lunes, 19 de octubre de 2015

La Unión Europea debe presionar a Marruecos para que no negocie con lo que no es suyo


La opinión legal emitida recientemente por la Unión Africana ha vuelto a reafirmar que la explotación de los recursos del Sáhara Occidental por parte de Marruecos constituye una clara violación del derecho internacional. Pero, una vez más, Marruecos ha hecho oídos sordos al llamamiento de esta organización para que se abstenga de realizar acuerdos  “con cualquier otro Estado, grupo de Estados o empresas extranjeras para la exploración o explotación de los recursos naturales renovables o no renovables sobre el territorio del Sáhara Occidental".

Por  el contrario, su Gobierno ha seguido con la estrategia que pretende un reconocimiento implícito de su ocupación ilegal en el Sáhara Occidental con acuerdos con  grandes empresas de prestigio internacional. Es el caso de los planes del  Gobierno marroquí para la construcción  de cinco parques eólicos que, según el texto de la licitación, estarán situados en diversos lugares del Reino de Marruecos, lo que no es cierto ya que dos de las instalaciones incluidas en el proyecto, en las localidades de Tiskrad y Bojador, estarán situadas en el Territorio No Autónomo del Sáhara Occidental.

Respondiendo a un llamamiento de la organización Western Sahara Resource Watch he dirigido cartas a las multinacionales que fueron preseleccionadas para el proyecto y que han seguido en la licitación pese a las advertencias que les hizo esta ONG, para que no se hagan cómplices de la política marroquí que ignora la obligación de contar con los habitantes del territorio en litigio, los saharauis, a la hora de negociar con sus recursos naturales. La legislación internacional obliga a Marruecos a contar con la autorización  del interlocutor válido reconocido, el Frente Polisario, para iniciar la explotación de dichos recursos. Adicionalmente, los saharauis deben beneficiarse del resultado de las explotaciones. En este caso, no se cumple ninguna de estas dos condiciones. 

Resulta indignante que la mayoría de esas grandes empresas hagan gala de códigos de responsabilidad corporativa que pretenden convertir en elementos de su marca el compromiso a conductas empresariales íntegras, respetuosas con los derechos humanos, el desarrollo sostenible y otros elevados objetivos éticos con las poblaciones de los países donde operan. El colmo es que se escuden en los loables beneficios de la energía “verde”para justificar su asociación con un plan económico que apoya en la sistemática violación del derecho de los saharauis sobre sus recursos naturales. 

El respeto a los principios de la Carta de la ONU y el derecho internacional que deben ser el eje de la acción exterior europea, tal como establece el al art. 21 del Tratado de Lisboa, es incompatible con la actitud con que Marruecos, socio privilegiado de la Unión Europea, incentiva conductas empresariales que violan el derecho internacional y represalía a las empresas de países que, como Suecia, no aprueban su comportamiento de estado gamberro.

miércoles, 7 de octubre de 2015

¿Qué podemos hacer con los conflictos enquistados en nuestra vecindad del este?



Publicado originalmente en El Huffington Post, el 7 de octubre de 2015

Los conflictos en el espacio postsoviético que se han quedado congelados no son resultado de levantamientos o luchas entre naciones aleatorias sino que, en su mayoría, tienen un embrión común, que no es otro que la extinción de la Unión Soviética y sus consecuencias territoriales, políticas y sociales, y el renacimiento de la idea de la gran Rusia -y, por ende, sus áreas de influencia- a manos de su presidente, Vladimir Putin.

El trasfondo de los conflictos tiene la estrategia rusa de frenar a los países que estuvieron en su esfera de influencia de Moscú y que ahora pretenden integrarse en la Unión Europea y la OTAN.Al principio sólo era una política oportunista, si es que entendemos como oportunismo el aprovechamiento político de una oportunidad para forzar objetivos más o menos inconfesables. Pero después de que se comprobase que se trataba de una herramienta bastante efectiva, se convirtió en un mecanismo habitual de la política exterior rusa. Salió bien la jugada, por ejemplo, en Osetia del Sur y Abjasia, en Georgia, y Rusia se ha limitado a repetir el mismo proceso en Crimea y el Este de Ucrania.

Dicho proceso, aunque desconcertante, es simple: un conflicto territorial sin una solución clara en la esfera de Rusia es la excusa perfecta para que Moscú mantenga su particular concepto de paz en sus propios términos. Una paz que es el resultado de su control sobre esos territorios.


Esto no hace sino confirmar el resurgimiento de Rusia como potencia internacional con intereses evidentes en toda la región, lo que -como es lógico suponer- no anticipa soluciones a corto y medio plazo de los conflictos congelados. Unas soluciones que cubran las expectativas de esos países. Por ello no conviene que seamos demasiado optimistas respecto a su resolución rápida, definida por el respeto a la integridad territorial de los Estados afectados por estos movimientos secesionistas.Desde el punto de vista geoestratégico, la principal conclusión a la que se llega puede enunciarse de la siguiente manera: Rusia ha vuelto a la escena política. Su aparente decadencia tras el final de la Guerra Fría ha sido un paréntesis —breve— en su secular trayectoria como potencia mundial de primer orden.


Por esa razón, hoy, más que nunca, el papel de la Unión Europea en la región debe ser el de protagonista; es necesario que dejemos de hacer una política seguidista de los Estados Unidos y empecemos a tomar decisiones; actuar. Eso sí, no debemos pasar de la diplomacia suave a la dura, ni pretender suplantar a EEUU, entre cosas porque hoy por hoy no es esta una alternativa razonable. 

La UE debe actuar diplomáticamente en estos conflictos, pero operando sobre la nuestros de nuestros valores comunes -el respeto a la democracia y a los DDHH-, y en abierta coordinación con otras organizaciones expertas en la resolución de conflictos y en las tareas de mediación como es el caso de la OSCE.


Y, sobre todo, y aun sabiendo que no podemos mostramos complacientes ante el despliegue de una Rusia dispuesta a influir en un espacio territorial que quizás pueda no tener límites, también debemos saber que no podemos vivir permanentemente enfrentados con el vecino.Una adecuada combinación entre la actitud exigente y la comprensión de que no hay más remedio que convivir con un país con el que compartimos muchos kilómetros fronterizos es, desde mi punto de vista, la estrategia que hay que seguir.Sabemos que no es cosa fácil. Pero ese es, precisamente, el objetivo de la política y la tarea de los políticos. Parafraseando a un político español de finales del siglo XIX, don Antonio Cánovas del Castillo, convertir lo necesario en posible.

martes, 6 de octubre de 2015

Situación en Libia - Intervención en el plenario de Estrasburgo, 06.10.2015



«Estimados colegas,

La propuesta de acuerdo que ahora tenemos sobre la mesa representa seguramente la última oportunidad para que las dos facciones sienten las bases para un alto al fuego, y para la formación de un gobierno de unidad nacional que permita avanzar en la pacificación del país y la estabilización de la región.

Y no lo digo yo, lo dice Bernardino León.

Para conseguirlo, el 20 de octubre es la fecha límite. Si para entonces no se consigue crear un Gobierno de unidad nacional, será empezar de cero en las negociaciones.

Y lo que es peor, una falta de acuerdo no sólo será negativo para la población Libia y las consecuencias regionales de una continuación del proceso de balcanización del país, sino que favorecerá el crecimiento del Estado Islámico. Mientras hablamos, Daesh sigue avanzando: ya controla una franja costera del tamaño de Suiza; está organizado militarmente, como en Irak o en Siria; y tiene acceso a aviones y barcos de guerra.

Y nosotros seguimos sin actuar; sin poder llegar a acuerdos vitales para la viabilidad de la región situada en la frontera meridional de la Unión Europea.

No podemos seguir eludiendo nuestras responsabilidades. Debemos apoyar y ejercer toda la presión posible para que, primero, las negociaciones lleguen a buen puerto y, segundo, ofrecer toda la asistencia a las autoridades libias para que intervengan militarmente contra el estado islámico e impidan su expansión.

Sólo así conseguiremos asentar las bases para un futuro estable en la región.

Muchas gracias.»

“Análisis del funcionamiento del Tribunal de Cuentas de España: comparativa europea” en la oficina del Parlamento Europeo en España



Intervención del Fernando Maura, vicepresidente del Grupo ALDE

«El Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa comparte con la Fundación Hay Derecho su preocupación por la calidad de las instituciones en España y en Europa y por la defensa del Estado de Derecho, para cuyo correcto funcionamiento es imprescindible que existan instituciones que garanticen adecuadamente el control de los Poderes Públicos. Sin duda los EFS (Entidades de fiscalización superior) son instituciones muy relevantes para ejercer este cometido en la medida en que se responsabilizan del control del gasto público, pudiendo en algunos casos (cuando tienen funciones de enjuiciamiento) exigir directamente las correspondientes responsabilidades contables en las que hayan podido incurrir los gestores públicos.

Por ello el Grupo ALDE ha esponsorizado este estudio, elaborado por la Fundación ¿Hay Derecho? con su habitual independencia y rigor. Este estudio es además el primero de una serie que la Fundación pretende llevar a cabo sobre la evaluación de las instituciones en España desde una perspectiva comparada, dado que se trata no de realizar críticas estériles sino de identificar y asumir las mejores prácticas que puedan existir en otros países de nuestro entorno.

Para el Grupo ALDE es imprescindible reforzar la legitimación de nuestras instituciones, tanto de las nacionales como de las europeas, para lo que considera indispensable acercar su conocimiento y funcionamiento real a los ciudadanos y a la opinión pública. Un estudio de estas características, que incluye también al Tribunal de Cuentas Europeo, satisface este objetivo en la medida en que permite conocer mejor, pero con un lenguaje accesible y visual para los no expertos en la materia, cual es el papel que cumplen en una democracia avanzada las Entidades de Fiscalización Superior, y en particular cual es el papel que puede y debe desempeñar en España el Tribunal de Cuentas.

El objetivo del estudio es evaluar el funcionamiento o desempeño del Tribunal de Cuentas español a partir de su comparación con otras Entidades Superiores de Fiscalización europeas, con el fin de:

  • Incrementar el conocimiento que los ciudadanos tienen de la institución
  • Identificar posibles áreas de mejora a través de mejores prácticas europeas
  • Ayudar a potenciar el papel esencial de esta institución en el sistema democrático español, especialmente en lo referente a la lucha contra la corrupción y la mejora de la eficiencia del sector público

Esperamos que este estudio sirva también para que la propia institución tome conciencia de su relevancia social y política y de la importancia de sus funciones para mejorar la calidad de nuestra democracia. Sin duda, las posibilidades están ahí, en el potencial de su equipo directivo y técnico; algunas de posibles mejoras que puedan implantarse para aumentar el peso y el prestigio de la institución de cara a los Poderes públicos y a la sociedad ya han sido testadas en otros países. Confiemos en que este estudio contribuya a que el Tribunal de Cuentas español se convierta en pionero y referente de la regeneración de nuestras instituciones».

Un programa liberal para afrontar de una manera integral el reto de la inmigración

(Foto propiedad de Fondazione Paolo Cresci)

Publicado originalmente en El Mundo Financiero


SE PRECISA UN ACUERDO HOMOGÉNEO


Nuestra prioridad debería centrarse en los campos de refugiados situados en terceros países, lo que significa que deberían ser dotados con unos medios suficientes. Por eso, la Agencia para los Refugiados de la ONU (UNHCR, en sus siglas en inglés) deberá ver mejorados sus recursos de una manera sustancial. Tanto la UE como los Estados miembros tendrán que doblar sus contribuciones si no quieren ver a más gentes abandonando esos campos en dirección a Europa. A esta conclusión llegamos en ALDE —grupo de los Liberales y Demócratas Europeos— solo con observar los datos: el porcentaje de cobertura de recursos en los programas regionales de la UNHCR destinados a Siria para este mismo año es del 57% —770m$. El World Program for Food ha reducido de manera drástica su presupuesto por refugiado en esta región, pasando de los 30$ por mes a solo 13$. El agujero financiero previsto hasta febrero de 2016 es de 292m$.

En este sentido es precisa la convocatoria de una nueva conferencia de donantes para que, no solo la UE y los Estados miembros establezcan nuevos y significativos compromisos, sino para que también los países del Golfo y los países árabes hagan su contribución.

Mientras tanto la situación en Siria se va deteriorando día a día. Necesitamos de manera urgente una iniciativa de paz liderada por la UE que comprometa a los EEUU, Rusia y China lo mismo que a Turquía, Iran y Arabia Saudí para que acuerden un plan de paz para aquel país. De acuerdo con este plan, los poderes regionales detendrían sus operaciones militares en territorio sirio, que debe ser progresivamente estabilizado. La pretensión del plan seria doble: conseguir la retirada de El Assad y eliminar al DAESH, para lo cual deberíamos proveer de recursos al Ejército Libre de Siria.

Por ello, la Alta Representante debería ponerse a trabajar con el Secretario General de esa organización y los mencionados actores principales para desarrollar esta iniciativa, para lo cual tendría que pedir un mandato del Consejo Europeo en este sentido.

Por otra parte, la UE debería recuperar el control sobre sus fronteras. Habría que convertir a Frontex en un verdadero sistema europeo de gestión de fronteras que disponga de distintos niveles de eficacia en su labor de policía. Ese sistema europeo tendría que ser capaz de recibir, asistir, registrar y analizar las diferentes procedencias políticas o económicas de las gentes que llegan, tanto desde el mar como desde tierra. Este es un importante componente del programa de asignación, que no podría operar de manera eficaz hasta que nuestras fronteras sean seguras y las posibilidades de recepción hayan quedado establecidas.

Un mejor procedimiento de entrada es fundamental, así como también lo es el establecimiento de un sistema de retorno de las gentes que no requieren de protección internacional.

Hay que definir asimismo una acción inmediata para que la migración no desestabilice a los países de los Balcanes occidentales.

Para todo ello habría que activar una cláusula de Solidaridad Europea que ayude a Grecia y a Croacia, con el objetivo de asegurar que la situación en nuestras fronteras está bajo control. De acuerdo con el artículo 222 del Tratado, la Comisión podría enviar efectivos para gestionar las fronteras del espacio Schengen, controlar la entrada en la UE y establecer servicios para el registro y la recepción y gestionar el proceso.

Es preciso señalar que hoy en día disponemos de 28 sistemas de asilo que se basan en criterios similares pero se aplican de diferentes maneras. Como resultado corremos el riesgo de destruir el espacio Schengen. Es necesario modificar radicalmente la regulación de Dublín para asegurar una permanente y equitativa distribución de la responsabilidad a través de los Estados de la UE. Es preciso crear un solo sistema, que aplique de la misma manera los criterios que se acuerden y establecer un proceso justo y humanitario para las gentes que buscan refugio en la Unión.

Debería también resultar posible a los refugiados que puedan solicitar asilo y protección temporal en los campos de la UNHCR en terceros países. Y, en paralelo con todas las medidas propuestas, es necesario realizar un esfuerzo conjunto de la UE para resituar a familias que se encuentran en estos campos dentro de los países de la UE, de modo que no tengan que recurrir a los pagos exorbitantes a los que los mercaderes del transporte ilegal de seres humanos les someten y evitar también esos arriesgados viajes.

Un proceso de recolocación debería iniciarse con los 160.000 refugiados procedentes de Grecia e Italia. A los refugiados a quienes se les haya concedido el derecho a protección temporal en la UE, debería garantizárseles también la posibilidad de trabajar, de modo que puedan contribuir con la sociedad y no ser percibidos como una carga.

La Unión precisa de un solo sistema de emigración económica, que reemplace la actual jungla de 28 sistemas más 1 —de la UE— para construir un procedimiento, de modo que que los inmigrantes cubran los déficit de las necesidades europeas para trabajadores cualificados y no cualificados. También habría que llamar a una revisión en profundidad de la Blue Card que permita a estos dos tipos de trabajadores su obtención basada en criterios objetivos.

lunes, 5 de octubre de 2015

Hacia la diplomacia cultural: una guía de actuación


Mediante el procedimiento parlamentario calificado como Opinión, la Comisión de Cultura del Parlamento Europeo ha pedido al servicio exterior de la Unión Europea que incorpore la dimensión cultural a la política exterior de la UE


Esta opinión, que firmada por mi persona, obtendría 20 votos favorables, 4 contrarios y 2 abstenciones; señalaba a modo de declaración de principios, que la cultura -junto con el diálogo intercultural e interreligioso- constituye un instrumento muy potente para la acción exterior, y plantea el diálogo con terceros países; además de la cohesión, la paz y la seguridad, al mismo tiempo que promueve los contactos entre los pueblos, el diálogo participativo con los actores culturales en los diferentes campos y el fortalecimiento de los ciudadanos y de la sociedad civil. Se trata de un valor a tutelar, ahora y en el futuro.

No cabe duda de que las agresiones sufridas por el patrimonio cultural, como consecuencia de la expansión del DAESH, unidas a otras tantas producidas en la historia de la humanidad, eran una excelente oportunidad para desarrollar esta opinión.

Y es que las políticas culturales están basadas en los valores fundamentales de Europa, la comprensión mutua y la cooperación. Y la idea de una ciudadanía global, de modo que deberían ser incorporadas de una manera estratégica en la acción exterior de la UE. Eso incluiría a la política de vecindad de una manera muy concreta.

No se trata de exportar los valores europeos a terceros países, como si practicáramos una suerte de segunda —o tercera— colonización. El propósito es el contrario, dialogar y poner en valor la cultura y el patrimonio cultural como recurso de la memoria de las generaciones que nos precedieron y que es nuestra obligación legar a las futuras.

Pero la Opinión iba más lejos, pedía también una cooperación más integrada y fructífera entre la Comisión Europea, el Servicio Exterior, el Parlamento Europeo y las Naciones Unidas en ámbitos tales como la promoción y preservación del patrimonio cultural en riesgo y del combate al tráfico ilegal de bienes culturales, la prevención de conflictos, la reconciliación de los procesos, la construcción de la paz y la mitigación posterior al conflicto, la utilización de instrumentos urgentes en situaciones de crisis, el desarrollo de industrias creativas, la movilidad de los profesionales de la cultura, de los bienes y servicios culturales, la educación para el desarrollo, los programas de intercambio de los estudiantes...

Reclamar la integración cooperativa de la UE con la UNESCO era una exigencia básica de la opinión que había presentado.

Más en concreto, subrayaba la necesidad de organizar intercambios y foros culturales, con el propósito de una mutua comprensión y de una cooperación a nivel bilateral y multilateral y de fortalecer un concepto de valores universales. Entre estos aspectos, incluía una especial atención a los proyectos apoyados por los países miembros y al desarrollo de las redes de organizaciones culturales y de ONG.

Solo el intercambio de reflexiones y la acción de las organizaciones podrá proveernos de una política cultural común y compartida.

Educación y formación son aspectos claves en la diplomacia cultural


En las situaciones de emergencia, derivadas de conflictos, en particular, la educación y la formación, que son siempre aspectos de máxima importancia, constituyen una dimensión que es necesario incluir en el ámbito de las actividades de acogida, apoyo y capacitación.

Destacaba también la importancia de la diplomacia cultural y el hecho de que una política exterior común europea en este ámbito aumentaría significativamente la visibilidad de la UE en organizaciones internacionales como las Naciones Unidas. Por lo tanto, pedía a la Comisión que consagre a la diplomacia cultural un capítulo específico en la estrategia global de política exterior y de seguridad que se ha de elaborar para la cumbre del Consejo Europeo de junio de 2016.

Una vez que se va a acometer la nueva estrategia europea de acción exterior, entendía que la dimensión cultural debía formar parte de ese documento.

En la medida en que la educación desempeña un papel fundamental en el desarrollo humano, social y económico, es una herramienta esencial para alcanzar los objetivos principales de la política exterior de la UE, tales como la consolidación de la paz y la estabilidad en el mundo, el desarrollo duradero, el diálogo intercultural y la lucha contra la pobreza, tanto a escala europea como mundial; destacaba la importancia de una cooperación eficaz entre la UE y las Naciones Unidas con el fin de apoyar la iniciativa Educación para Todos, mejorar el acceso a la educación y su calidad, y reforzar los sistemas educativos en todo el mundo.

Como ya vengo señalando, la cultura es un aspecto central del desarrollo humano que desempeña un importante papel en la construcción de la sociedad, promueve la democracia y la inclusión social, y defiende con firmeza los derechos humanos y las libertades fundamentales. En ese sentido, pedía a la UE que, con arreglo a sus competencias y responsabilidades, incorpore la diversidad cultural y la promoción de los derechos humanos como uno de los elementos principales de las relaciones internacionales y, en particular, de la cooperación europea común al desarrollo, y que garantice el acceso a un recurso efectivo para toda persona que afirme que sus derechos culturales han sido infringidos.

Educación para el desarrollo como respuesta a los flujos migratorios


También —continuaba la Opinión— la educación para el desarrollo constituye una dimensión de necesario fortalecimiento en el marco de las relaciones internacionales. Una educación que permita fijar a los nacionales a sus países y que les haga contribuir a su desenvolvimiento económico, en especial en los tiempos de enormes flujos migratorios producidos por causas de subsistencia.

La UE y los Estados miembros deben trabajar para encontrar los puntos comunes de acción que les vinculen con terceros países, en una asociación entre iguales. Cualquier resabio a una nueva colonización deberá quedar desterrada.

La cooperación entre los agregados culturales de las embajadas de los países miembros resulta un requisito clave en este contexto.

También pedía a la Alta Representante que nombrara a un profesional de la cultura en todas las oficinas de representación en terceros países y que el personal del Servicio Exterior disponga de formación en este ámbito.

Habría que alentar a una mayor cooperación entre las instituciones culturales y la sociedad civil, a las asociaciones entre poblaciones y a la creación de «centros creativos» europeos en países terceros.

Propuestas novedosas para avanzar en este campo


Sería exigible una estrategia más coherente o, más bien, la existencia de una estrategia, para la protección y la promoción del patrimonio mundial, así como una cooperación internacional reforzada en las zonas en conflicto.

Recordaba asimismo que los proyectos culturales y las actuaciones de diplomacia cultural deben ser objeto de seguimiento y evaluación para asegurarse del correcto uso de los fondos y de la calidad y repercusión de dichas actuaciones.

La acción política, al contrario de la empresarial, promueve muchas cosas pero falla muchas veces en el análisis de su más correcta implementación.

Para reforzar esta acción de diplomacia cultural, es preciso también elaborar datos estadísticos sobre la cultura y las industrias culturales que permitan contribuir al debate sobre la política cultural, así como destacar aún más el potencial económico de las industrias culturales y creativas y su influencia en el bienestar social;

En la Opinión destacaba el papel que desempeña la cultura en el fomento de la democratización, la consolidación de la paz y el respeto de los derechos humanos; subrayaba el compromiso asumido por la UE de defender la libertad artística y la libertad de expresión cultural frente a la censura y la intimidación de artistas, investigadores, periodistas y organizaciones de la sociedad civil; abogaba por que dentro del Instrumento Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos (IEDDH) se definan prioridades vinculadas a la dimensión cultural.

El derecho de voto de la UE en los ámbitos culturales de la ONU


En todo caso, constataba que se ha consolidado la cooperación entre la UE y la Unesco a raíz de la adopción del acuerdo marco financiero y administrativo entre la Unión Europea y las Naciones Unidas en 2003 y del Memorando de Entendimiento entre la Unesco y la UE de 2012, y gracias a la participación de la UE en la Asamblea General de las Naciones Unidas después de la resolución adoptada en 2011 por su Asamblea General. No obstante, reclamaba una representación más efectiva de la UE en el seno de las Naciones Unidas, en particular en los ámbitos de la cultura, la educación, la ciudadanía y los derechos de los niños y los jóvenes y en consonancia con el Tratado de Lisboa; destacando que podría conseguirse una verdadera asociación estratégica entre la UE y las Naciones Unidas incluyendo a representantes de la Unión, con derecho de voto, en los consejos de administración de las agencias de las Naciones Unidas en los ámbitos de la cultura, la educación, la ciudadanía y los derechos de los niños y los jóvenes y actuando de forma conjunta con la Unesco —así como con Unicef, el PNUD, el ACNUR, el OOPS y ONU Mujeres— de acuerdo con las modalidades de cooperación financiera y de gestión de proyectos en común y de forma concertada con los países socios beneficiarios.

Esta petición de derecho del voto de la UE produjo un intenso debate, pero como ya he dicho, quedaría felizmente adoptada.

Debía destacar —y así lo hacía— que el turismo cultural favorece los contactos personales en todo el mundo, y acogía también favorablemente los esfuerzos conjuntos de la Unesco y la UE destinados a reforzar el turismo basado en el patrimonio de la Unesco, que estimula la inversión en el sector cultural y propone una oferta sostenible de gran calidad para promover la diversidad de las expresiones culturales.

Especial atención a los creadores de la cultura


La cultura lo son también quienes la crean. En este sentido, subrayaba la necesidad de eliminar los obstáculos y mejorar la movilidad de los artistas y los profesionales de la cultura mediante un conjunto de tratos preferentes, como la concesión de visados con fines educativos y culturales, así como de facilitar los intercambios culturales, los proyectos de investigación, la creación de residencias para artistas y las becas para artistas creativos e interpretativos, en consonancia con el artículo 16 de la Convención de la Unesco de 2005 sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales, de la que la UE es signataria;

En la medida en que que la UE ha ratificado la Convención de la Unesco de 2005 sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales, pedía a los Estados miembros que aún no lo hayan hecho que ratifiquen la Convención de la Unesco de 1970 sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de bienes culturales y el Convenio de Unidroit de 1950 sobre los bienes culturales robados o exportados ilícitamente, que constituyen instrumentos importantes para reforzar la protección del patrimonio cultural mundial y de la diversidad cultural, así como la Convención de 1954 para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado y sus dos protocolos, y la Convención de la Unesco de 2001 sobre la protección del patrimonio cultural subacuático y la Convención de la Unesco de 2003 para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Solicitaba asimismo la armonización de la legislación y los acuerdos internacionales sobre el patrimonio cultural y el tráfico ilícito.

Debemos acabar con el tráfico de bienes culturales


Es preciso recordar que una parte de la financiación de grupos terroristas —como sucede con DAESH— trae su causa de este comercio, que a la vez descapitaliza culturalmente a las poblaciones que cuentan con ese patrimonio.

Pedía también que se mejore la estrategia de comunicación en el desarrollo de la cooperación cultural mediante la utilización y el desarrollo de recursos digitales, como plataformas de información multilingües y recursos educativos en línea, con objeto de promover la accesibilidad, difundir información en las lenguas locales y fomentar los intercambios y la creación de redes entre artistas, profesionales de la cultura y organizaciones de la sociedad civil;

Finalmente y, desde luego, no lo menos importante, destacaba la representación simbólica del patrimonio cultural, que, como la reciente destrucción de sitios culturales en Siria y en Iraq se ha convertido en un objetivo político, y consideraba indispensable una mayor coordinación y sensibilización con miras a su protección. Exigía, a este respecto, el refuerzo de la lucha contra la destrucción del patrimonio cultural mundial en colaboración con la Unesco y los demás países miembros de las Naciones Unidas.

Una guía de actuación para la diplomacia cultural presentada por mi despacho parlamentario —en especial debido a mi asistente Valentina Cefalu—, que fue brillantemente asistida por el grupo de los liberales y demócratas europeos (ALDE) y que contaría con la colaboración de todos los grupos parlamentarios,incluidos los que votaron en contra o se abstuvieron.

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