Como es costumbre en la ciudad del atasco permanente, mi interlocutor me recoge en el hotel para dirigirme hacia el centro histórico de la ciudad. Por el camino me muestra los centros de votaciones a los que considera que acudiremos el domingo, la historia de la ciudad y la economía general de Colombia. Las minas, que son concesiones del Estado —me explica—. Todo muy parecido a como lo dejamos los españoles, donde el Virrey fue sustituido por el Presidente de la República.
Vistas desde el comedor del restaurante |
La tarde es agradable, una especie de tardoverano bogotano. Las gentes inundan las calles con su mercadeo de productos bajo la estólida vigilancia de los edificios más característicos de la capital. En el patio de armas del palacio presidencial (el presidente vive en las habitaciones traseras) se produce un cambio de guardia con gran fanfarria de bandas y soldados.
Me sorprende que antes de que los soldados, en posición de firmes, escuchen con respeto -como el público-, primero el himno nacional, después el de la bandera, suenen los acordes de la Marcha Radeztky, con lo que me tengo que reprimir para no aplaudir en los momentos en que lo hacen los asistentes a la Ópera de Viena todos los días 1 de enero.
Sábado, 10
Ese día he sido invitado a comer en la residencia del embajador de España. Su mujer, María Basagoiti, tiene orígenes bilbainos con lo que el almuerzo discurre con la familiaridad que producen las gentes y las situaciones compartidas.
De regreso al hotel, me dirijo al salón de reuniones que utiliza nuestra misión de observación electoral, pero está vacía. Por allí anda también el socialista —y miembro de su ejecutiva— Paco Salazar.
Una de las responsables de la organización nos dice que el grupo (que andaba de visita turística) ha quedado atrapado en un trancón. Tardarán en llegar unos minutos aún.
Junto a los mostradores de recepción nos aborda una persona que dice ser miembro del partido del candidato Petro y que éste quiere hablar con nosotros. Yo no veo claro el propósito de la entrevista, no la he pedido y me extraña que uno de los candidatos pretenda hablar con un observador electoral internacional.
Me dirijo a mi habitación cuando recibo un whatsapp de Ángel Peccis que me invita a acompañarle, a él y a su mujer, que están tomando un café en el bar del hotel.
Vuelvo a bajar y converso con el matrimonio Peccis. Al parecer el candidato Petro ha llegado al hotel e insiste en entrevistarse con nosotros. Comunico a su representante que en todo caso sería un saludo de cortesía: nuestra misión no consiste en entrevistarnos con los candidatos.
Pero Ángel Peccis abandona por un momento nuestra reunión y se dirige a conversar con el grupo en el en el que se encuentran los que apoyan a Petro. Vuelve Ángel a nuestra zona en el bar y me dice que Paco Salazar quiere entrevistarse con el candidato. Yo le insisto en que esa no es la cuestión, que nosotros no hemos venido a Colombia para defender ante el CNE posiciones concretas de los candidatos.
Finalmente Petro abandona el hotel. Pero al cabo de muy poco tiempo le llega a Paco Salazar la denuncia del grupo de Petro por su deficiente protección (el día siguiente, el representante de IU nos enseña un vídeo en el que el aludido candidato de la izquierda recibiría tres impactos de bala a la entrada de un pueblo.
Reunidos como nos encontramos con la organización electoral para la preparación del «Día D», reportamos de esta situación a las autoridades. Unos minutos después, Angel Peccis recibe un mensje de whatsapp en el que se le informa acerca de las medidas de seguridad asignadas al candidato en cuestión. Se trata de la información que remite el gobierno al magistrado Alexander Vega. Dice lo que transcribo a continuación:
«Primer anillo de seguridad.
16 hombres de uno y 8 hombres de policía al mando de un mayor de la policía.
2 vehículos blindados nivel 3 y 2 vehículos blindados nivel 4.
3 vehículos seguidores.
Chalecos reforzados para su uso.
La seguridad en cada desplazamiento en más ciudades está a cargo de la policía donde en promedio se asigna más de 150 hombres»
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