su asentamiento más allá de la figura carismática de su líder y promotor. Parece claro que un partido es una organización a la que contribuyen sus afiliados y que en una formulación democrática son éstos quienes toman las decisiones que afectan a su futuro. Pero casi nunca es así. La prueba de madurez de un partido estriba en la desconexión del mismo con respecto a su fundador o fundadores, lo cual depende en la mayoría de los casos de la explícita voluntad de abrir paso al debate por parte de estos líderes.
UPyD dejó de existir porque Rosa Díez no admitía que el partido pudiera ir en una dirección diferente a la suya
Pondré un ejemplo para que se me entienda algo mejor. Un grupo de personas reunidas en un hotel de San Sebastián en el año 2007 tomamos la decisión de crear una plataforma que daría lugar a lo que luego seria UPyD. Un partido que contaría con un éxito reducido, pero que cubrió con cierta eficacia sus primeras convocatorias electorales. Siete años más tarde, cuando otro partido que operaba en su mismo espacio político -Ciudadanos- pasaba de ser un partido catalán a situarse en el ámbito nacional, la fundadora de UPyD decidía rechazar todo tipo de acuerdo con la formación de Albert Rivera. Y por más que las explicaciones que se dieron a esta decisión fueran muy otras, la única razón sería que Rosa Díez no admitía que "su" partido pudiera encaminarse en una dirección diferente a la que ella pretendía. El resultado de esa cerrazón ya lo conocen ustedes: UPyD dejaría de existir como partido parlamentario.

La cuestión podría ser entonces si los partidos sobreviven a sus fundadores o son sus fundadores quienes los entierran. En todo caso, algo parecido a lo sucedido con UPyD podría ocurrir con el otro partido emergente en las elecciones europeas de 2014, Podemos. Una formación creada al alimón de la insatisfacción ciudadana ante la crisis manifestada en el movimiento 15-M, aprovechada de manera inteligente por su fundador en sus comparecencias televisivas. Podemos ha tenido una vida tan próxima a la de su principal promotor que hasta en las papeletas electorales aparecía el retrato del líder y no el logo del partido.
Para sobrevivir la formación morada tiene que decidir si la estrategia prevaleciente será la institucional o la populista
Ahora el debate congresual de esa formación se sitúa entre su líder, instalado más en el populismo que en la tarea de cambiar las cosas desde las instituciones y quienes afirman la primacía de éstas sobre las manifestaciones callejeras. Una integración difícil, en efecto, cuya dificultad se prolonga hasta la aparente imposibilidad si se yuxtapone a la disputa estratégica la personalidad del líder y su evidente tendencia a la patrimonialización de su partido.

Una vez pasado lo peor de la crisis, el movimiento del 15-M insertado mejor o peor en las instituciones hasta el punto de gobernar en algunas muy significativas, las apelaciones a la calle parecen provenir más de la convocatoria de los podemitas que de la natural insatisfacción de los manifestantes, como ocurriera en el último episodio de Rodea el Congreso, al que acudía un número muy reducido de concurrentes. No es lo mismo decir que se está con la calle que provocar a las gentes para que acudan a las plazas y así encontrar un apoyo que resulte como la pescadilla que se muerde la cola en un bucle mentiroso e imposible.

Decida una u otra cosa, el fondo del debate no se sitúa sólo en torno a si la estrategia prevaleciente será la institucional o la populista, sino a si Podemos es capaz de establecer la primacía de sus afiliados sobre el caudillismo de su fundador. Allí se encuentra una de las más importantes claves de su futuro.

*** Fernando Maura es portavoz de Ciudadanos en la Comisión de Asuntos Exteriores y la Unión Europea en el Congreso de los Diputados.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

El chivo expiatorio o el ideal regeneracionista



Artículo publicado originalmente en Diario 16, el martes 27 de diciembre de 2016

Termina un año en el que la ciudadanía ha asistido, entre preocupada e indiferente, a un vacío de gestión de las cosas públicas provocado por la eclosión del bipartidismo, hecho trizas a causa de la crisis económica y la corrupción de la clase política y la consecuente irrupción en el mapa político de unas fuerzas emergentes que, aunque no han servido para otorgar mayorías a un lado y otro del arco político, han supuesto una renovación del panorama partidario español.

Después del rodaje preparlamentario, con un gobierno en funciones que no se dejaba controlar, se acaba de inaugurar ahora una legislatura con acuerdos entre el Gobierno y el partido que lo apoya y Ciudadanos y el PSOE, tanto alternativa como conjuntamente.

Y en ese parlamento, las fuerzas emergentes no actúan de la misma manera. Como decía Stephan Zweig en su Erasmo de Rotterdam: «A la masa siempre le resulta más accesible lo concreto y tangible que lo abstracto. Por eso en política las consignas que más partidarios encuentran son las que proclaman un enfrentamiento en vez de un ideal, un antagonismo cómodamente comprensible y manejable contra alguna clase, raza o religión, pues es en el odio allí donde más fácilmente prende la llama criminal del fanatismo».

En esa tarea de encontrar un enemigo fácil, Podemos ha conseguido sublimar todos los males del país en su referencia a «la casta», un ambiguo pero poderoso argumento que es posible estirar o reducir según les convenga. Convierten así la lucha legítima por el poder en una especie de asalto y su ejercicio en una «okupación» —con k— que les permita arrojar del espacio público a esa casta que adquirirá las proporciones que ellos mismos decidan en cada momento.

Es relativamente fácil la movilización de las masas desde esos procedimientos. Más complicado resulta galvanizar a las gentes desde los ideales. La apelación a una vaga regeneración democrática, que es un ideal por el que la sociedad española viene porfiando con escasos intervalos desde la pérdida de nuestras últimas colonias en 1898, carece de la fuerza de la narrativa que aportan los de Pablo Iglesias. La casta enemiga, como los judíos para los nazis, es un concepto evocador al que cada uno pondrá los apellidos que mejor les convenga. Y la lista puede no ser corta: la derecha del PP y sus eventuales acompañantes; el PSOE de la cal viva y de las puertas giratorias; los banqueros; los empresarios del IBEX y asimilados o asimilables; los que consideran que la propiedad es un derecho; los sedicentes nostálgicos de la unidad de España; los enemigos a ultranza del terrorismo, incluidas sus víctimas; los que objetan al discurso nacionalista o, entrando en el ámbito de la moral, los católicos reaccionarios, los belenistas en Navidad o los que piensan que no es admisible el tocomocho de presentar la cabalgata de los Reyes Magos como el desfile del solsticio de invierno.

Animo a mis eventuales lectores a que engrosen ese listado con otras posibilidades. El que se deriva de la regeneración democrática no es seguramente menor. Tiene entre sus integrantes a la corrupción, el despilfarro y la partitocracia, una tríada que se ve acompañada por asuntos tan poco baladíes como el desaforamiento de los políticos y de otros segmentos de la sociedad, la dimisión de los cargos públicos investigados, la elección de los representantes en las instituciones parlamentarias por listas abiertas y no bloqueadas, la profundización de la proporcionalidad del sistema para que cada ciudadano disponga del mismo derecho de elección, la eliminación del Senado, la independencia del poder judicial, la supresión de las Diputaciones, la fusión de Ayuntamientos, la drástica reducción de las empresas públicas…

Un listado amplio, pero al que le falta el elemento del enemigo al que enfrentarse. Un enemigo que en verdad no existe, y si existe se encuentra en nosotros mismos, en nuestro apego a mantener incólumes las cosas que existen aunque seamos conscientes de la necesidad de su reforma, quizás a causa de que algunos hábitos han cuajado entre nosotros como una especie de segunda piel. El sistema no funciona, pero es lo que hay y nos hemos acostumbrado a él.

Contra esas fuerzas atávicas es difícil combatir. Más fácil es crear un chivo expiatorio al que culpar de todos nuestros males.

Pero nadie dijo que la tarea política fuera cosa sencilla.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Intervención parlamentaria con motivo de la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, en la correspondiente Comisión del Congreso

48 días después de su toma de posesión, comparece usted Sr. Ministro ante esta Comisión para dar cuenta de los planes que tiene previsto emprender su Departamento para esta Legislatura.

Como quiera que no he tenido la oportunidad de felicitarle en persona y desearle los mejores éxitos en su gestión en estos 48 días, lo hago ahora mismo. Nunca es tarde, dice el refrán, si la dicha es buena.

Por cierto, 48 días después de ser nombrado ya es tiempo para que usted dé contestación a alguna de las preguntas que le hemos formulado para su respuesta por escrito, ¿no le parece? ¿o no se encuentra esta tarea entre las prioridades de su Departamento?

Nos ha hablado usted de un nuevo impulso. Sin embargo, apenas lo he podido observar en la práctica. Poco más que un impulso a la continuidad.

Una política que también debería basarse en los valores. Porque en ese triángulo que forma la acción exterior que están formados por los intereses nacionales, lo completan otros dos ángulos: el derecho internacional y el respeto a los DDHH.

Porque están también los valores, Sr. Ministro.

Y le pondré dos ejemplos.

Hace unas semanas se suspendía el viaje de SSMM los reyes a Arabia Saudita. Un viaje que deberá producirse en su momento. ¿Tiene el Gobierno previsto que la representación del gobierno o bien Su Majestad el Rey evoque ante el Rey saudí la situación del bloguero de ese país Raif Badawi, condenado a una pena de 10 años de cárcel, 100 latigazos y una multa?

Otro ejemplo, un medio de comunicación anunciaba una posible visita también de SSMM los Reyes a Cuba. Recientemente se ha producido la detención del dirigente opositor cubano Eduardo Cardet, sometido a malos tratos y al que podrían condenar hasta a 3 años de cárcel. (Ya sé que usted mismo se interesó por su caso). También permanece detenido el grafitero cubano El Sexto, ¿Tiene previsto interesarse por su caso ante las autoridades cubanas, organizar algún encuentro con sus familias, con la disidencia cubana?

O son ustedes partidarios de que la acción exterior consiste precisamente en no molestar a los regímenes de los países con los que se pretende hacer negocios.

Eso se llamaría mirar hacia otro lado.

No basta con querer ser candidato a las instituciones que velan por los DDHH sino practicarlos en el ámbito exterior.

¿Van a actuar en el sentido de introducir la defensa de los DDHH en su política exterior?

Europa, UE. Hasta ahora estábamos echando en falta la presencia de España y de su presidente en las grandes y especiales cumbres en las que se analizan respuestas ante la crisis que afecta a la Unión. Ahora parece que el Sr. Rajoy está presente. Y es un buen paso. Hemos pasado de no estar a estar. Pero no sabemos si estamos solamente o también hacemos. Y si hacemos... la pregunta sería: ¿qué queremos hacer? ¿hacia dónde queremos que vaya Europa? ¿qué dificultades tienen nuestros propósitos y cómo los vamos a resolver?

Refugiados. Estaban en contra del acuerdo del Consejo de Europa y ya se ve lo que han hecho en la acogida. Hay que activar la solidaridad y conectar con la sociedad española. España tampoco debe mirar para otro lado en este aspecto.

EEUU. Es imprescindible trabajar con la administración Trump, pero no nos olvidemos de los DDHH.

Me ha sorprendido recuperar el concepto de la Alianza de civilizaciones. Más que eso habría que hablar de una alianza de países y ciudadanos civilizados.

Y está el caso de nuestra vecindad sur. Nuestra cordial relación con Marruecos, que nosotros no cuestionamos. Pero que también consideramos debería quedar reequilibradas con el otro gran actor en el Magreb, que es Argelia. Cuya provisión de gas, ininterrumpida aún en las circunstancias más adversas para ese país resulta esencial para España y seguramente para la UE en los próximos años.

Y en Argelia están los campamentos de Tinduf, que acogen a unos refugiados con los que España tiene bastante que ver. Forman parte de un problema de descolonización no resuelto, de un territorio no autónomo del que España sigue siendo aún potencia jurídicamente responsable.

Y la presidencia española del CSNU en este mes de diciembre ha dejado —¿está dejando?— pasar la oportunidad de situar este asunto en el plano de las decisiones que ayuden a remover los obstáculos que impiden su solución. Por ejemplo, intentando incluir en el mandato de la Minurso la observancia de los DDHH. Es la única misión de NNUU que carece de competencia en materia de DDHH.

Hay un instrumento fundamental para la política exterior española. Y es el español, el idioma con el que nos comunicamos los españoles y más de 500 millones de habitantes en el mundo. En algún lugar he leído que Francia estaría dispuesta a abandonar la francofonía con tal de que en México se hablará francés. Y nosotros tenemos a México, pero también a Argentina, al Perú, a Venezuela, a Colombia... a tantos otros países en Latinoamérica y también a otras comunidades en otros países, como es el caso de los EEUU, y otros muchos ciudadanos en otros países que lo quieren aprender.

Y con el español va la cultura, pero también las oportunidades de negocio para las empresas, para los particulares, las inversiones de las empresas a uno y otro lado del océano.

Y con el español va también, permítanme que lo diga con orgullo, España. No siempre conviene que nos fustiguemos con el látigo de los 7 pecados capitales de los españoles, porque es preciso también que reivindiquemos a España. Un país solidario y generoso, un país que ha sabido acoger e integrar a muchos ciudadanos que vienen a vivir y a trabajar con nosotros. Porque España es un país mediano, una potencia mediana, es cierto, pero es un país que cuenta con un gran potencial si le ponemos un poco de ambición al asunto. Nos falta algún trabajo, nos falta limpiarlo de corrupción, mejorar nuestra democracia y gestionar más lo que nos une que lo que nos separa... Eso es España y esos son los valores que se transmiten con nuestro idioma.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Intervención en el Pleno del Congreso con relación a una moción de medidas de Unidos Podemos para "mejorar la política de asilo en España"




1º Examinamos esta tarde uno de los productos clásicos del grupo parlamentario de Podemos. Un cocktail, en el que se mezclan temas muy diversos: guerras, cambio climático, modelos energéticos, economÍa, riqueza, pobreza, distribución de la renta, refugiados, inmigrantes... todo eso a partes iguales. Y un mucho de demagogia. A ese cocktail lo han bautizado ustedes como «política de asilo del gobierno».

La moción está poco informada y resulta desorientadora; además, confunde refugiados con inmigrantes por causas económicas. Yo creía que eran las guerras —como se establece en las 4 convenciones de Ginebra— o los regímenes dictatoriales los que generaban las peticiones de asilo.

Por cierto, hablando de regímenes dictatoriales: les recuerdo que hay más venezolanos que sirios que han pedido asilo en España en el primer semestre de este año y que más de un millón de cubanos abandonaron la isla con destino a diferentes países, como EE UU o España, durante el régimen de Fidel y Raúl Castro.

Pues bien, eso es lo que regula el reglamento de Dublín y que habrá que decir que la actual crisis de los refugiados ha demostrado que tampoco funciona muy bien y que desde el grupo ALDE en el Parlamento Europeo estamos queriendo modificar.

Desorienta también en lo que se refiere a que el acuerdo UE-Turquía entrega fondos europeos y ventajas a ese país. Los fondos tienen un carácter finalista y las pretendidas ventajas no se harán efectivas hasta tanto que Turquía adopte una legislación en materia de libertades y DD HH, lo que por lo que vemos resulta improbable.

3º Tengo que darles la razón en una cosa, que es verdad que, en materia de asilo, nuestro gobierno ha demostrado su incapacidad, su falta de solidaridad, su lejanía con las demandas de la sociedad española. Según datos de ACNUR, en reubicación, de 16 000 personas comprometidas lo han sido 398 y en reasentamiento, de 1450, solo 289. No es extraño: el mismo SEUE nos reconocía la semana pasada que el gobierno no estaba de acuerdo con el compromiso que asumió en su día. Y ahí están los resultados altamente insuficientes en la acogida de refugiados. Compartimos además, la necesidad de dotar con medios especializados a la ORA y a despolitizar la comisión interministerial sobre asilo.

Pero su moción es además contradictoria. Quiere que España cumpla con sus compromisos de acogida, a la vez que considera que los refugiados deberían elegir el país al que quieren ir. Con lo que le da la razón al gobierno: ¿qué pasa si prefieren acudir a otros países? ¿Cómo va a cumplir España con los compromisos de acogida entonces? Por un lado critican al gobierno y por el otro le dan la razón.

No resulta tampoco práctica: si se cancela el acuerdo UE-Turquía, no parece que mejorarán las cifras de llegada de refugiados, con lo que no se reducirá el número de los muertos en el mar, ni sus condiciones de vida en Grecia, en lo que se refiere a los refugiados que llegan a Europa por el Egeo. ¿Queremos más muertos o menos? ¿Más casos como El Niño Aylan, ahogado en una playa turca, o menos?

Están ustedes en el derecho a traer a este parlamento iniciativas unilaterales, aunque resulten dispersas, desorientadas y demagógicas. Tienen su derecho, pero hay otras maneras de abordar este gravísimo problema. Les diré cómo entendemos desde C's que debe resolverse, qué procedimiento deberíamos seguir:

1º Gestionar el acuerdo. Partiendo del acuerdo de la comisión Mixta UE de marzo pasado, aceptar la propuesta que nos ha formulado ACNUR a los grupos parlamentarios para llegar a un consenso entre los partidos para la acogida de refugiados que, en nuestra opinión, debería tener en cuenta para su ejecución al gobierno, desde luego, y a las CCAA y Ayuntamientos interesados, también.

2º Trabajar desde el Parlamento Europeo con quienes pretendemos mejorar el reglamento de Dublin, en lugar de colaborar -y votar- con los que sólo pretenden cerrar las fronteras de Europa a los refugiados. Nosotros no tenemos como compañeros de cama a Marine LePen, a Nigel Farage o a Gert Wilders. Ustedes sí.

200 años antes de Jesucristo, Polibio dijo que la democracia se pervertía en la demagogia. Pues bien, contra la demagogia y el discurso unilateral, la democracia, el acuerdo y el trabajo.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Los referendos en Europa



Artículo publicado originalmente el 14 de diciembre de 2016 en Diario 16

La narrativa que los distintos referendos van dejando en Europa no resulta precisamente halagüeña. El que tenía como asunto la salida o permanencia del Reino Unido en la Unión Europea terminó siendo un Brexit y muchos británicos, en especial los jóvenes y los habitantes de las zonas urbanas, amanecían desconcertados al día siguiente: no se esperaban semejante resultado, muchos no fueron a votar y en consecuencia exigían una nueva votación. Incluso los Lib-Dems están haciendo ahora campaña para que el resultado de la negociación para la salida de su país del club europeo sea sometido también a nuevo referéndum.

Escribo este comentario en el avión que me devuelve a Madrid después de dos días pasados en Roma para analizar los retos de la política de defensa y seguridad europeas. Allí he tenido la posibilidad de conocer la opinión de algunos amigos italianos respecto del reciente referéndum -al que sería mejor calificar de plebiscito- que condujo a la reforma constitucional planteada por Matteo Renzi a su rechazo y a su autor a la dimisión.

No son desde luego semejantes ambos procesos, aunque los dos tienen un carácter que se diría constituyente o al menos esencial. Pero más allá de perderme en disquisiciones que no podrían ser objeto de este artículo, lo que es muy cierto es que las dos votaciones han activado procesos que a veces tienen poco que ver con la decisión que se ha sometido a su criterio superior.

A los británicos, cuyas principales preocupaciones se sitúan en la emigración y el deficiente funcionamiento de su sistema de sanidad, los euroescépticos del UKIP les prometerían que con el Brexit los inmigrantes cesarían de llegar y que el Reino Unido recuperaría una cifra impresionante de dinero con el que mejorar su organización sanitaria. Ahora resulta que el cumplimiento de la primera de las promesas dependerá del resultado de la negociación de la salida y en cuanto a la segunda el mismo Farage ha reconocido que era una simple mentira.

Más singular resulta el caso italiano. Un senador de ese país me contaba que cuando hacía campaña en favor del sí, algún ciudadano le decía que estaba dispuesto a votar en ese sentido pero que nadie le había explicado cómo mejoraría su vida en los aspectos económicos o sociales si el texto resultaba finalmente aprobado. Un cambio constitucional que modifica el Senado, facilita la elección del Presidente de la Republica o del poder judicial por la mayoría gobernante no parece que mejore en demasía la vida cotidiana de los ciudadanos. No se trataba de eso, pero esos sentimientos eran los que activaba precisamente el referéndum y esa ha sido una de las causas por las que lo ha perdido el primer ministro saliente.
Algo parecido ocurriría sin duda en el supuesto de que pusiéramos a referéndum en España cualquier reforma constitucional.

Y eso es lo que tiene la democracia directa que ahora tiene como principales valedores a los partidos populistas, que permite a los ciudadanos responder como quieren a lo que se les pregunta, aunque no sea su respuesta acorde a la petición que se les formula. No otra cosa hacen por cierto algunos políticos. El general De Gaulle, que tantos referendos organizara, dicen que era seguido en todas sus ruedas de prensa por un periodista, que un día, cansado ante las evasivas respuestas del presidente le pidió directamente que por una vez le contestara a su pregunta. De Gaulle le dijo, querido amigo, estoy dispuesto a hacerlo, siempre que usted me pregunte lo que le voy a contestar.

Por más que hoy en día está de moda la crítica más exacerbada de las posibles a la democracia representativa, mi opinión es que ésta es la que mejor resuelve los problemas que tienen los ciudadanos. El uso -y mal uso- del referéndum tiende además a fragmentar las sociedades ante las que se presenta como aparente mejor solución. Sociedades divididas que luego cuesta mucho trabajo recuperar para la consecución de proyectos compartidos.

Habría que desplazar entonces el debate hacia la capacidad de los representantes, su servicio a la comunidad, el sentido ético en sus actuaciones. Y no en el estilo de democracia que pretendemos, demonizando a los representantes y sustituyéndolos por los procedimientos utilizados por los gobernantes autoritarios, si no dictatoriales.

La frivolidad de algunos, unida a la arrogancia de otros y a un mal entendimiento de lo que supone la gestión de la cosa pública nos está llevando a hacer buena la sarcástica definición que hacía Groucho Marx sobre la política: “el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados”.


 No estaría de más que pusiéramos algo de sentido común en este escenario.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Intervención parlamentaria con motivo de la reunión del Consejo Europeo sobre Brexit, situación en Alepo y otros asuntos relevantes


Intervención parlamentaria del día 14 de diciembre de 2016

Sean mis primeras palabras para saludar la presencia en esta comisión del nuevo SEUE, don Jorge Toledo, a quien deseo los mejores éxitos en su gestión.

Y junto con estos deseos, le haré también una oferta de colaboración. Bien sabe usted que el grupo que apoya al gobierno ha suscrito con el nuestro un acuerdo que contiene 150 medidas. En relación con el asunto europeo, el pacto es muy breve y muy genérico. Apenas expresamos que nos une una ambición por fortalecer la integración de las políticas europeas. A ustedes y a nosotros nos ocupará desarrollar estos acuerdos o dejarlos en esa expresión inconcreta. Yo prefiero que lo hagamos, que seamos capaces de extenderlo a propuestas más definidas y con un alcance que nos comprometa a desarrollar políticas ambiciosas también en este ámbito que es el europeo. Son muchos los asuntos que ya nos están afectando: el Brexit, los refugiados, la política de seguridad y defensa, la construcción europea en los aspectos fiscales y económicos, el auge de los populismos y su afectación en la renacionalización de las políticas y a la consecuente deconstrucción de Europa... Éstas y otras crisis que quizás puedan esperarnos en el futuro próximo.

Es una petición de consenso que no pretende sea exclusiva con nuestro grupo, que quiere además que integre a los diversos grupos de esta cámara -en éste caso de las dos, del Congreso y del Senado-. Usted y ustedes sabrán si propician o no está petición. Lo contrario sería transformar esta comisión en terreno de disputas mensuales, en comparecencias como ésta o en otros debates. Más fácil para la oposición, desde luego, pero también más inconveniente para los ciudadanos a los que todos los diputados y senadores representamos aquí.

En todo caso, lo que debemos hacer es recuperar la ambición europea por parte de España, que ya lleva unos cuantos años sumida en la endogamia nacional y observando a Europa, a la UE, como el criterio que un hombre del campo contempla a las vacas lecheras. Y si Europa no es sólo la PAC, España no lo es sólo sus problemas internos. Europa, lo decía Ortega, era la solución. Hoy es también el problema y nosotros somos parte del mismo, pero también parte de la solución. Y no hay solución para España fuera de Europa.

En todo caso, la propuesta de consenso está formulada y queda en el tejado del gobierno.

Paso ahora a analizar el Consejo de diciembre.

De acuerdo con la agenda del Consejo, por lo tanto, empezaré por subrayar nuestro acuerdo con la iniciativa de completar y poner en práctica la Union Energética para 2018. El papel de España en este aspecto es a nuestro modo de ver sustancial y de re equilibrio en la entrada del gas, dependiente hasta ahora de la energía de procedencia rusa.

El proyecto Partnership Framework, del que apenas sabemos que afecta a 5 países africanos, que consiste en la estrategia del palo y la zanahoria y que el palo está en suprimir las ayudas europeas en Cooperación si no se admite por esos países el retorno de los emigrantes... podría llevarnos a un buen número de preguntas. Pero quizás la más importante sea por qué no se conocen los acuerdos concretos que se están estableciendo con estos países. La transparencia, toda la transparencia posible, debería presidir el comportamiento de nuestras relaciones como UE y con terceros países. Y otra pregunta, ¿se tiene previsto ampliar el Partnership Framework a otros países africanos a través del Valetta Action Plan o a través de algún otro instrumento? ¿Cómo está funcionando respecto de Marruecos, en concreto?, ¿hay algo previsto con Argelia? Y no dejemos de tener en cuenta que los tiempos de la Cooperación no son necesariamente equivalentes a los tiempos que nos ocupan a los paises desarrollados. En el interés de esos países, pero también en nuestro interés, debemos hacer un esfuerzo en la aproximación de las necesidades de unos y de otros.

Creo que convendrá que nos detengamos algo más en el asunto referido al cambio en la política común de asilo, y en el automatismo que se pretende. La principal novedad de la reforma en la propuesta de la Comisión Europea es la puesta en marcha de un mecanismo compensatorio vinculante y automático de solidaridad cuando un Estado miembro supere el 150% de su capacidad de acogida, teniendo en cuenta su peso en población y en PIB. La ponente del Parlamento Europeo, Cecilia Wikström, pretende reducir este porcentaje al 75%.

Podría resultar ocioso preguntar acerca de la posición española al respecto, cuando la voluntad del gobierno en lo que se refiere al cumplimiento de los compromisos es tan bajo. Pero igualmente le pregunto acerca de su criterio.

También podríamos referirnos, sin salir de esta reforma del sistema de asilo, al reparto desigual, igualdad de trato, menores, agilidad, de si supone una crisis o una oportunidad. la retórica que se emplea cuando se evoca el concepto crisis y no el de oportunidad, la solidaridad y los populismos que suministran el caldo de cultivo en este ámbito. Y la guerra, verdadero telón de fondo y origen de la situación,

No dejaré de mencionar que entiendo que todos los grupos hemos mantenido reuniones con la representación en España del ACNUR en orden a construir un pacto de estado sobre acogida de refugiados para el cumplimiento íntegro de los compromisos asumidos por España y que este portavoz observa con simpatía. Espero que el Gobiierno y el grupo que le apoya se presten también a alcanzar este objetivo.

El restablecimiento del envío de asilados a Grecia forma parte de los asuntos a acordar por el Consejo. Y parece lógico que éste se acepte.

Sin perjuicio de lo que pretenda hacer la nueva administración Trump, la política de seguridad y defensa europea deberá ser cada vez más europea y cada vez menos dependiente. La crisis/oportunidad de los refugiados, las guerras civiles, la destrucción de Estados que se nos aparecen como fallidos, el Daesh y su capacidad de adaptación incluso en la derrota nos devuelven una realidad que por mucho tiempo los europeos habíamos rechazado, confiados en el amparo del paraguas de seguridad estadounidense. ¿Podrá ser ésta también una oportunidad para rehacer el proyecto europeo? En todo caso, desde C's pensamos que podría constituirse en uno de los pilares para reconstruir la idea de Europa, la ambición de Europa. Una Europa que, como decía Jean Monnet, constituye la suma de respuestas a la suma de crisis que ha afrontado. Y, siguiendo con los clásicos, repetiré que "el precio de la libertad es la vigilancia permanente", como decía Thomas Jefferson. Sin seguridad, sin defensa, no es posible la libertad.

Del mismo modo nos interesa conocer la opinión del gobierno acerca del acuerdo UE-Ucrania, su carácter financiero y su extensión al ámbito militar. Aprovecharé para preguntarle acerca de cómo contempla el gobierno las relaciones UE-Rusia, la política de sanciones y el expansionismo de ese país.

Terminaré con el conflicto sirio y el de Aleppo en particular que ha llevado a esa bella ciudad a convertirla en un conjunto de cascotes. Europa y España han quedado una vez más ausentes en ese escenario de conflicto. Me pregunto si hemos hecho algo y si no podríamos haber hecho más. Engarzando con lo que decía antes, Europa debería contar con instrumentos más poderosos para ponerlos al servicio de la humanidad. No en vano, en el ADN europeo, en nuestras señas de identidad están los valores, los DDHH, la lucha contra la barbarie que se encuentra en todas las guerras.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Felicitación de aniversario: «Brindemos por el aninversario de Diario 16»

Aportación publicada en Diario 16, el día 7 de diciembre de 2016

Diario 16 cumple su aniversario como el diario de la segunda transición. Y ese es un logro muy potente, porque compromete su propósito con el objetivo de otros muchos entre los que yo mismo me encuentro. La segunda transición llama necesariamente a conseguir la regeneración de la democracia española y aunque señala los esfuerzos de quienes hicieron posible la primera, exige de los ciudadanos y los políticos españoles el esfuerzo y la determinación por hacer posible esta segunda. No será fácil, a la primera transición concurrieron casi todos, con la excepción de los nostálgicos y los extremistas a los que se unieron los terroristas para arrojarnos sobre nuestros rostros lo peor de nuestra historia.
Para la segunda hay menos fuerzas comprometidas a su consecución y hay más dispuestas a mantener quieto el statu quo actual. El mismo día 6 de diciembre, el presidente del Gobierno llamaba a la prevención ante la reforma de la Constitución, animado por el mal resultado de Renzi el pasado domingo.
Será difícil pero no menos necesario.
Pero brindemos por el aniversario de Diario16 y por la oportunidad de ese espacio de libertad, de respeto y de progreso que nos brinda.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Por qué apoyamos a Verhofstadt para presidir la Eurocámara


Artículo de Fernando Maura, publicado originalmente en El Español, el 30 de noviembre de 2016

Pocas semanas después de resultar elegido parlamentario europeo, el Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas (ALDE) me encargó la difícil tarea de elaborar un texto para negociar el reconocimiento del Estado de Palestina. Cuando presenté el acuerdo en la sesión plenaria del grupo, su presidente Guy Verhofstadt, sentado a mi lado, exclamó: “¡Qué bien, un acuerdo a la belga!”.

Y es que Bélgica, país del que Verhofstadt fue primer ministro, constituye un paradigma del rompecabezas europeo, y su tendencia a la fragmentación sólo puede ser combatida con la clave de bóveda que sostiene la política: el acuerdo.

Guy Verhofstadt es capaz de mantener unido bajo su liderazgo a un variopinto grupo de liberales y demócratas europeos que forman parte de dos partidos -ALDE y el PDE- o que son simplemente independientes y no se someten a criterio común alguno. Y tiene la habilidad de ampliarlo hasta el punto de convertirlo en el tercer grupo parlamentario vital para conseguir cualquier acuerdo en la cámara de Estrasburgo.
La política consiste precisamente en trenzar las opiniones en apariencia contradictorias para avanzar
Porque otra de las propiedades esenciales de los mejores líderes políticos es su capacidad de encontrar argumentos y razones para la unión. Lo contrario, apoyar la división, excluir y marginar al adversario, es relativamente fácil.

Existe un atavismo en el ser humano que consiste en el combate y la destrucción del rival, que lo sitúa en el eterno retorno a la tribu. La civilización exige, precisamente, de estrategias contrarias, donde la apelación a los valores de la inteligencia y la solidaridad sean los que prevalezcan.

El pragmatismo y la fidelidad a los principios no constituyen, por lo tanto, categorías antagónicas sino al contrario. La política, concebida como el arte de hacer posible lo que es necesario, consiste precisamente en trenzar las opiniones en apariencia contradictorias para avanzar hacia nuevas metas.
Las respuestas a las crisis que recorren nuestro continente no se encuentran en la renacionalización de sus políticas
Jean Monnet, que fue heredero de un negocio de licores, productor de coñac, uno de los principales inspiradores de la idea de la integración política europea, decía en sus memorias que “Europa se ha forjado en la crisis y es la suma de las decisiones tomadas para superarlas”. Una reflexión muy válida para unos momentos en los que las crisis se multiplican sobre el Viejo Continente: el brexit; los refugiados por causas políticas y los emigrantes económicos; Turquía amenazando con romper el acuerdo con la UE; el próximo referéndum en Italia; las elecciones en Francia, Alemania y Holanda; Trump y la contribución estadounidense a nuestra defensa; la amenaza rusa sobre los países del Este con su recién adquirida condición de socios de la UE. Muchos, demasiados líquidos para ser mezclados de manera positiva en este cóctel que es la Europa de nuestros días.

Porque ese productor de vinos de la Toscana que es Verhofstadt, al igual que Monnet, es un europeísta convencido y un partidario inagotable de la idea de la Europa Federal. Y es que las respuestas a las sucesivas crisis que recorren nuestro continente no se encuentran en la renacionalización de sus políticas, como pretenden los populistas y los gobiernos nacionales que les siguen el juego. Sólo desde una convicción integrada europea será posible resolver los retos que nos acucian y ofrecer respuestas a unos ciudadanos desconcertados ante la ausencia de proyectos que les den confianza e ilusión en el futuro.

Las instituciones europeas, el Parlamento y la Comisión, se encuentran alineados en este propósito. El Consejo y los gobiernos nacionales titubean entre las tinieblas formadas por las incógnitas que provocan las elecciones locales, regionales y nacionales: árboles que no permiten distinguir el bosque que los contiene.
Ciudadanos apoya a Verhofstadt por la inminente necesidad de integrar pragmatismo e idealismo en Europa
Verhofstadt es seguramente el único dirigente europeo capaz de integrar este difícil paisaje, de resolver este rompecabezas sin que padezcan en su solución más que los contrarios a la idea de Europa, que son también los que se oponen a nuestro futuro, los que estarían encantados si una máquina del tiempo les devolviera al siglo XIX.

Ciudadanos, su líder Albert Rivera, Javier Nart, eurodiputado y jefe de la delegación ‘Ciudadanos Europeos’, y gran parte de los europeístas convencidos de la necesidad de integrar pragmatismo e idealismo -que no supone otra que la Política con letras mayúsculas- creemos que Guy Verhofstadt debería ser el próximo presidente del Parlamento Europeo, la única institución -recordémoslo- legitimada por el voto popular a escala europea. Una institución clave para dirimir todos los cuantiosos contenciosos ante los que Europa se enfrenta.

*** Fernando Maura es portavoz de Ciudadanos en la Comisión de Asuntos Exteriores y la Unión Europea en el Congreso de los Diputados.

España y Cuba después de la muerte de Castro



Artículo de Fernando Maura publicado originalmente en Diario 16, el 27 de noviembre de 2016

Si ha existido una política internacional de consenso en España respecto de algún país esa ha sido la referida a Cuba. Y es que la relación entre dirigentes y población, españoles y cubanos, ha sido muy estrecha durante la época colonial y en adelante. De hecho, la pérdida de Cuba en 1898 constituyó más aún que la de Filipinas el replanteamiento de nuestra estrategia exterior y aún interior. El nacimiento del regeneracionismo español que recorrería gran parte del siglo XX -con la excepción de la guerra civil y la dictadura del general Franco- aún pervive en nuestros días. Y tuvo su origen en Cuba.

No es por lo tanto de extrañar que, por lo menos desde los tiempos del mismo general Franco hasta nuestros días -y con la excepción de los dos mandatos de Aznar-, la posición española de no molestar a un régimen consolidado en una dictadura populista que encontraba sus referencias ideológicas en el comunismo soviético la hayan mantenido tanto los gobiernos de centro-derecha como los socialdemócratas. Una singular mezcla de intereses económicos y de admiración tardorrevolucionaria procedente del agit prop de los años ’60 podría encontrarse en el origen de ese pacto interpartidario en el que participarían desde la AP de Fraga hasta el PP de Rajoy-Margallo, pasando por la UCD y el PSOE.

Un consenso que ha podido coincidir con la reciente política emprendida por el presidente Obama y la apertura de relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba, paso previo a una estrategia de inversiones en la isla que muy pronto fue seguida por algunos gobiernos europeos y por la misma UE.

Y no se trata de negarse a mantener relaciones diplomáticas con un país o abrir canales comerciales con él, pero si en ese país se ven conculcadas las libertades democráticas y su población se encuentra sumida en la escasez, las democracias occidentales que viven en la opulencia y en el respeto a las libertades individuales no deberían mirar hacia otro lado.

Pero lo han hecho. Y la fascinación por ese personaje desaparecido ahora encuentra en buena parte la explicación de lo que digo. Y su imagen aparece ahora superpuesta a los retratos de los protagonistas del siglo XX, Kennedy, Krutschev, el mismo Che Gevara… iconos todos de ese siglo que se despide definitivamente este mes de noviembre.

Habrá quienes dediquen estos días su recuerdo a ese fracasado estudiante en un colegio de los jesuitas, sobrino del cardenal de La Habana, juzgado y absuelto gracias a ese parentesco y dotado de una verdadera avidez por el poder. En cambio yo prefiero dedicar mi recuerdo a quienes Castro no ofreció ninguna oportunidad. A los disidentes cubanos, Berta Soler y sus Damas de Blanco, Yoani Sánchez, Dagoberto Valdés, Elizardo Sánchez… por citar solamente a los amigos. Y a Oswaldo Payá, cuyo presunto asesinato a cargo del régimen de los Castro nunca fuera objeto de una investigación fiable. A ellos, a sus familias desconcertadas y marginadas, a sus seguidores -algunos de ellos residentes en España como Carlos Payá o Regis Iglesias– y a todo el pueblo cubano que tiene derecho a la libertad debería dirigirse nuestra preocupación.

Cuba ha visto desaparecer al icono de esa revolución que no sería otra cosa sino la consolidación de un poder autoritario y dictatorial, cuyos beneficios llegarían sólo a una elite privilegiada de militares y burócratas y condenaría al conjunto de su pueblo a la dura tarea de pelear a diario por su subsistencia. Hay un dicho en Cuba según el cual la proeza del cubano medio no consiste en llegar al fin de cada mes, sino al fin de cada uno de los días.

La muerte de Castro debería constituirse en una ocasión para un cambio político que alumbre el cambio económico que permita conseguir a la sociedad cubana unos niveles de libertad y de desarrollo económico que la sitúe en el lugar que merece. La desaparición de los dictadores acostumbra con llevarse con ellos a los regímenes que crearon. Pero la sucesión ya operada en el seno de la unidad familiar castrista no permite augurar grandes cambios en el régimen fundado por Fidel. Aunque es cierto que el carisma de su hermano no lo tiene Raúl, la cuestión por dilucidar es si el hermano quiere y puede continuar con la dictadura.

Habría que “ayudarle”. La diplomacia europea y española debería pensar en los cubanos y en su futuro, no sólo en nuestros intereses comerciales a corto plazo. Porque, entre otras cosas, además de afirmar nuestros valores democráticos, siempre serán más seguras nuestras inversiones en un país que cumple las exigencias del Estado de Derecho y el principio de legalidad que en otro donde la ley constituye una simple emanación de la voluntad del dictador.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Mirando en la dirección de los que sufren más que nosotros



Volando hacia Atenas, donde me espera la visita a un campo de refugiados, recuerdo la reflexión que una vieja señora armenia me dedicaba una tarde, tomando un té en su casa de Jerusalén. Era el año 2007, yo acababa de perder a mi hija de 20 años, todos transcurridos en un hospital y pensaba que la vida había sido injusta conmigo: mi hija; mi mujer también había fallecido, cinco años antes y mi existencia pasaba entre amenazas terroristas, limitada por la estrecha vigilancia de mis escoltas.

Y la vieja señora armenia nada sabía de eso. Sin embargo me advertía, filosófica: «Tenemos que mirar siempre en la dirección de los que sufren más que nosotros». Y es que en esa reunión alguien había referido la historia de un joven de aquella familia que vivía una historia de amor por Internet con su novia, residente en Palestina. La locura de los hombres había puesto barreras a su cariño. No les permitían el encuentro.

Los campamentos de refugiados están poblados de gentes que sufren, que huyen de sus hogares y transitan cientos de kilómetros, cruzan el mar y se hacinan allí a la espera de que se les ofrezca una oportunidad para ser libres, para encarar su futuro y el de sus familias con la dignidad que cualquier ser humano merece.

¿Qué les puedo yo decir acerca del sufrimiento? Nada. Ninguno es comparable.

Yo vengo también de la tristeza y de la vergüenza. Una serie de twitts advertían a mi compañero y amigo Juan Carlos Girauta, «mucho cuidado con lo que dices», le decían. Comoquiera que el comunicante de esos escritos es sobrino mío, pensé que convenía situar el lamentable hecho en la perspectiva familiar de un antepasado común, político de la Restauración. Quienes acusan corren el riesgo de resultar acusados, pensé; quienes advierten el de ser advertidos. Y escribí un artículo sin amenaza ni chulería alguna, correcto en la forma y firme en el fondo. Pero lo que nunca llegué a imaginar era que el padre de quién dedicaba esa amenaza virtual —un hermano mío— me fuera a achacar que me había aprovechado de ETA en uno de sus twitts descalificatorios, dedicados a mi persona, a Juan Carlos Girauta o a otros familiares nuestros.

Es el signo de los nuevos tiempos, si Girauta se queja de los aplausos podemitas a Bildu, sale el de Podemos vasco a advertirle, para luego presentarse como víctima de la operación. Y luego su padre, que conoce mi condición de víctima, me convierte, si no en victimario, sí en beneficiario de esa condición. ¿Pero quién arrojó la primera piedra? ¿Fue Juan Carlos? ¿Lo fui yo? ¿Me he aprovechado yo de ETA? Parece que está claro, aunque en el protocolo de Podemos la historia siempre se cuenta del revés.

Ya es demasiado, ya se han cruzado todas las líneas rojas, ya la miseria humana y el odio asoman en los labios de jóvenes y menos jóvenes.

Todo lo que he escrito para el conocimiento del público está ahí. Lo pueden comprobar. No hay en ello más que la constatación de la tristeza y la vergüenza. Nunca de la descalificación, la amenaza y mucho menos del odio. Y hay demasiado odio en la España que vivimos. Odio joven y odio de algunos mayores. Odio que es devastador, porque es destructivo, porque desde él no hay nada que se pueda construir.

Y yo no quiero, no podría, contribuir a atizar ese odio. Y si no hay nadie que les mande parar, al padre y al hijo, a sus compañeros o cercanos en el mundo de las ideas que en realidad son no-ideas, yo sí voy a parar. Creo que ésta debería ser la España del encuentro y de las reformas profundas, no la España de la distancia y de las trincheras que a la postre consolidan la reacción porque la provocan. Y ésa no es la España que yo quiero.

Queda con esto dicho que no voy a contribuir a darle vueltas infinitas a la rueca de los desatinos y de las injurias, pero quede dicho también que tampoco me voy a callar si me siguen increpando.

No abrigo una gran confianza en que así sea y que los gritos cesen. En todo caso, hablar bajo no parece resultar audible en medio de la ruidosa vocinglera de algunos. Pero no deberíamos pensar que por eso tengamos todos los demás que dedicarnos a gritar.

Y si ha habido tristeza, pesar y vergüenza, que la ha habido, recordemos a la vieja señora armenia, a los refugiados en los campos griegos, a los que sufren en cualquier parte de este atribulado mundo.

Parafraseando a Leonard Cohen, nuestro sufrimiento no es una credencial aquí, porque es solo la sombra de la herida de los otros.

El discurso del Rey y la regeneración democrática


Artículo publicado originalmente en Diario 16, el viernes 18 de noviembre de 2016

No hubo, apenas, la dosis de circo que estaba prevista en los escaños podemitas y sus alianzas varias. Acaso la ausencia de cordialidad en lo tocante a los gestos. No aplaudieron ni acudieron a saludar, lo que se puede considerar de mal gusto cuando un anfitrión recibe a cualquier invitado, y tan augusto además. En eso quedaría, en un gesto de mala educación. Tampoco podría sorprendernos, a la altura del tiempo en que llevábamos conociéndoles, que no se unieran al homenaje a las víctimas del terrorismo. Sus entretejidas compañías les han puesto en el lugar —una vez más equivocado— de la historia en el que se diría que todo lo ocurrido en los años de plomo ni siquiera ha pasado.

Por lo demás, el solemne acto de inauguración de la legislatura resultó irreprochable. La recepción al Rey y su familia con una larga ovación, el discurso de la Presidenta del Congreso y, finalmente, el más importante, el del Rey, quedan como recuerdo de la necesaria relación de estos tiempos con los vividos durante la Transición, como si el legado de ésta nos pudiera servir para acometer la actual.

En las palabras del Rey asomaría con rotundidad la mención a la regeneración democrática, que es una tarea pendiente en España desde muy antiguo, al menos desde la pérdida de las últimas colonias en 1898, y que sólo en otros periodos de tiempo quedaba absorbida por fenómenos convulsos y tristes de nuestra historia —la guerra civil, la dictadura franquista—. Y es que para exigir la regeneración primero debe existir una democracia, un régimen de libertades que nos permita su profundización.

Una difícil tarea, sin embargo en los tiempos actuales. Una carrera de obstáculos en la que deberemos acometer las causas de la crisis integral en la que todavía ahora nos vemos sumidos y en la que ninguno de los asuntos constituye mayor prioridad que los otros. Y si la crisis económica y los recortes y ajustes decididos para su solución supusieron el hundimiento de la clase media, está claro que sólo a través de una decidida apuesta por ella podríamos conjurar los efectos perniciosos que la provocaría, en especial el nacimiento del populismo.

Pero nos equivocaríamos si entendemos que basta con eso para recuperar un cierto aliento para la convulsa vida política española. Es trascendental esa tarea, pero no lo es menos la de dotar de una nueva legitimidad a la vida política española. Y en ese punto ni siquiera nos encontramos en la situación en la que estábamos en las elecciones europeas de 2014, cuando irrumpieron las nuevas fuerzas políticas que enterrarían el sistema bipartidista que habíamos conocido hasta ahora. Lo ha dicho el Rey en su discurso del 17-N: la repetición de elecciones, el largo periodo de tiempo transcurrido hasta la formación del gobierno, ha alejado aún más si cabía a los representantes de los representados.

Porque es bastante improbable que seamos capaces de inventar un sistema diferente al de la democracia representativa y que funcione adecuadamente. Las propuestas del populismo y su permanente llamada a los procedimientos referendarios no sólo no constituyen una solución a los problemas que supone el funcionamiento democrático sino que los agravan. La división política y social que suponen, al arrojar la patata caliente de las cuestiones no resueltas a los ciudadanos constituye un error de gravísimas consecuencias para el futuro de los países en los que se producen. Tomemos como ejemplo el reciente referéndum del Brexit y contestemos a la siguiente pregunta: ¿está hoy el Reino Unido más integrado ahora que antes del referéndum? Supongo que una contestación negativa a esta cuestión será pacífica. La ruptura social y política ha avanzado en ese país a todos los niveles. Los ciudadanos urbanos contra los rurales, los jóvenes contra los mayores, los ingleses contra los escoceses, los irlandeses del Ulster contra Irlanda… A lo que habría que añadir la siguiente pregunta: ¿no habría sido mejor que esa cuestión la hubieran resuelto los representantes británicos en la Cámara de los Comunes en una negociación con las autoridades europeas?

El fortalecimiento de la democracia representativa y la profundización de su autenticidad nos debería llevar a una relación más directa entre los ciudadanos y los miembros de las cámaras legislativas. Lo que ocurre, por cierto, a nivel municipal, donde un vecino sabe que puede disponer —y dispone, de hecho— del tiempo de los concejales, debería trasladarse al nivel autonómico y nacional. Para ello es preciso desterrar las viejas prácticas que han alejado a determinados niveles de representación de la ciudadanía, partiendo de un cambio de estilo en la relación entre ambos y ensayando otros procedimientos de elección que los acerquen, sin que por ello se pierdan por el camino los criterios de muchos ciudadanos como ocurre con los sistemas mayoritarios.


Una complicada tarea que esta legislatura debería asumir.

jueves, 17 de noviembre de 2016

La luz de Leonard


Artículo publicado originalmente en Diario 16, el miércoles 16 de noviembre de 2016

Han sido muchas noches solitarias tratando de desentrañar el significado oculto de sus palabras, unas palabras que surgían de una voz cavernosa y que presentaban imágenes aterradoras de una realidad que no podía ser como la de Platón porque los personajes y las situaciones que él evocaba estaban frente a nosotros, aunque no los quisiéramos ver. “He visto el futuro, hermano. Es un crimen”, escribió una vez que caía el muro en Berlín y el mundo ya no volvería a ser ese lugar ordenado, partido en dos, pero previsible al cabo. Allí se veían las vejaciones a las mujeres, a Charlie Manson o se solicitaban los abortos con tal de evitar que hubiera nuevos seres que perecieran en ese confuso mundo que empezaba a nacer… En tanto que el viejo hombre y la vieja mujer blancos seguían bailando.

Pero eran noches que se iban en el ritmo del baile que concluía en el fin del amor. Entonces no sabía muy bien si ese final no estaba ligado a ese ser trascendente que nos enseñaron nuestros padres y que nosotros hemos querido abandonar, ese dios con letras minúsculas o mayúsculas que era al cabo la sublimación del amor humano, como proclamaban nuestros poetas místicos, aunque Leonard no parece que los hubiera leído. Es igual.

La suya fue una larga historia de amor que tenía muchos nombres: Marianne -“So long…”-, Suzanne -esa señora del puerto que sostenía un espejo en tanto que los niños se alineaban- o aquella enigmática amiga dura de oído y que contestaba lo primero que le venía a la cabeza y a la que dedicaría su “Joan of Arc”. No, de Joplin no deberíamos hablar de amor, fue más bien sexo oral mientras que las limusinas recorrían las calles de Nueva York.

Hay algún momento en que ya no era tanto el amor físico sino el espiritual. Quizás esa frontera estuviera en “Lover, lover, lover…”, cuando pedía a su Padre que cambiara su nombre, porque ya estaba avergonzado de llevarlo. Quizás fuera en otro momento, pero se sumergiría tanto en ese mundo espiritual que Dylan dijo que sólo escribía oraciones. Lo cierto es que nunca dejaría de hacerlas y que su último disco no es sino una larga plegaria dirigida a todos los dioses que le acompañaron durante su vida, pidiendo a ese Jesús “roto, antes de que se rasgaran los cielos”, de Suzanne, que hiciera un pacto entre el amor de éste y el de Leonard, en una suerte de reconciliación entre el Viejo y el Nuevo Testamento. Volviendo a “The Future”, él era el pequeño judío que escribió la Biblia.

Y Leonard atravesó su vida sin decirle no a nada. Bebió lo que se le puso por delante, tomó las drogas que quiso, experimentó con las religiones más diversas, visitó muchos países y deleitó a muchas gentes con un tono cada vez más profundo, moderado por la suavidad de Sharon Robinson y las Webb Sisters. Claro que él había nacido con el don de una voz de oro y vivía en la Torre de la Canción.

No podía interpretar sin sentir lo que decía, no era capaz de cantar “Marianne” como quien lee de corrido un artículo de prensa. “Volveré cuando esté preparado”, dijo en una ocasión. Y si no funciona les devolveré el dinero. Cuando salió de nuevo al escenario cantó deshaciéndose en lágrimas y su público lloraría con él.

Fue un hombre elegante y digno. Siempre había vivido dentro de un traje, desde que su padre tenía una sastrería. Se entregaba en sus conciertos de tal manera que ni él ni los asistentes queríamos que acabaran jamás. Como un padre que despide a sus hijos después de una celebración familiar, Leonard nos decía que tuviéramos cuidado al dirigirnos a nuestras casas, que condujéramos bien, que nos protegiéramos a nosotros mismos… ya que él no nos podría acompañar en ese caso. Le pasó en algún lugar de Francia -creo-, que invitó a todo el público de su concierto a que le acompañara a su hotel, originando un follón morrocotudo. Se supone que nunca más volvió a cometer ese error.
De ese su tiempo vivido que fue también un poco el nuestro porque quiso compartirlo con nosotros, Leonard también extrajo su punto de remordimiento. “Ahora que estoy limpio y sobrio, dime si me querías entonces. Amen, que así sea”, cantaba en el disco “Popular Problems”, el primero de los que formaron su triada final.

Es seguro que su dios también le quiso, como le quisimos nosotros. Porque Leonard ha sido para muchos el más grande: supo ser el más cercano sin dejar de ser el más alto, un señor de la poesía y la canción, ese amigo que como Suzanne nos invita a tomar ese té con un regusto a naranja mientras te coge de la mano y te invita a escrutar los mundos en los que los muros tienen hasta grietas por las que pasa la luz.


Una luz maravillosa que es su legado. Y ahora que se ha ido nos cabe recordar su canción, todas sus canciones, en especial la que era como tantas otras una oración: “Si fuera tu voluntad, haz que termine esta noche”. Para él ya ha concluido. Y la luz le iluminará para siempre.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Los políticos españoles ante las elecciones en EEUU (Ciudadanos)



Artículo original publicado en La Razón, el 8 de noviembre de 2016.

CIUDADANOS

«Un triunfo de Trump sería una mala noticia para España»

Una victoria del candidato republicano Donald Trump constituiría, por lo pronto, una mala noticia para los aliados tradicionales de EE UU, entre los cuales se encuentra España. Las manifestaciones realizadas por el candidato en favor de Rusia y de su líder Putin, que viene manteniendo el viejo discurso de la Gran Rusia y ha puesto en marcha un programa militar de no poca consideración está afectando a nuestros socios de la UE en el este de Europa. Estados Unidos gobernado por un populista, que centrará su atención en los problemas interiores, llevará a ese país a recogerse sobre sí mismo y replantear sus relaciones comerciales. Su contribución a la defensa bajo el paraguas OTAN decrecerá y su política europea e internacional padecerán como consecuencia de esa actitud.

Sin embargo, el peso de la Administración, la presumible minoría en el Congreso y en el Senado que tenga ese Gobierno tenderá a mantener la inercia de las políticas hasta ahora emprendidas por ese país, lo cual ayudará a una diferenciación entre las manifestaciones realizadas por el candidato durante la campaña electoral, suavizando en la práctica su discurso. Otros populismos también se han debido resituar llegado el momento del ejercicio del poder.

Si este pronóstico se ve confirmado, sólo quedaría pendiente conocer el tiempo del aterrizaje en la realidad del eventual presidente y el daño que produciría.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Halloween parlamentario

Artículo publicado originalmente en El Mundo Financiero, el 2 de noviembre de 2016


PERIPECIAS DE ORDEN INTERNO EN LA COFRADÍA


La intervención del portavoz del PP en el debate previo a la primera votación de la investidura del candidato Rajoy sublevaría a los de Podemos. En esta ocasión, podría agregar, porque se diría que Hernando sólo disfruta cuando abandona las cuartillas de su discurso y arremete al contrario, al que corresponda. En el anterior debate de agosto, seríamos los de Ciudadanos el objeto de sus invectivas. Claro que entonces el cara a cara entre el presidente en funciones e Iglesias lo fue de florido guante blanco y de ironía y lisonjeo mutuos. Tengo para mí que es mejor esquivar la estocada irritante de Hernando que formularle un desplante. A la vista está que el lenguaje flamígero del portavoz del PP se corresponde más bien a las épocas pasadas de aquel bipartidismo, cuyas imperfecciones se situaban precisamente en la descalificación y la arrogancia. Dejar la espada muerta en el aire es siempre mejor que reconocer la herida, además de que supone ocasionar el mayor desconcierto posible al rival.

Es verdad que Iglesias se pasó de frenada -o que acaso su vehículo carezca de frenos-. Su estilo oratorio busca la provocación, como el de los chulos de barrio que se diría pretenden justificar su posterior estallido violento a quien responda a sus descalificaciones. En realidad lo ha dicho de forma categórica el principal responsable de Podemos: «el día que dejemos de dar miedo no tendremos sentido».

Fue poco edificante y... parlamentario sólo en cuanto a lo que debieran haber visto hace un siglo o siglo y medio los muros de la cámara: mucho ariete, poca sustancia. En todo caso los dos, Iglesias y Hernando, estuvieron mal. Hubo alusiones del segundo al primero y la presidenta debió darle la palabra al de Podemos. No fue así y la bancada populista dejaría el hemiciclo entre las protestas de estos y las de los populares. Unos y otros se diría que entienden el hemiciclo como un escenario de confrontación circense. Esperemos que no resulte antesala de un nuevo Coliseo español en el que todas las semanas de pleno nos encontremos abonados al espectáculo.

No servirá de consejo, entre otras cosas porque nadie me lo pide, pero en ese circo renovado tienen más que perder los de Rajoy que los de Iglesias. El más difícil todavía que proclaman las actuaciones de los equilibristas que desafían el vacío con un triple salto mortal le es más fácil a los podemitas, precisamente porque lo suyo es el duelo faltón y los populares, hooligans impostados, sólo lo hacen por diversión.

Y cuando se iban del hemiciclo, recordaba yo mis primeros años de parlamentario vasco, cuando los de Batasuna ni siquiera aparecían por la cámara a recoger sus credenciales. ¿Volverán?, me preguntaba.

Y es que el abandono de las tareas parlamentarias tiene también su precedente en la política parlamentaria nacional. Cuentan Gabriel Maura y Melchor Fernández Almagro que, durante el debate de la ley de jurisdicciones en 1909, el solidario Salvatella incurrió en el error de exigir «de inmediato» la derogación de dicha ley; imposición a la que de modo alguno podía plegarse el presidente del Consejo, Maura, pero que tampoco había de hallar eco en Moret, autor de la famosa ley. Sólo una brillantísima intervención de Cambó, requerido por sus mismos compañeros de minoría, logró evitar un desastre, obteniendo de Maura que incorporase la derogación de la ley a su programa parlamentario —pero suprimiendo la palabra «inmediatamente».

Seis días más tarde, Maura comentaba: «Los solidarios, según dicen, tardarán poco en volver a asistir, es peripecia de orden interno en la cofradía».

En efecto, volverían los solidarios catalanes como volvieron los de Podemos a votar que no al candidato.

Las luminarias del hemiciclo se apagaban y las sombras de los antiguos políticos de la Restauración canovista menudeaban por entre los escaños, reconociendo los turbulentos de antaño a los de hogaño, en un feliz episodio de Halloween parlamentario. Y si los de aquellos tiempos ocupaban sus horas en lo adjetivo, esperemos que los de ahora podamos hacer algo por resolver los verdaderos problemas del país. Algunos lo intentaremos.

lunes, 31 de octubre de 2016

La injuria tiene un escaño


Artículo publicado originalmente en Diario16, el lunes 31 de octubre de 2016

(Dedicado a mi compañero y amigo Juan Carlos Girauta)

Cuando se apagaron las luces del hemiciclo, los manifestantes de “Rodea el Congreso” hacían eso precisamente con algunos diputados de Ciudadanos y las Redes Sociales ofrecían testimonio de los enfrentamientos vividos en la corta y tensa sesión acaecida pocos minutos antes.

Fue Gabriel Rufián el que llevaría al Congreso su arsenal dialéctico en el que sólo sobresale el insulto y la vulgaridad. De sus descalificaciones, en especial al PSOE, provino la respuesta del portavoz socialista y el aplauso reconocido de su grupo al que nos sumamos PP, PNV y Ciudadanos. Pero los de Podemos, un partido que hace causa común con todo lo que resulta desechable y desterrable de los comportamientos políticos, se solidarizaría con Rufián y su ERC, además de con Bildu y otros extremos.

Parapetado entre ellos, el flamante diputado vizcaino, Eduardo Maura, llegaba desde Twitter a amenazar al portavoz de Ciudadanos. Vengo del País Vasco y sé mucho más de ETA que tú, proclamaría: “Girauta, mucho cuidado con lo que dices. Algunos venimos de allá y de muy lejos. El insulto barato envilece”.

Eduardo Maura es tataranieto de quien fuera en cinco ocasiones presidente del Consejo de Ministros. Un político que defendió la unidad de España de forma más que contundente:

«¿Queréis personalidad para hacer jirones la inconsútil soberanía de la Patria? -preguntaría don Antonio a la minoría catalana el 21 de junio de 1907-. Nunca, nada. Mientras yo aliente y pueda, jamás logrará un gobierno sacar una una ley que mutile eso. Si yo tengo la fortuna de tener a mis hijos al lado de mi lecho de muerte, yo les diré que servirán más a su Patria combatiendo eso que derramando su sangre en la frontera».

No parece opinar lo mismo su tataranieto, dispuesto como sus compañeros de bancada a organizar referendos de autodeterminación en cualquier región española en la que alguna minoría lo demande, aunque la ley -en especial, la Ley de Leyes, la Constitucion- lo impida.

La ley, que para los de Podemos sirve de beneficio de inventario, era para el tatarabuelo de Eduardo Maura elemento de observancia básica: «Procurar que nos acerquemos al día en que podamos decir con verdad que las leyes rigen en Espana, porque no me atreveré a confiar, por larga que sea mi vida, que yo lo veré, por mucho que lo desee», diria el político mallorquín, con premonitorias palabras, el 8 de julio de 1904.

Viene del País Vasco, el diputado de Podemos. Y dice saber mucho de ETA. Supongo que no como producto de las conversaciones que él mismo ha afirmado mantenía con los escoltas de quien firma este artículo, que no con su autor. Quizás más su conocimiento proceda de la fluida relación que mantiene su partido con Bildu, los herederos políticos de la banda asesina… O no tan políticos, dada la ya acreditada conexión que Pablo Iglesias mantiene con Arnaldo Otegi, convicto miembro de la organización terrorista.

Fue precisamente Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE, quien en la sesión del Congreso de 9 de julio de 1910, advertiría: «Para impedir que el señor Maura vuelva al Poder, ya dije en otra parte que mis amigos estaban dispuestos al atentado personal».

Y como las armas las carga el diablo, ocurrió que en la noche del 22 del mismo mes de julio, cuando Maura, llegaba en tren a Barcelona para embarcar hacia Mallorca, un joven republicano radical de 18 años, confundido con el grupo de amigos que aguardaba a los viajeros en la estación de Francia, hizo contra él, apenas apareció en la portezuela del vagón, tres disparos de arma de fuego, de los cuales dos le atravesaron, con orificio de entrada y salida, la pierna derecha y el brazo izquierdo, respectivamente, hiriendo los músculos, pero sin interesar los huesos ni los órganos vitales.

Eso es lo que tienen las amenazas, aunque se profieran al amparo de la inmunidad parlamentaria. Ya lo dijo también don Antonio Maura, «la injuria tiene un escaño».

Lo que no sabía el político mallorquín es que uno de esos escaños de la injuria correspondería, andando los años, a uno de sus tataranietos.

domingo, 30 de octubre de 2016

Un hueso difícil de roer

Artículo publicado originalmente en El Español, el jueves 27 de octubre de 2016

La España de nuestros días es un país políticamente compuesto. Compuesto por quienes aún están instalados en que nada ha cambiado en realidad y quienes pensamos que el panorama político español es diferente al que hemos visto hasta quizás las elecciones europeas de 2014, cuando irrumpieron dos nuevas fuerzas políticas, Podemos y Ciudadanos.

Así Rajoy, que sigue instalado en el bipartidismo. "Siempre ha gobernado en España el partido más votado", insistiría en diversas ocasiones a lo largo del debate. Claro que la ruptura de ese sistema permite que el juego de las mayorías varíe, como ocurre en otros países de Europa, en los que no hace falta que forme parte del partido más votado el presidente electo.

Claro que la ruptura de ese sistema permite que el juego de las mayorías varíe, como ocurre en otros países de Europa, en los que no hace falta que forme parte del partido más votado el presidente electo.
Una lógica bipartidista que clama por la desaparición de los partidos más aproximados ideológicamente. Y es que estoy convencido de que muchos de los populares piensan que, en el fondo, Ciudadanos es un partido que ha arrebatado los votos que eran del PP. Y, aunque resulte una obviedad, habrá que seguir diciendo que los votos son de los ciudadanos y no del partido a cuya papeleta votan.

Aún así, un Rajoy aparentemente inédito, apareció en el Congreso para ofrecer una imagen reformista, abrirse al diálogo como solución y convocar a una triada de cambios sin duda imprescindibles: las pensiones, la educación y la financiación autonómica. Es cierto que también estableció líneas rojas, como la relativa a la reforma laboral, para él la mejor de las posibles, a pesar de la precariedad y la dualidad del mercado de trabajo que ha consolidado.

Estoy convencido de que muchos de los populares piensan que, en el fondo, Ciudadanos es un partido que ha arrebatado los votos que eran del PP. Y, aunque resulte una obviedad, habrá que seguir diciendo que los votos son de los ciudadanos y no del partido a cuya papeleta votan

Dijo el candidato que ha intentado formar un gobierno tan pronto como las circunstancias se lo han permitido. Sin embargo, no se quiso referir a lo que expresaron sus más próximos dirigentes, cuando después del bronco Comité Federal del PSOE, este partido acababa con la deriva a que le conducía su entonces Secretario General; esos mismos dirigentes que exigieron a los socialistas un horizonte de estabilidad presupuestaria de, al menos, dos presupuestos. ¿Hubo en realidad algún momento en que Rajoy soñó con unas terceras elecciones, para laminar aún más a sus rivales, especialmente los que estaban y están divididos?

A nada de eso se refirió Rajoy, que prefirió hacer de la necesidad virtud, poniéndose al frente de un gobierno difícil, antes que a la cola de una solución improbable, como era la de llamar por tercera vez a votar.

¿Hubo en realidad algún momento en que Rajoy soñó con unas terceras elecciones, para laminar aún más a sus rivales, especialmente los que estaban y están divididos?

Y ni siquiera fue correcto su ofrecimiento de diálogo. "El diálogo se impone", le espetaría el portavoz socialista en la mañana del jueves. Un gran discurso, seguramente para un gran partido... que son ya dos, por lo menos.

Pero claro, Rajoy pretendía curar las heridas en su rival de otros tiempos, aludiendo a que en realidad defendían ambos muchas cosas comunes. Y no dejaba de tener razón. En realidad, el candidato evocaba la antigua tesis del "crepúsculo de las ideologías", aunque sin citar ni el término ni a su autor. Sólo le faltaba dar un paso más para situarse en el siglo XXI y afirmar que lo que importan son las ideas renovadoras y reformistas, aunque para decir eso hace falta ser renovador y reformista, virtudes de las que el de Pontevedra no dispone.

Pero algún atisbo se vio respecto de ese discurso cortado a sus dirigentes -¿por él mismo?- respecto de la estabilidad presupuestaria pedida por los populares, aunque ya en este caso no adquiriera ribetes de exigencia.

Sólo le faltaba dar un paso más para situarse en el siglo XXI y afirmar que lo que importan son las ideas renovadoras y reformistas, aunque para decir eso hace falta ser renovador y reformista, virtudes de las que el de Pontevedra no dispone.

Y después del drama que en la tribuna representaba a los partidos tradicionales en liza, llegaría el melodrama. Un desatado Iglesias que, después de meter el dedo en el ojo al PSOE -y Ciudadanos- pretendía poner en valor su proyecto político. Un proyecto que, en realidad, no parece tampoco demasiado unido.

Fue el del líder de Podemos un mitin de partido, no la contestación a un candidato a cuyas políticas aludiría con la brocha gorda de los recursos fáciles. Y fue fácil presa para un Rajoy que se encargó de denunciar el doble juego de la representación parlamentaria y de las algaradas callejeras. Por supuesto que en eso, pocas lecciones pueden dar los partidos políticos viejos a los nuevos; porque la comprensión de lo que ha sido la labor institucional y las convocatorias a las masas ha sido cuestión transversal a la política española, a la que siempre ha gustado repicar a la vez que sumarse a la procesión.

Llegaría el momento de quién se ha mostrado en todos los momentos que ha podido facilitador de las soluciones. Rivera presentó su propuesta de política, que es la que se refiere a las reformas necesarias. Pero Rajoy se evadió, conscientemente, de evocar las más políticas de entre ellas: la ley electoral, la Constitución... El Rajoy de siempre, en suma.

Será un hueso difícil de roer, seguramente, pero en eso consistirá nuestro trabajo.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Cinco años sin ETA y una declaración institucional

«Es imprescindible evitar esta especie de altzeimer social que la sociedad vasca corre el riesgo cierto de contraer»

Artículo publicado originalmente en Diario 16, el lunes 24 de octubre de 2016

Cinco años después de que la banda terrorista anunciara el «cese definitivo de su actividad armada» —en palabras de su encapuchado portavoz—, un cierto ambiente de tranquilidad parece haberse apoderado de las gentes vascas. Ya no hay atentados, los empresarios no reciben cartas de extorsión, los escoltas van desapareciendo del paisaje y —salvo lo que haya que hacer con los presos de ETA y el derecho a la reparación de las víctimas— el debate político se refiere a los asuntos que habitualmente forman parte del mismo: se diría que el País Vasco ha recuperado la normalidad.

Lamentablemente se trata sólo una apariencia, no sólo por la salvaje agresión sufrida por unos agentes de la guardia civil y sus parejas en Alsasua. Y eso que sabemos que la victoria sobre la banda asesina se produjo gracias a la aplicación del Estado de Derecho, la perseverancia de las fuerzas y cuerpos de seguridad, el acuerdo de los partidos y —lo último, pero no lo menos importante— la colaboración entre Francia y España.

Pero no es eso lo que parece haber quedado en la retina de la sociedad vasca. En un reciente reportaje de la televisión pública vasca se entrevistaba a la hija del etarra que asesinó a Melitón Manzanas —el primer atentado mortal de la banda—; ene ella, el periodista de ETB daba por hecho, sin tener que proceder para ello a ninguna justificación, que el etarra era un político, porque había sido encarcelado bajo la dictadura franquista.

¿Será ese el relato que debamos aceptar de lo ocurrido? Y si es así, ¿cuántos años deberán pasar para que los etarras presos durante la democracia sean considerados «políticos» y el régimen que preside la Constitución de 1978 aparezca como represivo y violador de los «derechos del pueblo vasco»?

Es verdad, se producen ciertas escenificaciones en las que algunos asesinos piden perdón a sus víctimas, en tanto que menudean las peticiones para el acercamiento de los presos etarras al País Vasco, eso sí, sin que ETA entregue las armas y anuncie su disolución definitiva. No seré yo quien discuta que se deba pedir perdón y que se pueda ser perdonado. ¿Pero qué ocurre con los 300 asesinatos de la banda que aún quedan por resolver? ¿No se debería exigir a los etarras, que son autores, cómplices o encubridores, su colaboración al esclarecimiento de esos atentados?

Un importante sector de la sociedad vasca se ha instalado en la feliz idea de vivir como si ETA nunca hubiera existido —en feliz afirmación de Joseba Arregui—. Los mismos vascos vergonzantes que miraban hacia otro lado cuando caían guardias civiles, policías nacionales, jueces, periodistas y políticos; cuando secuestraban a empresarios o les enviaban cartas conminatorias a la entrega de una cantidad; cuando nos veían recorriendo las calles con nuestros escoltas.

Es imprescindible evitar esta especie de altzeimer social que la sociedad vasca corre el riesgo cierto de contraer. Recuperar la memoria y adjudicar las calificaciones auténticas a los hechos. Y si el Estado de Derecho venció un día a la banda asesina, hoy la política democrática debería emplearse también a fondo en denunciar la tergiversación de los hechos y restaurar la verdad de lo ocurrido.

Y, cinco años después del anuncio etarra, todavía el Congreso de los Diputados era incapaz de aprobar siquiera una brevísima declaración institucional en la que se celebraba esa victoria de la democracia sobre el terrorismo, se rendía homenaje a las víctimas y se llamaba a la defensa de las ideas en un marco de libertad y respeto a las leyes. No cargamos precisamente las tintas del borrador de la posible declaración quienes llevábamos en la memoria esos años de plomo (algunos, por cierto más que en la memoria, Eduardo Madina, uno de los negociadores, había sido objeto de un atentado). Lo fueron quienes precisamente se sitúan en el mismo campo ideológico que el de los asesinos. Por cierto que incluso alguien convicto y encarcelado por pertenencia a banda armada tuvo la osadía y le dieron la oportunidad de vetar al texto. Diré su nombre: Arnaldo Otegui, quien consultado por el mismo Pablo Iglesias, alegaba por lo visto que la redacción propuesta era más bien el relato de una parte del «conflicto».

Queda para mi historia particular —y la de mis lectores— esa relación fluida entre el etarra y líder de Bildu y el de Podemos. Una relación que quizás se deba analizar con más detalle en otro momento. Lo que sí parece claro es que los herederos políticos de los asesinos no están dispuestos siquiera a reconocer que lo que hicieron los suyos era simple y llanamente terrorismo. ¿Será quizás porque se sienten confortados por el relato que va quedando de esos años?

Pues eso es lo que habría que evitar.

jueves, 20 de octubre de 2016

Hans, el fotógrafo y la vida real



Hans -el nombre es figurado- es un fotógrafo de eventos al que conocí en un reciente encuentro político en Bratislava. Me abordó en el momento de la pausa del café y conversamos un rato. El día siguiente, en la cena de clausura en un restaurante desde el que se podían ver las aguas de ese extraordinariamente caudaloso río que es el Danubio, se sentó a mi lado. Cualquiera puede pensar en lo fortuitas y ligeras que son las relaciones que se hacen en las reuniones internacionales. Apenas unos intercambios de información envueltos en una educada cordialidad. Cualquiera lo piensa y no se equivoca además. Pero Hans es un hombre sentimental. Como tantos otros alemanes, que esconden sus más íntimas vivencias en un lenguaje rudo y unas maneras correctas aunque cerradas.

Y Hans desgranaría su historia a lo largo de la cena, en tanto que mis otros compañeros de mesa anudaban otras conversaciones. Hans es el tercero de tres hermanos -uno de ellos vive precisamente en Bilbao-. Está divorciado y tiene dos hijos. "Mi mujer decidió que quería vivir otra vida", me cuenta mientras dirige sus ojos inyectados de amargura hacía el mantel de la mesa. Otra vida... Y él no se lo ha pasado bien después de eso. "Alcohol y chicas guapas. Ahora he dejado todo eso". Y no bebe un sorbo de vino en toda la cena. Ahora toda su vida está destinada al trabajo. Debe pagar la educación de sus hijos y mantener esa "otra vida" de su mujer. Su padre le dijo que la vida real empieza alrededor de los 50. Y yo me asombro al comparar esa afirmación con mi vida a partir de los 47. ¿Es que era menos real que la actual? No lo sé con certeza, pero sí que sé que el ser humano tiene una cierta capacidad de reinventarse a esa edad. Y que yo lo hice. Pero Hans continúa refiriéndome su historia. Su padre le legaría la casa familiar. Pero tenía necesidad de reformas y él no contaba con capital suficiente. Por eso también tiene que trabajar. "Cada euro es importante para mí", asegura. Y declara a continuación que se encuentra bien.

Pero Hans es un corazón solitario que se rompe en pequeños pedacitos cuando se encuentra con alguien que esté dispuesto a compartir ideas y situaciones vividas. Porque ese es quizás el mayor drama de la existencia, la soledad. El doloroso paso de los días empujados el uno por el otro sin que el rosario de sus cuentas parezca tener final. Donde no hay cariño, sino una conversación ocasional; donde los amigos desaparecen, devorados por sus familias y su vida social y profesional. Y tú no sabes adónde ir, ni con quién hablar. Y tengas la tentación de recurrir -como Hans- al alcohol y a las chicas guapas.

Aunque siempre cabe una luz fugaz. El destello de la comprensión, siquiera porque compartimos lo vivido, en latitudes diversas pero en circunstancias que algo se le parecen.

Debo decir que apenas le hice a Hans alguna confidencia, más allá de las inevitables. Esas que me ligaban a su país.

En su canción "Avalanche", decía Leonard Cohen:

"Your pain is no credential here,
it's just the shadow, shadow of my wound"

Pero la dureza de estos versos no evita que piense en que el sufrimiento nunca se puede comparar, cada cual tiene el suyo, y porque es el suyo es el sufrimiento que conoce. Y el problema de Hans es que sigue anudado a su pena. Y aunque se ha desprendido de sus falsos refugios y haga todo el ejercicio que puede para llegar agotado a su casa solitaria y descansar sin que sus pensamientos le devuelvan la realidad, nadie sabe —seguramente que ni siquiera él mismo— si ha conjurado para siempre el peligro.

Entretanto Hans regresará a Berlín a la espera de un nuevo encargo. Con su gesto afable y su mirada triste volverá a recorrer las avenidas de su gran ciudad —cuanto más grande sea y más gente anónima la transite, más poderosa resulta la sensación de abandono— o correrá en la cinta de su gimnasio.

Pero la vida, también para Hans, esa vida real que, según le advertía su padre, empieza alrededor de los 50 está ahí. Y allí está también él, pidiendo a sus fotografiados que esbocemos un gesto simpático. ¿Lo tendrá también para él mismo? A veces sí. ¿Por qué no? ¿O es que la vida real siempre tiene que vivirse desde el desaliento?
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