sábado, 24 de diciembre de 2016

Intervención parlamentaria con motivo de la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, en la correspondiente Comisión del Congreso

48 días después de su toma de posesión, comparece usted Sr. Ministro ante esta Comisión para dar cuenta de los planes que tiene previsto emprender su Departamento para esta Legislatura.

Como quiera que no he tenido la oportunidad de felicitarle en persona y desearle los mejores éxitos en su gestión en estos 48 días, lo hago ahora mismo. Nunca es tarde, dice el refrán, si la dicha es buena.

Por cierto, 48 días después de ser nombrado ya es tiempo para que usted dé contestación a alguna de las preguntas que le hemos formulado para su respuesta por escrito, ¿no le parece? ¿o no se encuentra esta tarea entre las prioridades de su Departamento?

Nos ha hablado usted de un nuevo impulso. Sin embargo, apenas lo he podido observar en la práctica. Poco más que un impulso a la continuidad.

Una política que también debería basarse en los valores. Porque en ese triángulo que forma la acción exterior que están formados por los intereses nacionales, lo completan otros dos ángulos: el derecho internacional y el respeto a los DDHH.

Porque están también los valores, Sr. Ministro.

Y le pondré dos ejemplos.

Hace unas semanas se suspendía el viaje de SSMM los reyes a Arabia Saudita. Un viaje que deberá producirse en su momento. ¿Tiene el Gobierno previsto que la representación del gobierno o bien Su Majestad el Rey evoque ante el Rey saudí la situación del bloguero de ese país Raif Badawi, condenado a una pena de 10 años de cárcel, 100 latigazos y una multa?

Otro ejemplo, un medio de comunicación anunciaba una posible visita también de SSMM los Reyes a Cuba. Recientemente se ha producido la detención del dirigente opositor cubano Eduardo Cardet, sometido a malos tratos y al que podrían condenar hasta a 3 años de cárcel. (Ya sé que usted mismo se interesó por su caso). También permanece detenido el grafitero cubano El Sexto, ¿Tiene previsto interesarse por su caso ante las autoridades cubanas, organizar algún encuentro con sus familias, con la disidencia cubana?

O son ustedes partidarios de que la acción exterior consiste precisamente en no molestar a los regímenes de los países con los que se pretende hacer negocios.

Eso se llamaría mirar hacia otro lado.

No basta con querer ser candidato a las instituciones que velan por los DDHH sino practicarlos en el ámbito exterior.

¿Van a actuar en el sentido de introducir la defensa de los DDHH en su política exterior?

Europa, UE. Hasta ahora estábamos echando en falta la presencia de España y de su presidente en las grandes y especiales cumbres en las que se analizan respuestas ante la crisis que afecta a la Unión. Ahora parece que el Sr. Rajoy está presente. Y es un buen paso. Hemos pasado de no estar a estar. Pero no sabemos si estamos solamente o también hacemos. Y si hacemos... la pregunta sería: ¿qué queremos hacer? ¿hacia dónde queremos que vaya Europa? ¿qué dificultades tienen nuestros propósitos y cómo los vamos a resolver?

Refugiados. Estaban en contra del acuerdo del Consejo de Europa y ya se ve lo que han hecho en la acogida. Hay que activar la solidaridad y conectar con la sociedad española. España tampoco debe mirar para otro lado en este aspecto.

EEUU. Es imprescindible trabajar con la administración Trump, pero no nos olvidemos de los DDHH.

Me ha sorprendido recuperar el concepto de la Alianza de civilizaciones. Más que eso habría que hablar de una alianza de países y ciudadanos civilizados.

Y está el caso de nuestra vecindad sur. Nuestra cordial relación con Marruecos, que nosotros no cuestionamos. Pero que también consideramos debería quedar reequilibradas con el otro gran actor en el Magreb, que es Argelia. Cuya provisión de gas, ininterrumpida aún en las circunstancias más adversas para ese país resulta esencial para España y seguramente para la UE en los próximos años.

Y en Argelia están los campamentos de Tinduf, que acogen a unos refugiados con los que España tiene bastante que ver. Forman parte de un problema de descolonización no resuelto, de un territorio no autónomo del que España sigue siendo aún potencia jurídicamente responsable.

Y la presidencia española del CSNU en este mes de diciembre ha dejado —¿está dejando?— pasar la oportunidad de situar este asunto en el plano de las decisiones que ayuden a remover los obstáculos que impiden su solución. Por ejemplo, intentando incluir en el mandato de la Minurso la observancia de los DDHH. Es la única misión de NNUU que carece de competencia en materia de DDHH.

Hay un instrumento fundamental para la política exterior española. Y es el español, el idioma con el que nos comunicamos los españoles y más de 500 millones de habitantes en el mundo. En algún lugar he leído que Francia estaría dispuesta a abandonar la francofonía con tal de que en México se hablará francés. Y nosotros tenemos a México, pero también a Argentina, al Perú, a Venezuela, a Colombia... a tantos otros países en Latinoamérica y también a otras comunidades en otros países, como es el caso de los EEUU, y otros muchos ciudadanos en otros países que lo quieren aprender.

Y con el español va la cultura, pero también las oportunidades de negocio para las empresas, para los particulares, las inversiones de las empresas a uno y otro lado del océano.

Y con el español va también, permítanme que lo diga con orgullo, España. No siempre conviene que nos fustiguemos con el látigo de los 7 pecados capitales de los españoles, porque es preciso también que reivindiquemos a España. Un país solidario y generoso, un país que ha sabido acoger e integrar a muchos ciudadanos que vienen a vivir y a trabajar con nosotros. Porque España es un país mediano, una potencia mediana, es cierto, pero es un país que cuenta con un gran potencial si le ponemos un poco de ambición al asunto. Nos falta algún trabajo, nos falta limpiarlo de corrupción, mejorar nuestra democracia y gestionar más lo que nos une que lo que nos separa... Eso es España y esos son los valores que se transmiten con nuestro idioma.

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