Fernando Maura solo ficciona a Antonio Maura cuando pinta. Su labor política es descrita como si se tratara de su biografía
Maura tuvo interesantes proyectos políticos para una España que los necesitaba. Abogó por una mayor transparencia. Quiso poner orden en el funcionamiento de las instituciones locales a efectos de neutralizar el caciquismo y descentralizar la administración para que fuera más eficaz. Y sobre todo, durante su llamado “gobierno largo”, entre 1907 y 1909, intentó cuadrar el círculo de lo imposible, si no contradictorio, intentando la “revolución desde arriba”. El periplo maurista sufrió su mayor descalabro con la gestión de “la semana trágica”, en Barcelona de julio a agosto de 1909. Primero legalizó que a la guerra de Marruecos no fueran los que podían pagar 6.000 reales, origen de una huelga general. Y para completar el desastre, es durante su gobierno que se condena a muerte al pedagogo Francesc Ferrer i Guardia, fundador de la Escuela Moderna, movimiento pedagógico admirado y copiado en toda Europa.
El libro de Fernando Maura solo ficciona a Maura cuando pinta, uno de sus hobbies. Su labor política es descrita como si se tratara de su biografía. O de una aproximación ensayista. También ficciona en capítulos alternos, la vida de un anarquista, como para dejar patente que Maura también se las vio con el movimiento obrero, el mismo que tuvo que esperar hasta 191 para que lograran la jornada de ocho horas.
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