lunes, 23 de septiembre de 2013

Elecciones en Alemania y el resto de la UE


Este domingo, los alemanes han sido llamados a las urnas para elegir un nuevo gobierno que será dirigido por la misma responsable política, Angela Merkel. A cinco escaños de la mayoría absoluta, la actual -y futura- canciller ha obtenido una victoria de las históricas, quedando a cinco escaños de la mayoría absoluta.

También el SPD ha obtenido un buen resultado. Unas (CDU y CSU) y otros (los socialdemócratas) lo han conseguido a costa de los partidos intermedios que sufren un varapalo cierto: los liberales quedan fuera del Bundestag y los verdes sufren un retroceso. Que los euroescépticos de Alternative für Deutschland no lleguen por tres escasas décimas a obtener representación electoral no es algo que nos debería confortar demasiado, nadie les daba opciones y han estado a punto de llegar; habrá que seguir de cerca a este partido para las europeas.

Cualquiera que sea la opción de gobierno que decida la canciller -y esa es y ya era cuestión pacífica entre todos los analistas que han opinado respecto de lo que haya de venir después- las políticas no cambiarán.

El balance de la gestión de la actual canciller en el plano europeo tiene luces y sombras, quizás más de las últimas que de las primeras:

  • Desde el punto de vista institucional, se han trasladado al Consejo las decisiones que antes adoptaba la Comisión, lo que ha producido el debilitamiento de esta última y... ¡qué no decir del Parlamento! No deja de resultar sorprendente que el propio parlamento alemán se haya convertido en un nuevo actor protagonista de las instituciones europeas. Evidentemente, en este escenario, la canciller se ha encontrado bastante cómoda.
  • La tesis prevaleciente durante toda la legislatura alemana, ha sido que no existía una crisis del euro como tal, por el contrario, lo que más bien pasaba era que en algunos países de la zona euro había crisis, debidas a conductas derrochadoras por parte de esos países. La solución -siempre a decir de los gobernantes alemanes- consistiría en exportar su modelo, un modelo de éxito, basado en las reformas planteadas por la agenda 2010 del socialdemócrata Schroeder. La austeridad, por lo tanto. Algunos piensan en este sentido que la medicina era la adecuada, no así su dosificación, y que en ese punto ha variado algo la posición alemana (opina así, por ejemplo, el actual Secretario de Estado para la UE de nuestro gobierno, Iñigo Méndez Vigo).
  • De manera puntual, y sin tener en cuenta necesariamente la letra del Tratado de Lisboa, los distintos actores en el escenario europeo -Alemania de manera muy principal- han acometido o proyectado una serie de decisiones de carácter excepcional. Sin embargo, las instituciones europeas no han quedado precisamente favorecidas en ese proceso, quedando cada vez más al margen.
  • Deudora de la estrategia que se le impuso por los aliados después de la II Guerra Mundial, Alemania no ha hecho ni mucho ni poco por apoyar la acción exterior europea. El ejemplo de la ausencia de estrategia europea respecto de la guerra civil que está asolando a Siria es paradigmático: algún responsable político europeo ha afirmado que ni siquiera se han reunido para analizar el asunto.
  • De esta manera, subsisten -y seguramente que por mucho tiempo, aunque no se trate de algo que se pueda achacar exclusivamente a Alemania- las 4 tensiones que afectan a la UE: desconfianza ante las instituciones por parte de los ciudadanos, la tensión entre países deudores y países acreedores, la que existe entre los países miembros y los que no lo son en la eurozona y la tensión entre democracia y adopción de decisiones fuera de las instituciones democráticas (Parlamento), que viene a ser un problema de legitimidad.

(En relación con este último punto, la sensación que, según algunos analistas políticos, tienen los alemanes respecto de la construcción europea es que Más Europa significaría inevitablemente más dinero alemán). 

En definitiva, un balance que se podría adjudicar a una variada gama de responsables políticos europeos, por lo tanto, también a Merkel: tenemos un euro sin instituciones y una política exterior indiferente a los conflictos.

Visto lo visto, y ya que nadie piensa que se producirán grandes cambios, ¿qué posibilidades vemos al futuro de la UE con el próximo -ya que no nuevo- gobierno alemán?

  • Un avance en la unión bancaria. Seguramente lento y menos ambicioso de lo que algunos prevén.
  • Una Europa más transnacional -que no supranacional-, una Comision cada vez menos decisiva y un Parlamento desaparecido, donde los Estados tendrán un mayor papel en el seno de un Consejo cada vez más fuerte.
  • Y, por supuesto, todo lo que se haga se hará sin pretender plantear un nuevo Tratado, no importa lo rígido que sea el actual y lo contrario que resulte a un proyecto ambicioso de una Europa federal.

2 comentarios:

  1. Cuando se vota en clave nacional y los ciudadanos nos olvidamos de Europa porque pensamos que Europa tal y como está nos es desfavorable es una situación para preocuparse.

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  2. Creo que "clavas" lo que pasa. Es muy preciso lo que escribes. Ahora bien cuando lleguen las elecciones europeas de 2014 si un enorme número de electores españoles se abstienen ¿no estarán con "el que calla otorga", tanto para lo que sucede en la UE como para lo que sucede en España?

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