Publicado en Movimiento Europeo, el 16 de diciembre de 2015
La amenaza terrorista proveniente del yihadismo, que viene provocando una seria cadena de atentados en muy diversos lugares de Europa y del mundo, tiene, respecto de fenómenos similares que algunos hemos conocido -el caso de ETA en España, por ejemplo- algunas características específicas que -sin ánimo de resultar exhaustivo- trataré de resumir en este artículo; así como de señalar alguna conclusión.
En primer lugar, el carácter desconcertante que tiene. Una característica que es siempre pretendida por el terrorismo, que actúa siempre cuando puede y se vale para ello de nuestra sensación de seguridad para desestabilizarla y conducirnos al amedrentamiento -como ocurriera recientemente en Bruselas, parando la ciudad después de los atentados en París.
En segundo -y en ello reside buena parte del señalado desconcierto- es su capacidad de leva a través de las redes sociales, que le permite actuar sin aparentes órdenes y sin estructura organizativa. Una indicación general les bastaría para activar a sus seguidores.
Una estructura demográfica -en tercero- que agudiza y retroalimenta las tensiones sociales en que viven sumidas las comunidades islamices en algunas ciudades de Europa -París, Bruselas…-, formando un verdadero caldo de cultivo propicio al surgimiento de estos terroristas.
Una estructura demográfica -en tercero- que agudiza y retroalimenta las tensiones sociales en que viven sumidas las comunidades islámicas en algunas ciudades de Europa -París, Bruselas…-, formando un verdadero caldo de cultivo propicio al surgimiento de estos terroristas.
Cuarto, la libertad de movimiento que les proporciona en Europa el espacio Schengen.
En quinto lugar, la inexistencia de una inteligencia europea o -al menos- de unas inteligencias de los países europeos compartidas, con capacidad de prevenir antes y de reprimir el terrorismo yihadista una vez que este ha actuado.
En sexto lugar, la referencia de un Estado -el ISIS-, con organización, estructura y financiación, que ocupa una significativa porción del territorio de Siria e Irak y que afilia a miles de combatientes bien pagados en todo el mundo, que después de “servir” a su causa, regresan a sus países de origen dispuestos a proseguir en ellos su actividad terrorista.
Séptimo -y último, por ahora-: existen razones sociales, basadas en la pobreza, que convencen a las personas más desfavorecidas a enrolarse en esas huestes, gentes sin cultura que caen en el mensaje de una interpretación del islamismo que les recompensa con un salario, la sumisión de esclavas sexuales y la segura recompensa de la felicidad en el más allá.
Algunas de las conclusiones que ofrecería, ya se plantean en las mencionadas características:
Primera, la Unión Europea debe abordar con urgencia la necesaria creación de una inteligencia y policía comunes, y entretanto, que sus Estados miembros compartan las suyas propias.
Segunda, frente al terrorismo yihadista es necesaria la unidad. Más Europa, no esta UE incapaz de unir sus políticas respecto del gravísimo problema de la inmigración -tanto de la política como de la económica.
Una unión que debería ser abordada en tres planos adicionales a los ya expresados:
La política exterior. No podemos permitirnos por mucho más tiempo la pervivencia de 28 prioridades internacionales superpuestas. Algunas, por cierto, que prefieren pensar que el terrorismo yihadista no les afecta y creen que mirando hacia otro lado -y siendo, en suma, insolidarios- permanecerán seguros. Grave error, este terrorismo no tiene fronteras.
Unida a la anterior, la política de defensa. Tampoco tiene sentido disponer de 28 fuerzas armadas diferentes y otras tantas políticas de inversión en esta materia.
Es preciso también concertar la política de cooperación a nivel europeo. Ofrecer esperanza a las poblaciones afectadas, combatiendo las causas que mantienen a tantos países en el subdesarrollo. La colaboración de los gobiernos en esas zonas y la existencia de regímenes fiables es una condición deseable para la eficacia de estas políticas.
Europa deberá ser un actor global y unido si pretende hacer frente a este gravísimo reto.
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