Publicado originamente en Huffington Post, el 20 de junio de 2015
El pasado jueves 11 de junio, la asociación abertzale -"patriota" en euskera; o bien de la izquierda radical independentista vasca-, de nombre Bake Bidea, realizaba una visita a la Asamblea francesa, anunciada a través de los medios de comunicación.
La preocupación que esta visita suscitaba en la delegación de ALDE en el Parlamento Europeo en la que me integro con Ciudadanos Europeos nos llevó a mostrar nuestro malestar ante esta noticia y a dirigir la siguiente carta -que presento ahora traducida- a los diferentes eurodiputados franceses pertenecientes a nuestro grupo, y que decía en su parte central:
«Debido a una gran inquietud, queremos llamar su atención respecto del anuncio de la Conferencia humanitaria por la paz en el País Vasco, una iniciativa de la organización nacionalista vasca Bake Bidea, con el apoyo del mediador internacional, Brian Currin, en la Asamblea Nacional francesa, el próximo 11 de junio en París.En realidad, se trata de la concreción de una tentativa posterior consistente en presentar a la banda terrorista ETA -que sería el verdadero objeto de la reivindicación en el curso de esta conferencia- como una víctima en los foros internacionales, utilizando el argumento falaz de que existe un conflicto no resuelto entre los Estados francés y español y ETA.ETA es un grupo criminal, tal y como ha sido reconocido oficialmente también por Francia en 2009. Creemos que este gesto insulta profundamente a las víctimas, a sus familias y a todos los ciudadanos franceses y españoles que, durante decenios, han sufrido el terror de los ataques, de los asesinatos y de los secuestros cometidos por esa organización terrorista.Consternados ante el conocimiento de esta noticia a través de los medios de comunicación, nos ponemos a su entera disposición para cualquier actuación que considere oportuno adoptar para prevenir esta iniciativa»
Y suscribíamos la carta Javier Nart, Juan Carlos Girauta y yo mismo.Una carta de parecido tenor le fue enviada al presidente de la misma cámara legislativa por los tres componentes de la delegación parlamentaria, a la que se unía nuestro compañero Enrique Calvet, quien haría también gestiones más directas con nuestros colegas franceses.
Al mismo tiempo, remitíamos esa carta a las delegaciones españolas de S&D -PSOE- y EPP -PP-, para que hicieran gestiones con sus homólogos franceses en sus respectivos grupos parlamentarios.
En las respuestas que recibimos, nos explicaban que la reunión no era un acto oficial del Parlamento, sino que se realizaba como consecuencia de una invitación formulada por algún diputado. Y que no había sido desautorizada para evitar de males mayores. Por parte de las delegaciones españolas de los grupos mayoritarios de la Eurocámara no hubo reacción.
Resulta un tanto penoso constatar la indiferencia, cuando no la cortedad de miras, que la conjunción de los servicios diplomáticos españoles, políticamente dependientes de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores (junto con los -aún- grandes partidos) están tratando asuntos que tanta sensibilidad suponen a la dignidad de las víctimas del terrorismo y, por descontado, a la misma decencia de la sociedad española en su conjunto.
Ayer fue Dinamarca en relación con el proceso soberanista catalán, hoy Francia y con referencia al proceso de paz en el País Vasco. ¿Qué nos deparará el día de mañana?
Es preciso que trabajemos juntos, unidos más allá de las siglas, en los objetivos comunes; los que se refieren a la unidad y libertad de España y en España; dejando atrás los regates cortos y las actitudes partidistas. Eso sería la nueva política que contrasta con la vieja.
Claro que algunos no lo acaban de entender.
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