domingo, 17 de diciembre de 2023

Sánchez, ¿funambulista o director del circo?


Publicado en El Imparcial, el 14 de diciembre de 2023

Existe ya una cuantiosa literatura publicada en los diferentes medios de comunicación por la que el presidente del gobierno se habría convertido en una especie de rehén de sus socios independentistas, nacionalistas, y aún de la extrema izquierda y la izquierda extrema -por parafrasearle-. Una legión de saboteadores en potencia de su tortuosa legislatura a los que se han sumado -¿restado?- las ahora devastadas huestes de Podemos.

Un Sánchez en el difícil equilibrio del trapecio, una especie de Pinito del Oro, también sin seguridad, y aún carente de pareja que le aguante la escalera para subirle a la barra y que siga sus maniobras desde el suelo para contener el desastre de una eventual caída… esa es una de las imágenes que quizás cultiva el propio personaje de esta historia de la España actual, dado que a los mortales nos gusta atender los relatos en los que los buenos son hostilizados por los malos, de modo que la justicia intrínseca del argumento es que prevalezcan los adalides de la libertad sobre los villanos que la pretenden conculcar.

Pero existe otra posibilidad. Consiste ésta en que sea el propio Sánchez el que dirige este enorme circo de la confusión en el que ya lleva un tiempo instalado nuestro país. Esto es, que no es el presidente uno de los figurantes de la función -incluyendo entre ellos, por supuesto, al domador de fieras varias-, sino que, dentro y fuera de la pista, es Sánchez quien ejerce de verdadero maestro de ceremonias, como propietario que es del negocio.

Por seguir con el ejemplo sobre el que se construye este argumento, el espectáculo montado sobre el escenario público se parece al de aquellos que se denominaban en los remotos tiempos de la edad de oro del circo como de diversas pistas, quizás más de tres -que ya eran difíciles de seguir para el espectador-, como en el célebre Ringling. Una primera, la más comentada por lo sensible que resulta, es el escenario en el que actúan los artistas independentistas catalanes, Puigdemont y sus gentes de Junts y las ERCs, que compiten entre sí para obtener el favor de su público, y en la que por el momento son los primeros los que nos ofrecen las piruetas más desvergonzadas y rocambolescas; una segunda viene del norte y es la que enfrenta a los herederos del nacionalismo reaccionario -todo nacionalismo lo es por definición- de Sabino Arana, y en la que contienden los ya un tanto casposos peneuvistas y los que a la herencia sabiniana unen la sangrienta de ETA, es ésta una pista que recupera su interés después del anunciado apoyo del PSN a los de Otegi para la moción de censura en el ayuntamiento de Pamplona, en esta parte del espectáculo el PNV pretenderá mantener como socio de gobierno en tierra vasca al PSOE de allí, pretensión a la que también aspira Bildu; y una tercera, la de las extremas izquierdas, que bajo una pretendida capa de contenido social ya se encuentran en un verdadero proceso de recíproca anulación cainita.

Extramuros de la sociedad del gobierno y sus apoyos se encuentran los partidos de la derecha. Nadie diría que es el mismo director del espectáculo el que dirige sus pasos, pero no caben demasiadas dudas respecto de que actúan también a sus dictados, aunque sea de manera involuntaria. Vox, con sus desaforadas invectivas, parece cada día más un espantapájaros ideado por el presidente y al servicio de sus propósitos, y el PP no acaba de encontrar su lugar en la trama, tanto porque no sabe cómo integrar al elefante que tiene en su habitación -el partido de Abascal- en su espacio visual, como porque tampoco conoce cómo combinar una oposición radical al gobierno con una pretendida política de estado y de acallamiento de sus baronías regionales gobernantes, preocupadas ahora por el ahogo financiero si su partido nacional de referencia no se adecúa con la actitud que el gobierno exige. Y, como de circo hablamos, uno puede pensar que el partido de Feijóo se parece al oso amaestrado que baila al son de los tambores que le preceden, el caso de Vox ya no sólo lo parece.

Y esta que es la semana del atropello más grave que está sufriendo la Constitución española -quizás después de los golpes de estado del 23-F y de la declaración de independencia del parlamento de Cataluña-, la semana en la que empieza a debatirse, por el trámite de urgencia y sin los informes previos de los organismos que garantizan su adecuación, la proposición de ley de amnistía, las gentes de Moncloa están consiguiendo que no se hable demasiado del asunto y sí de cuestiones que operan como cortinas de humo del que es el asunto principal: las sectarias declaraciones del presidente de Vox o la sensible preocupación de Sánchez por la situación de Palestina, de “su” sedicente libro o de las navidades con la inflación que debería recortar gastos -aunque tampoco lo consigan-. Y, mientras tanto, Sánchez sigue colonizando instituciones y empresas públicas con sus amigos y principales colaboradores, ordenando en la política exterior y mandando en la interna.

Me atrevo a sugerir que es más bien éste el argumento a cuyo desarrollo estamos asistiendo. Político que asume riesgos como hace el presidente del gobierno, quizás intuya que el de operar en la red sin protección le podría someter a un desenlace fatal. Para el recuerdo queda que Pinito del Oro sufrió tres caídas casi mortales: en la primera, se rompió el cráneo y permaneció en coma ocho días, con sólo 17 años; se rompió otra vez el cráneo, tres veces las manos, y tuvieron que operarle los pies para erguirle los dedos, encorvados de tanto puntear en el trapecio.

Demasiados trances para que los asuma un político que dice operar en tierra firme…

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