lunes, 18 de julio de 2016

Un nuevo presidente para el Sáhara Occidental




Cuarenta días después del fallecimiento del presidente de la RASD y secretario general del Frente Polisario, un congreso extraordinario de este partido elegía a su sucesor en ambas instituciones. Como estaba previsto -se trataba de un candidato previamente consensuado en el partido y con el ejército-, resultó elegido con el apoyo del 93,19% de los 2.433 delegados presentes y sólo 65 papeletas en blanco Brahim Galli.

Galli es uno de los históricos del Polisario, "vieja guardia", como ellos mismos afirman. Un militar español hasta los años setenta, fundador con Bassiri del partido y trabajador en la empresa española de fosfatos Fos Bucraa. A diferencia de su antecesor, Mohamed Abdelaziz -un saharaui de la frontera argelina-, Galli habla un perfecto español.

Me recibe después del congreso, junto con la delegada saharaui en España, Jira Bulahi, y con el gobernador de Dajla -la antigua Villa Cisneros, donde se ha celebrado el evento- Saleh Babba, viejo amigo. Yo le expreso al nuevo presidente mi convicción de que en nuestro país se ha acabado el tiempo de las mayorías absolutas -o amplias- en las que el ya viejo bipartidismo español se sustentaba. Ha llegado el tiempo de los acuerdos -le digo-, que es el tiempo de la política. Es una oportunidad para que los asuntos olvidados por los diferentes Gobiernos españoles puedan recobrar protagonismo en la escena pública.

Galli me escucha con atención y asiente respecto de alguna de mis afirmaciones. Es un tipo serio, formado en los rigores de la lucha y en las duras condiciones de la vida saharaui, donde la ausencia de agua corriente conduce de manera inevitable a una higiene deficitaria y en la que las temperaturas extremas -ese día, los termómetros han superado los 50º- crean una especie humana sufrida y resistente. Los saharauis están acostumbrados a vivir con muy escasos recursos.

"Ustedes sabrán mejor que nosotros lo que tienen que hacer", me dice. Y en sus palabras no existe reprobación, ni siquiera advertencia, en todo caso respeto. Galli parece conocer muy bien los límites de su propio territorio político, que es lo mismo que saber cuál es la zona de competencia de los demás. Y el presidente me ofrece sus argumentos y lo que espera de nosotros: "Tienen una responsabilidad histórica con nuestro pueblo. Debían haber cerrado su etapa de colonización y no lo hicieron. Todavía son, jurídicamente hablando, la potencia administradora del Sahara".

Una determinada estrategia, la de la negociación sin resultados concretos, está llegando a su fin.

Y Galli prosigue. "Es lógico que ustedes quieran mantener unas buenas relaciones con Marruecos. Pero no a costa de los demás. Deberían reequilibrar su política en esta zona", prosigue. "Y está, además, su situación en la Unión Europea..."

La vecindad sur de Europa constituía una de mis preocupaciones durante mi breve etapa como parlamentario europeo. Entre estas esta Argelia, que es nuestro principal proveedor de gas y el enlace que, a través de España, debe alcanzar a otros países del viejo continente. Porque Marruecos no es el Magreb, aunque sea nuestro vecino y resulte muy importante mantener un buen entendimiento con él.

Las palabras de Galli son muy pensadas, porque el presidente habla con frase larga que termina en un silencio reflexivo que utiliza para decir exactamente lo que pretende. Y solo levanta el índice acusador cuando se refiere a nuestra responsabilidad histórica. Dice que confía mucho en la labor de los nuevos partidos españoles, aunque tampoco desliza ninguna crítica a los dos partidos gobernantes. Se diría que es consciente del valor de sus afirmaciones y por ello de la utilidad de la contención.

Galli no se ha reunido con ningún otro político español desde su reciente presidencia, y eso quizás se deba a la capacidad que ya va quedando contrastada de Ciudadanos en conseguir acuerdos donde solo hay políticas y políticos excluyentes.

Esa misma mañana, después de jurar su cargo, el nuevo presidente de la RASD y secretario general del Frente Polisario decía que buscaba la paz, pero que no cedería en cuanto al ejercicio del derecho de autodeterminación: "O libres en un país independiente, o mártires con los demás", manifestó, en la que creo resulta su expresión más significativa. Después, por cierto, de pedir al ejército saharaui que esté preparado para todo, incluso para continuar con la guerra.

El relevo de Abdelaziz en la presidencia de la RASD no debería entenderse como un cambio de política. Pero no deja de resultar cierto que una determinada estrategia -la de la negociación sin resultados concretos- está llegando a su fin. El escenario de la activación del conflicto en una fase pre-bélica en la frontera sur de España es cada vez más posible. La expulsión por Marruecos de buena parte de los miembros de la Minurso -mision de la ONU para la organización del referéndum de autodeterminación- es un punto de inflexión. "Si vuelven -ha dicho Galli- será para organizar el referéndum, no sólo para supervisar el alto el fuego".

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