viernes, 18 de septiembre de 2015

La integración europea de los Balcanes y el relevo generacional




(Conferencia de liberales en los Balcanes. Sofía, Bulgaria, del 17 al 19 de septiembre de 2015)


La creación de la Unión Europea, un proceso que sigue abierto, se basa en los valores comunes que compartimos las naciones y sociedades europeas. Nunca podríamos haber llegado hasta donde estamos si no hubiésemos hecho un gran ejercicio de solidaridad, respeto y tolerancia hacia otras costumbres, culturas, sociedades, o creencias.

Es cierto que la crisis de los inmigrantes nos está poniendo a prueba, pero la respuesta del Parlamento Europeo —y no del Consejo—, de la Comisión, pero sobre todo del Parlamento, que es el verdadero representante de los ciudadanos europeos, ha demostrado que dichos valores siguen estando vigentes, y que siguen siendo el verdadero pegamento que nos mantiene unidos.

También es cierto que hoy en día la Unión es más frágil que nunca, y el resultado de la crisis actual no será un resultado intermedio, sino que definirá hacia dónde se dirige el proyecto europeo: hacia una alianza de países, o hacia la creación de una verdadera Unión Europea, definida como una Europa Federal, que es el calificativo político institucional de lo que los liberales llamamos integración europea.

Este mundo tan cambiante que nos está trocando vivir necesita una Unión Europea fuerte, convencida de sus valores, con objetivos claros de transformarse internamente, y expandir sus ideas más allá de sus fronteras.

Creo firmemente que para conseguir ese objetivo es necesario un cambio generacional en el liderazgo político Europeo.

A pesar de que en estos momentos nos encontramos en un impasse en la ampliación de la Unión Europea, nunca se han definido unos límites a su crecimiento; y nunca se debería.

es necesario, sin embargo, no caer en los errores del pasado. Errores que están poniendo en peligro lo conseguido hasta ahora. Una futurible ampliación hacia el este y sudeste de Europa es importante, sabemos que la mayoría de dichas sociedades desean ser parte del proyecto, pero tenemos que ser exigentes; por el bien de las futuras generaciones.

En particular, no debemos analizar a los futuros socios utilizando un doble rasero; todos los países candidatos tienen que cumplir, en igualdad de condiciones y sin concesiones, las reglas de juego. Sin excepciones.

Para ayudar al crecimiento del acervo comunitario en las sociedades vecinas, no hay mejor manera que difundir mensajes liberales y democráticos: respeto a los derechos humanos, fomento de la riqueza en la diversidad, la tolerancia, la creencia de que sociedades y naciones unidas siempre van a ser más fuertes que aquellas sociedades que reniegan de lo diferente; que desean ser uniformes, con una sola línea de pensamiento.

Esos son los valores de la generación Erasmus en Europa, los valores de la nueva generación que está emergiendo en España, la generación de los jóvenes que han nacido en democracia, en Europa, que a veces no saben si Franco fue un dictador en el siglo XX o XIX. 

Son casi 20.000.000 de personas en España, de las que cerca de 10.000.000 tienen ya derecho al voto y lo ejercen en favor de los nuevos partidos, como Ciudadanos, con un líder joven como Albert Rivera en el que esta generación se reconoce, y que ya no pueden aceptar a la vieja política que hunde sus raíces en la corrupción, una justicia selectiva, una democracia de partidos y no de ciudadanos. Una generación que ha salido de la abstención política y que está tomando parte en los procesos electorales, imponiendo —a pesar de la ley electoral— una ampliación del modelo democrático.

Esa es la nueva generación que abre sus brazos a la ampliación. Porque las democracias jóvenes y sus partidos —con especial referencia a los partidos liberales—, deben trabajar sobre la base de dichos valores como única manera de avanzar en un proceso encaminado a una integración en la UE.

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