martes, 12 de noviembre de 2013

Cuando el fútbol juega a la política


Nuestra meritoria selección española de fútbol visita Guinea Ecuatorial para disputar un partido amistoso. Este titular que recogen los periódicos contiene —pese a la aparente normalidad del hecho— la suficiente carga política como para merecer un comentario.

Un partido amistoso. Ya sé que en España hemos devaluado la palabra amigo, de tanto usarla. No están lejos los sonidos de la canción de Roberto Carlos, quien por lo visto quería tener 1.000.000 de amigos. No se antoja fácil semejante pretensión, si de lo que se trata es de obtener la complicidad de estos, en especial en los tiempos difíciles de la vida, pero ya se ve que hay gentes para todos los gustos y para cualesquiera ambiciones.

Y ya que hablamos de canciones, hay un dúo que se puede sacar a colación para este asunto: se llama Amistades Peligrosas. A eso se quiere referir este post. Ya no se trata, por lo tanto, de desbordar el número de amigos que se tienen —algo así como los que son amigos en Facebook o los seguidores en Twitter o en otras redes sociales. No, lo que se quiere es tener amigos millonarios, aunque eso sea jugar un partido... peligroso.

En efecto, Guinea Ecuatorial es un país rico, o de dirigentes ricos, que es cosa bien diferente, tanto como para que el hijo de su Jefe del Estado, el llamado Teodorín, haya ofrecido una prima de 5.000.000 de dólares —o de euros, que para el caso de sus bien provistos bolsillos parece dar lo mismo— para el supuesto de que su selección gane a la española. ¿Puede resultar bastante complicado que finalmente se vea obligado a abonar dicha cifra? Todos lo esperamos, y aunque el poder del dinero mueva muchas voluntades, esperemos que no las de nuestros jugadores.

Lo que sí está claro es que a nuestro gobierno parece interesarle esta gestión deportiva. No en vano, algún país más serio que el nuestro, como es el caso de Francia, ha situado literalmente frente a las cuerdas al hijo de Obiang, a quien le reclaman diversas cuentas pendientes con la justicia de ese país. Animada, por lo visto, nuestra diplomacia con la oportunidad que nos brinda nuestro sin embargo socio europeo, ya estamos dispuestos a sentar nuestras plantas en el territorio que los franceses abandonan y con ello todo el trasunto de francofonía que el genio guineano que es Obiang —padre, en este caso— había puesto en marcha.

Pues allá que se va la selección española y allá que se irá nuestro Secretario de Estado para Iberoamérica y de Cooperación, Jesús Gracia, a negociar no se sabe muy bien qué. Porque, que se sepa, ni Guinea Ecuatorial está en el mapa sudamericano —salvo que nos contamine la creatividad del venezolano Maduro en cuanto a ponerle nombres a las cosas que ya estaban de sobra nombradas—, ni tampoco parece que un país que dispone de una renta per capita similar a la de Arabia Saudi requiera de ayuda humanitaria, precisamente. El excelente embajador que Gracia fue en Cuba no se merece a mi entender el papelón que le están adjudicando ahora.

Además que es lo cierto que nunca España estuvo lejos de Guinea Ecuatorial. Y no me refiero ahora a nuestra acción como exmetrópoli respecto de su antigua colonia. Lo digo porque nunca los intereses españoles se han encontrado distantes de los intereses guineanos, claro que no necesariamente se deba dar por sentado que estos intereses sean los de España, sino los de algunos españoles. Los que muchas veces pretenden utilizar su capacidad de intervención e influencia política para obtener recursos económicos, que el corrupto régimen de Obiang parece repartir a manos llenas.

Además de régimen corrupto, no deberíamos olvidar que Guinea Ecuatorial es una dictadura, sin ningún tipo de adjetivos ni reservas. Lo que la debería convertir para la diplomacia española en un régimen a evitar o —cuando menos— a afrontar por nuestra política exterior de una forma directa y no —como parece que se quiere— mirando hacia otro lado. Se trataría más bien de hacerle ver al dictador que debería dejarlo y convocar elecciones verdaderamente libres, y no las bufonadas electorales que organiza, donde todo está previsto, incluido el triste escaño que ofrece a la oposición. Y explicar este planteamiento en cuantos foros internacionales opere nuestro país.

No, en Guinea Ecuatorial no hay elecciones libres, y no las habrá hasta que el exilio guineano —en buena parte presente en España— pueda regresar a su país para concurrir en el proceso electoral libre y abierto. Y España puede hacer muchas cosas en ese sentido.

Cuando el fútbol juega a la política, esta última tiene todo el derecho a pitarle falta, por encontrase en situación de fuera de juego.

4 comentarios:

  1. O sea que para el gobierno español es más interesante proteger los dineros de unos cuantos que luchar contra la corrupción y la dictadura de Guinea.
    ¿Acaso se puede esperar otra cosa del gobierno del PP?.

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  2. No solo al P.P. sino tambien al PSOE, todos son iguales,unos mas que otros tambien hay que decirlo, sino que pregunten al señor Moratinos ex-ministro de Asuntos Exteriores y al señor Jose Bono ex-Presidente del Congreso ambos con el gobierno de Zapatero,de que buscan en Guinea Ecuatorial.

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  3. Estais libre de hacer todas las criticas necesarias pero el partido se jugara el sabado 16 de este , y despues vais a pasar un rato de verguenza

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  4. En efecto, somos libres para hacer todas las críticas, algo que en Guinea Ecuatorial sería impensable.

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