A pesar de que en dos años y medio de guerra civil hayan muerto más de 100.000 personas, el objetivo de la posible intervención de fuerzas occidentales en Siria viene determinado por el uso, por parte del régimen de El Assad, de armas químicas contra su población. No se pretende, al parecer, el derrocamiento inmediato de la actual dictadura protomonárquica de los Assad, más bien que este se siente a una mesa de negociaciones. Sin embargo, dado que los diferentes países de Occidente no han hecho apenas nada desde que se iniciara el conflicto para resolverlo, parece que se está a punto de abrir una nueva vía.
El uso de armas químicas no se ha denunciado ahora por primera vez. Todo apunta a que ya lo haya hecho el régimen en otras ocasiones, quizás a menor escala, con la intención de probar la capacidad de respuesta de los EE UU y de sus aliados, pero el uso de este tipo de armas no habría provocado ninguna reacción en su día por parte de los aliados. Ahora se trataría de restaurar la credibilidad de estos.
Sin embargo, en el debate no se plantean los posibles riesgos que la referida intervención pueda tener sobre una región del mundo tan polarizada e inestable como la del Oriente Medio. Si se tratara de evitar el sufrimiento de la población —menos de un 1% de las bajas producidas han muerto como consecuencia de la utilización de armas químicas—, dicha acción podría haberse planteado con independencia del empleo de este armamento. Por lo cual, cualquier acción en el conflicto debería integrar también en su análisis las posibles consecuencias en el conjunto del contencioso en Siria y su extensión a Iraq, Líbano, Irán e, incluso, las repercusiones que podría tener sobre el principal aliado de El Assad, Rusia.
El control de las armas químicas —según informaciones recibidas por el propio presidente Obama— solo sería posible en el caso de que se pusieran en práctica medidas de prohibición del uso del espacio aéreo, la utilización de misiles y el empleo de fuerzas terrestres para «asaltar y asegurar emplazamientos locales». Y hasta allí no va a llegar esta iniciativa, por lo que parece. Cabe también la posibilidad de que estas armas puedan caer en manos de la rama siria de Al Qaeda, con imprevisibles consecuencias.
El reciente debate producido en las Cámara de los Comunes británica, ha puesto sobre la mesa lo que podemos llamar el «síndrome iraquí» o, dicho de otro modo, ¿nos vamos a embarcar en una nueva aventura bélica sin haber testado previamente la veracidad de la utilización de las armas que se dice se están empleando?
Algunos piensan, en este sentido, que el plazo de cinco días para que los técnicos de la ONU investiguen sobre la utilización de este armamento es insuficiente. Por otra parte, en un momento en el que se pretende abrir un nuevo diálogo con el recientemente elegido presidente de Irán, no se deberían desestimar los efectos que esta intervención tendría respecto de ese proceso, apenas iniciado.
Desde el importante punto de vista de la cobertura legal de esta intervención, y dado que es presumible la utilización del veto en la ONU por parte de Rusia y de China —lo han hecho en otras ocasiones respecto de este mismo conflicto—, la única opción para la intervención, descartada la legitima defensa, sería la de orden humanitario, como por ejemplo ocurriera en el caso de Kosovo.
En lo que a duración de la intervención militar se refiere, se está asegurando que la acción sería corta, lo que no deja se ser fácil de expresar, aunque no siempre tan sencillo de cumplir.
¿Qué pasaría si se encuentran —según los mismos informes que se le han pasado al presidente Obama— evidencias de otros casos en que se produzca el empleo de armas químicas? No dejaría de resultar lógico que la oposición a El Assad, que siempre ha querido la intervención de los aliados, vuelva a presentar denuncias similares. El asunto podría no tener fin y llevarnos a una escalada permanente de la intervención en este escenario. ¿Y qué ocurriría si los aliados de El Assad —que también los tiene— se implicaran más decisivamente aún en el conflicto? ¿Qué deberíamos hacer?
No parecen predecibles por el momento las consecuencias que una intervención de las características previstas tendría por parte del régimen de El Assad, las facciones rebeldes y los diversos actores regionales. Tampoco respecto de la población de Siria, especialmente si la intervención aliada produce nuevas víctimas civiles. Y el impacto de esta acción en el número de refugiados. (La ONG ACNUR informaba este mismo mes que ya hay 1.000.000 de niños sirios en esa situación).
Según señalaba el editorial del semanario británico The Economist de esta misma semana, hace un año, el armamento por los países occidentales de las fuerzas rebeldes, la creación de corredores humanitarios, la imposición de zonas de exclusión aérea y —eventualmente— un ataque aéreo directo contra las fuerzas de El Assad, era todavía una operación más que factible, dado que aún no se había producido una excesiva radicalización en las primeras y la cuestión no se había salido todavía de las manos. Eso mismo —según el mismo medio de comunicación— le habrían aconsejado al presidente Obama algunos de sus asesores, pero introducido de lleno en la campaña electoral, este hizo caso omiso de estos consejos.
Ahora la intervención, como se ve, tiene más riesgos. Pero, lejos de desaconsejarla, habría que evaluar de modo más amplio las perspectivas y consecuencias de la acción, procurando no engañarnos a nosotros mismos en cuanto a lo que muy bien podría llegar a ocurrir. Especialmente, como ya he señalado, en cuanto a su duración y efectos más allá de las fronteras sirias, sin olvidar lo que pueda llegar a ocurrir en el interior del país y a su población.
Irán dijo que "una intervención en Siria apuntaría a Israel como culpable", seria calentar mucho el ambiente, pero por otro lado un régimen genocida que gasea a su población no merece gobernar.
ResponderEliminarEl problema de la posible intervención occidental en Siria es doble:
ResponderEliminar@/ Por un lado ¿para qué? Si no es para derrocar a Al Assad, ni para apoyar a la Oposición, ni tampoco para parar la Guerra (así lo ha dicho públicamente Obama...), entonces solo puede ser para 1) mandar el mensaje a la opinión pública occidental de que tras dos años largos de matanzas de civiles por fin se hace algo se hace algo (=consumo interno), o/y 2) para mandar el aviso a los países de la Región de que los EEUU de Obama también son capaces de sacar los misiles a pasear si se traspasan lineas rojas, pero entonces a lo mejor estamos hablando de bombarderar Damasco cuando el mensaje realmente va dirigido a Teherán (=ataque ejemplarizante).
@/ Y, por otro ¿qué planes hay para después del ataque? y aquí tampoco nadie parece tener las ideas claras, porque si no se quiere derrocar a Al Assad, ni apoyar a la Oposición, ni tampoco parar la Guerra, lo único que se podría pretender conseguir es sentar a Al Assad en una mesa de negociación, pero quien piense eso está totalmente equivocado. Porque tras 40 años de dictadura neofascista bajo la ideología del Baaz, de dominación de la minoría alaui sobre la mayoría suni (que les considera simple y llanamente una panda de herejes), de corrupción, nepotismo y cleptocracia, Bashar Al Assad y los alauies no tienen a dónde huir, ni tampoco pueden esperar ninguna clemencia, pacto o componenda de su rivales, así que solo pueden seguir huyendo hacia delante, con la esperanza de vencer o, al menos, morir matando.
Sentimientos contradictorios... Por un lado, Al Assad, si es cierto que ha lanzado gas Sarín contra la población, merece algo más que el derrocamiento. Pero, y ahí radica el problema, ¿Sería mejor el gobierno que salga de una oposición tan fragmentada y, a lo que parece, tan fanatizada?
ResponderEliminarCon todo, pienso que sería preferible dejar que los sirios intentaran solucionar sus problemas por sí mismos. Tal vez las cosas sean aún más complicadas y estén en juego otro tipo de intereses. Recordemos la frase de Bush padre durante las matanzas en Kosovo: ninguno de nuestros perros está implicado en esta pelea.
Gracias por vuestros comentarios a los 3. Pero me quedo con lo que dice Carlos, habria que responder a 2 preguntas: ¿Para qué? Y ¿Qué hacer después? Que en el fondo se reduce a la misma: ¿Qué se pretende en realidad?
ResponderEliminarTodo lo que dices y lo que se dice en los comentarios es cierto, lo que señala la enorme complejidad y peligro de esta situación a pocos km de nosotros. Sin olvidar que, como era previsible, entre determinados combatientes muy fanáticos hay europeos.
ResponderEliminarYo suelo destacar dos cosas: ¿por qué no se intervino hace dos años? No hay que tener tanto reparo a intervenciones en el Mediterráneo y en otros lados. Hemos decepcionado (europeos y americanos) a mucha gente.
En temas de especial brutalidad, como el uso de armas ABC, hay plena justificación para intervenir y no hay que andarse con tanto miramiento. Sólo así evitaremos males mayores y un posible uso en nuestros países.
Al margen de esto y, aunque no me gustó el resultado, me pareció envidiable (con insanísima envidia) ver cómo debate la Cámara de los Comunes, cómo votan sus Miembros y cómo dijo el PM "...I get that and the government will act accordingly...". ¿Veremos esto aquí alguna vez?