domingo, 12 de julio de 2020

El ecologismo, ¿una respuesta política a la crisis post-Covid?


Columna de opinión publicada originalmente en El Imparcial, el sábado 11 de julio de 2020

Las políticas que seguirán a la doble pandemia sanitaria y económica provocadas por el Covid-19 están ahora a punto de gestarse. Este mismo mes de julio los países miembros de la Unión Europea prepararán un elenco de medidas en las que a las subvenciones se añadirán los préstamos; las primeras sin condiciones, las segundas sujetas a algunas medidas de ajuste y reforma que la República Federal alemana, doblemente líder como consecuencia de su papel principal en Europa y por la presidencia semestral del Consejo que está asumiendo, hará valer el necesario papel de equilibrio entre las diferentes sensibilidades nacionales y la necesidad de definir lo que deba ser el proyecto europeo en el incierto futuro que tiene por delante.

A diferencia de la crisis de 2008, en la que el debate se producía en los términos de la fábula de Esopo, en cuya aplicación a aquel momento los países cigarra eran los del sur y las hormigas los del norte, la crisis de 2020 cuenta con características más transversales, de modo que se viene evitando el lenguaje bronco y descalificador que presidió aquella controversia y su ejecución en dolorosos padecimientos sobre las clases medias, los servicios sociales y una juventud a la que se había privado ya categóricamente del ascensor social y a partir de entonces de un futuro abordable para su generación.

La transversal afectación de esta crisis no significa empero que todos los países se encuentren en las mismas condiciones económicas de partida. Las estadísticas de deuda pública como porcentaje del PIB, en datos de 2018, oscilan entre un181,1% para Grecia, un 132,2 % para Italia, un 121,5 % para Portugal, 98,10% para Francia y 61,9% para Alemania. España se situaba entonces en un 97,1%.

Sirvan estos datos como referencia de una situación que se verá gravemente empeorada en todas las estadísticas y exigirá de ayudas y préstamos públicos para recuperar una cierta normalidad económica. Aun así ya hay muchos negocios que no volverán a abrir, muchas familias que regresarán a la pobreza y muchos sectores que se verán fuertemente golpeados (en España el turismo, la hostelería y la automoción, por indicar los más evidentes).

Puntos de partida diferentes que requerirán distintos esfuerzos a sus respectivos países. Y que supondrán respuestas diversas en sus electorados. Es pronto todavía para adelantar pronósticos, pero ya hay algunos datos que nos advierten de la re-configuración del mapa político. Ya en las elecciones europeas de 2019, los partidos ecologistas mejoraban en 18 escaños (de 52 a 70), y en otros países de la UE han visto acrecentarse sus votos en elecciones locales, regionales y nacionales en muchos de los Estados del norte; en Francia, el partido Europa Ecológica Los Verdes se ha hecho con el control de ciudades como Lyon, Estrasburgo o Burdeos.

El ámbito ideológico más afectado por este crecimiento ha sido la socialdemocracia del norte de Europa (ya herida de muerte por el populismo) y el socio-liberalismo de Macron en Francia (que ya había fracturado contundentemente al voto de la izquierda). En España, un país que siempre está llegando tarde a recibir los aires de la modernidad, los ecologistas han quedado secuestrados en las filas de los partidos de la extrema izquierda; pero su bandera puede ser recogida por movimientos más abiertos, horizontales y centrados. Por lo mismo que la política social no es patrimonio exclusivo del socialismo tampoco el ecologismo tiene porqué subsumirse en la extrema izquierda.

Liberados de ese bloque perverso y abiertos a modos de entender la vida y la sociedad en clave más actual, un nuevo ecologismo español podría conectar con una juventud desesperanzada y sin perspectivas de futuro, ofrecer ámbitos nuevos de actuación a la iniciativa privada con programas innovadores que cuenten con recorrido económico y situar la preocupación por el medio ambiente como una de las principales tareas de la política nacional del mismo modo a como acontece en otros países de Europa.

Este nuevo ecologismo, ideológicamente más situado en el centro o el centro-izquierda, procedería a una renovación del mapa político español en el que, tal vez, las prioridades se parezcan a las necesidades ciudadanas y no a las aburridas identidades tribales.

Un nuevo espacio que reforzaría al centro político en España y debilitaría a un socialismo empeñado en recorrer los caminos que conducen a la fragmentación de un país ya demasiado debilitado por encontrar una brújula que nos explique qué hacer en el cruce de caminos que se abrirá sin duda tras la crisis inevitable de la pandemia.

No es, desde luego, previsible en el corto plazo la aparición de esta nueva referencia política en España; pero sí que, pasados unos años, los ciudadanos hayan dejado de preocuparse por la dificultad de su situación y exijan nuevas respuestas políticas para la solución de sus problemas. Lo mismo que ocurrió con Podemos y Cs -que no obtuvieron presencia nacional hasta las elecciones de 2014, aunque la causa de su crecimiento venía de la crisis de 2008- podría ocurrir con la crisis de 2020.


Sólo el tiempo nos dirá si esta especulación de hoy se convertirá en una hecho.

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