Publicado originalmente en diario16.com el lunes 26 de septiembre de 2016
Uno de los productos de la cocina tradicional vasca es el bacalao. Decía Federico Lipperheide, que fuera presidente de la asociación vasca de gastronomía, que en esa tierra se cocinaba tan bien como para hacer posible convertir en un guiso aceptable el bacalao.
Pues lo cierto es que el bacalao electoral vasco estaba vendido desde tiempo atrás. Alguna preocupación anidaba en los espíritus de los naciónalistas del PNV ante el éxito electoral del 26-J de los podemitas. Pero las aguas vuelven a su cauce y se demuestra una vez más que no se vota lo mismo en generales que en autonómicas. Y que el electorado premia el ejercicio de moderación e inteligencia de un partido que no ha hecho el seguidismo de sus correligionarios catalanes. Al cabo, ya hicieron ellos su excursión truncada hacia el Estado libre asociado de Ibarretxe y les salió mal. Ya venció Imaz a Egibar en la presidencia del partido. Y ya le sustituyó el tándem Urkullu-Ortúzar en la misma onda que el hoy Consejero Delegado de Repsol. ¿Y a qué alarmarse? ¿No hizo el SPD su Bad Godesberg y el PSOE su abandono del marxismo? ¿No sustituyó Aznar a Fraga y centró su partido?
De modo que, repartido el bacalao, ahí tenemos de nuevo a Urkullu al frente de la sala de máquinas. Tendrá que pactar con el PSE-PSOE de los batacazos permanentes para asegurarse la investidura. Seguramente nunca un voto le resultará más barato al partido fundado por Sabino Arana que ahora no podría creer lo que contemplan sus ojos viendo en lo que ha parado la formación política por él fundada.
La investidura de Urkullu está clara: los votos naciónalistas y los socialistas -una pareja de hecho que subsiste desde los tiempos del primer Gobierno vasco en la guerra civil- les daría la mayoría absoluta cuando se escriben estas líneas. Una mayoría extensible desde luego a los presupuestos; lo cual, unido al apoyo de los de Idoia Mendia a Pedro Sánchez supondría intuir que la moneda de cambio del apoyo del PSE-PSOE al PNV sea que éste no apoye al PP en la investidura de Rajoy.
Habrá quien piense por lo tanto que el PNV reservará su decisión y procurará un acuerdo con quien sea llamado a formar gobierno en España mediadas las terceras elecciones. Y es posible que esa sea su más íntima voluntad. Pero el partido de Urkullu-Ortúzar está forjado de utilitarismo. Saben que las cosas no cambiarán mucho después del 18-D o del 25-D y su capacidad de influencia en un gobierno de 137 escaños, apoyado críticamente también por los 32 de Ciudadanos, sería muy relevante en orden al trueque de sus votos por transferencias y dineros. Por mucho que el País Vasco disponga de independencia fiscal, una situación de gobierno en funciones no conviene tampoco a sus ciudadanos ni a sus empresas, a las inversiones y a la mejora de sus infraestructuras.
Esa última posibilidad garantizaría -a una distancia de un solo voto- una legislatura a Rajoy, siquiera sea esta breve y de escaso recorrido.
Pero el paisaje político vasco, en apariencia tranquilo, se sumergirá en cualquier caso en un relato falso de los llamados años de plomo. Y si el alcalde de Lekeitio -del mismo PNV qué el actual Lehendakari- cedía su vara de mando a un ex-preso de ETA -¿Rey por un día?- y si un periodista de ETB aseguraba ante la hija del asesino de Melitón Manzanas que el padre de esta era un político, porque estuvo preso bajo el franquismo, ¿qué relato del terrorismo quedará para el conocimiento de las nuevas generaciones de vascos? ¿Para qué habrá servido entonces el sufrimiento de quienes luchamos esos años por la libertad de todos los vascos y el conjunto de los españoles?
Bien está que el País Vasco se deslice hacia el centro; que no haya asesinados, heridos y extorsionados como consecuencia del terrorismo; que su industria exporte y que se llenen de turistas sus bares y hoteles. Pero los pueblos no deberían dejar pasar las páginas de su historia sin conocer de verdad lo que se escribió -y con letras de sangre además- en su pasado.
Ese es el reto. Es lamentable que falte la voz de Ciudadanos en ese parlamento para proclamar alto y claro esas ideas..
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