La palabra lealtad es seguramente una de las más bellas de las que existen en el diccionario, por lo mismo que la contraria —deslealtad— podría encontrarse en el elenco de las más desagradables. El empresario jerezano Ruiz Mateos acusaba al ex ministro de Hacienda del gobierno socialista, Miguel Boyer, de «desleal», como si fuera esta la peor cualidad que pudiera predicarse de ser humano alguno. Y no le faltaba razón si lo que pretendía era resultar hiriente.
Hay lealtades exclusivas y que podrían además ser excluyentes. Los Evangelios aseguraban que no se puede servir a Dios y al dinero, porque son lealtades que se contraponen en muchos momentos. Pero no siempre ocurre lo mismo, uno puede creer que es leal con dos proyectos porque ambos trabajan por el mismo objetivo, hasta que piensa que uno de los dos ha entrado en colisión con el otro. Entonces ha llegado el momento de valorar cuál de los dos es el principal.
UPyD nació a la acción política con una propuesta de regeneración política de un panorama estancado en partidos similares que determinaban un juego político opaco y cerrado y que habían desarrollado un sistema autonómico insolidario y fragmentado hasta el delirio. Era muy difícil lo que planteábamos, de modo que también nos apuntábamos a lo que comúnmente se denominan «causas perdidas».
Es el caso del Sahara. Un territorio no autónomo —pendiente de descolonización— al que España abandonaba a su suerte, entregando el territorio al Reino de Marruecos, aunque nuestro país conservara la titularidad jurídica derivada de su otrora condición de potencia colonial.
Una causa difícil, abandonada por unos, marginada por otros y vapuleada en fin por quienes decían apoyaría, pero que sólo pretendían acarrear agua al molino de sus intereses independentistas... El Sahara parecía asunto de nostálgicos y de revolucionarios.
UPyD no es un partido de nostálgicos, precisamente; y es un partido reformista y nacional. Todo ello muy distante de algunos de los apoyos que se le presumen a esa causa. Pero sí es un partido que se abona a defender lo que para muchos es simplemente imposible o muy difícil de obtener.
Queremos que se cumpla la ley en el ámbito nacional, aunque la ley no siempre pueda gustarnos; por eso decimos lo mismo en lo que se refiere al ámbito internacional, las resoluciones de NNUU, que en lo relativo al derecho de autodeterminación del Sahara Occidental son claras. Creemos en los valores, y los derechos humanos, conculcados permanentemente por Marruecos, se encuentran también en entredicho en ese territorio.
Unión Progreso y Democracia ha estado desde su nacimiento con la causa y el Pueblo Saharaui. Una delegación presidida por Rosa Díez visitaba los campamentos hace cuatro años y nuestra portavoz firmaba en Rabuni un convenio de colaboración entre nuestro partido y el Polisario; dos altos representantes de la RASD han intervenido en nuestros congresos (en el primero, Rosa hacía ondear la bandera saharaui entre los aplausos de los delegados); hemos participado en asambleas y congresos del Frente Polisario; Rosa Díez acudió al aeropuerto de Lanzarote, en el que se encontraba Aminatou Haidar y —a petición de esta— se desplazó a El Aaiun para tranquilizar a su familia; el mismo Paco Sosa participó de manera activa en la petición de un premio Sajarov para la mencionada activista saharaui.
Dicho sea entre otras muchas cosas más.
No se ha quebrado —como algunos afirman— la lealtad de UPyD con el Pueblo Saharaui. Todo lo contrario, las resoluciones en materia de política exterior de nuestro 2º Congreso así lo demuestran. No son, por lo tanto, excluyentes —no podrían serlo— las lealtades a UPyD, si se comparte el ideario de nuestro partido, y a la la liberación del Sahara, recogida en nuestro programa.
Pero habrá quien piense que los caminos se han bifurcado ahora. Respeto su decisión, son muy libres de hacerlo. Nosotros, en todo caso, seguiremos trabajando por los mismos objetivos.