La política
en España no va bien. Hubo un tiempo en que pudimos advertir que la crisis
económica -una de las más profundas recesiones que ha conocido nuestra
historia- ponía en evidencia la fragilidad de nuestra estructura democrática y
de nuestras instituciones. Era lo de la historia del Rey desnudo. Y las dos crisis marcharon en paralelo, ambas in crescendo. Hoy, los responsables de
nuestro gobierno, dispuestos a observar -como los dirigentes del anterior
ejecutivo- brotes verdes en cualquier
elemento que presente un aspecto cetrino, nos anuncian una recuperación
económica en ciernes: el presidente promete que bajará los impuestos, el sector
exportador mejora sus indicadores y la balanza comercial se equilibra -quizás
porque también las importaciones se ven drásticamente reducidas como
consecuencia de la profunda recesión- y el turismo se ha incrementado de manera
espectacular -quizás también porque nuestros principales competidores en este
terreno no ofrecen una perspectiva de estabilidad suficiente para no convertir
las vacaciones de cualquier viajero en un episodio de agitación permanente-. Y
si ahora -nos aseguran, aunque no nos apercibamos de ello-, la crisis económica
ha tocado fondo y nos estamos recuperando, la crisis política avanza con la
fuerza de un maremoto sobre el páramo español.
Tal vez a
consecuencia de ello, el presidente del gobierno se ha puesto con frenesí a
hacer las maletas en una locura de viajes que le sometan a una agenda
internacional agobiante. De San Petersburgo a Buenos Aires, a los que añadir
una serie de destinos adicionales que le mantendrán alejado de nuestras
fronteras. Y es que los foros internacionales son desde luego más gratos que
los interiores -claro que el resultado de la batalla olímpica no le habrá dejado precisamente un buen sabor de
boca-. Y es que en otros pagos no hay oposición que
te formule 20 preguntas para las que no tienes respuesta a una sola se
ellas y a los medios se comunicación se los puede sortear con mayor facilidad
que en casa.
¿Y qué hace
el presidente en estos foros? Veamos el caso sirio, que tanta -y con tanta
razón- polvareda está levantando. Y comparemos los debates que suscita la misma
en algunos países de nuestro entorno. A finales del pasado mes de agosto, la
Cámara británica de los Comunes propiciaba una discusión que suponía una
histórica derrota de su gobierno respecto de una intervención del Reino Unido
en la anunciada acción norteamericana en aquel país. Cameron debió batirse en
retirada y esperar a mejor momento para convencer a sus díscolos
parlamentarios. En Francia, un país donde el presidente cuenta con atribuciones
constitucionales suficientes que le amparan a ofrecer su concurso en una opción
bélica, ha debido ceder al clamor de la oposición -una oposición débil y
fragmentada- y poner a debate parlamentario tan importante asunto. En España,
sin embargo, hemos pasado, sin necesidad de debate alguno, de las posiciones
ambiguas al respecto -ya veremos lo que dice el informe de los expertos de la
ONU, venia a explicar el presidente- a una declaración de apoyo que ni siquiera
Rajoy hizo explícita en su rueda de prensa y que el presidente Obama se llevó
del G20 junto con el de otros cualificados miembros del grupo.
La triste
historia de este gobierno se encuentra jalonada de amargos eslabones.
Televisiones de plasma que evitan la presencia directa de los medios,
comparecencias parlamentarias forzadas, mentiras y medias verdades superadas
por los hechos, en tanto que a estos últimos se contesta diciendo que ya se
dijo todo lo que se tenia que decir. Y ahora, este nuevo desaire a la
democracia y el parlamento: no hace falta debate, el presidente de los EEUU me
lo ha pedido, y con eso basta.
Urge
levantar la voz contra esta manera de hacer las cosas. Reclamar una vez más la
centralidad del Parlamento y la celebración de los debates sobre las cuestiones
que de una manera y otra nos atañen. En su Gobierno
Largo de 1907-9, don Antonio Maura dijo, yo, para gobernar, solo necesito luz y taquígrafos, acuñando así
una expresión que se ha hecho célebre en cuanto a que la transparencia y el
debate son columnas vertebrales en cualquier democracia. Pues bien, deberíamos
exigirlas una vez más.
Seguimos sin darnos cuenta de lo que es importante por eso más de un siglo después sigue siendo necesario el ¡Maura Sí! contra los del ¡Maura No!
ResponderEliminarVa siendo hora de mejorar nuestra Democracia y los canales de participación y eso pasa por la participación de otras opciones ya que vemos claramente que los dos "viejos partidos" PP y Psoe están agotados y sin ideas además de corrompidos.
ResponderEliminarCreo que al final los ciudadanos lo verán y sabrán acercarse a las opciones que son necesarias para mejorar nuestra Democracia.