sábado, 28 de junio de 2014

Segunda semana en Bruselas



Una de las cuestiones que aún el ser humano moderno no ha conseguido organizar es la que se refiere a las reuniones. Siempre importantes, desde luego, pero las más de las veces agotadoras en cuanto al tiempo que drenan, que no se puede dedicar a otras actividades y que también pueden llegar a acabar con la paciencia de sus asistentes, en especial si cada uno de los congregados desea decir lo mismo que ha expresado cualquiera de los que le precedieron.
Esto es lo que ha ocurrido con la primera reunión de ALDE. Los traductores nos mostraban la bandera roja de su horario y nos abandonaban cuando el momento de conclusión había llegado. Sin embargo, el listado de oradores se mantenía incólume a toda indicación y las peticiones de palabra se mantenían.
¿El motivo? Básicamente el de preparar un documento dirigido al candidato a presidente de la Comisión Europea (Jean-Claude Juncker, casi seguro cuando se escriben estas líneas) de modo que su compromiso europeísta quede establecido en cuanto a las posiciones que defiende el grupo.
Guy Verhofstadt nos había presentado un documento con las pretensiones del grupo de los liberales y los demócratas europeos. Un documento que, en lo que hace referencia a la política internacional de la Unión Europea, tenía la única pretensión de que el próximo Alto Representante ofrezca a las instituciones europeas un documento de política exterior.
Vendría a decir ALDE que debería existir una política exterior de la Unión. Algo que comparto. Los años de Ashton han sido años vacíos en cuanto a este componente principal del trabajo europeo. De manera que el nuevo responsable debería emprender de forma resuelta un nuevo trabajo en esa materia.
En especial ahora. Y no sólo porque se produce en estos momentos la renovación de los cargos en las instituciones europeas. Es que la apertura de nuevos contenciosos en el escenario europeo nos obliga a replantear nuestra intervención en esta materia. El chantaje de Rusia sobre Ucrania y sobre el conjunto de la Unión nos obliga a redibujar nuestra estrategia en materia de política de autoabastecimiento energético. Y está nuestra relación con los países productores de petróleo que en muchos casos tiene que ver con una política de defensa.
Está por ver que los Estados Unidos quieran mantener su presencia en el mundo que se encuentra en el espacio contiguo a Europa. Su estratega de perfil bajo parece clara, sin embargo. Y aunque parezca que el gendarme americano deberá adoptar alguna iniciativa en lo que respecta al caso iraquí, las cosas no serán ya igual que lo fueron cuando ese país defendía sus intereses para el aprovisionamiento energético con mano de hierro en esa parte del mundo.
Por eso Europa debería establecer una estrategia propia en ese sentido.
Pero no basta con que tengamos una política. Sería preciso conocer qué política.
Parece claro que los intereses europeos deberán desempeñar un papel principal en esa estrategia. Pero no podría ser la única razón. Europa se ha distinguido durante su existencia como comunidad política por la defensa de las ideas democráticas y la salvaguardia de los derechos humanos. Esa dimensión, la de los valores, debería necesariamente llevarse también al plano de la política exterior.
Este es el sentido de la enmienda que yo mismo redacté al documento de ALDE en la materia.
Después me fui a visitar a Alejo Vidal-Quadras, a quien vi en la entrada a la sala de reuniones de ALDE, acompañando a los diputados de C’s. Alejo apoya la causa de una organización contraria al régimen iraní.
Su despacho domina los tejados de esa parte de Bruselas y da a un espacio abierto.
— Cuando me eligieron vicepresidente, me ofrecieron un despacho más amplio. Pero preferí quedarme con este.
Alejo es buen conversador, y no sólo me habla de lo que ocurre con la oposición iraní, aunque empieza con esto.
Tienen su origen en los Mujaidines del pueblo de Irán. Un movimiento estudiantil, creado en tiempos del sha y en oposición a este. Se trata de islamistas moderados. Su cúpula fue encarcelada y pasaron a la clandestinidad. Una parte se escinde y pasa al marxismo, cometiendo diversos asesinatos.
Con Jomeini, este movimiento se suma a la revolución. Pero cuando se implanta el fundamentalismo, se separan. Jomeini llama al líder y le intenta comprar. Pero se niega. Organiza manifestaciones, de modo que se dictan fatwas en su contra. El fundamentalismo iraní va a por ellos. Se exilian muchos y se establecen en Francia. Jomeini pacta con potencias occidentales, a cambio de ofertas económicas, y consigue que les pongan en la listas negras americanas y europeas. Sólo Hussein les acepta.
Muchos de ellos se encuentran en el Campo Ashraf. Un campo que —siempre a decir de Alejo— es un campo modélico. Cuando se produce la guerra Irán-Iraq entran en Irán. Luego vuelven al campamento,. Maliki les hace la vida imposible. Intentan salir de Irak. Algunos están en Alemania y en otros países.
Alejo me dice que ha alentado la creación del intergrupo Friends of free Iran, en elParlamento Europeo.
Después nos referimos a la noticia que corre esta mañana por los mentideros del Parlamento Europeo, que Pablo Iglesias, de Podemos, va a ser vicepresidente de esta institución (aunque más tarde se confirma que ha presentado su candidatura a la presidencia). Le parece un despropósito. Y me dice que la culpa de que eso se esté produciendo se debe al conjunto de atropellos que, de forma legal o ilegal, se han venido produciendo en España con los sectores más débiles de nuestra sociedad. Y me cuenta una historia que le ha ocurrido a él en su ámbito doméstico.
La segunda reunión semanal de ALDE tiene un carácter más organizado. Se trata de oír a los tres candidatos a la presidencia del Parlamento Europeo, Martín Schulz entre ellos.
Esa mañana había  estallado el asunto de los fondos de pensiones de los eurodiputados a través de SICAV en Luxemburgo. Y resolvemos formular una pregunta en este sentido al candidato.
De modo que soy yo quien hace la pregunta:
Sr, Schulz. La prensa española de hoy, que cita a diversos parlamentarios europeos, se hace eco de un Fondo de pensiones del Parlamento Europeo, creado en 1994, que cuenta con 164 m€ en activos y ha tributado solo 59€. Está radicado en Luxemburgo, que es un país opaco.
‘Creo, Sr Schulz, que buena parte del desprestigio de las instituciones, también de las europeas, procede de la falta de transparencia.
‘¿Qué opinión le merece este asunto y que programa tiene al respecto?
Schulz contestaría que no estaba de acuerdo con dicho fondo, pero que existían derechos adquiridos de eurodiputados, que sus pensiones futuras dependían de esos fondos.
No deja de resultar curioso, acostumbrado como estoy a los parlamentos con preguntas tasadas y programadas, que se le pueda preguntar de forma directa y sin apenas formalidad cualquier cosa a un candidato a —y casi seguro— presidente del nuevo Parlamento.
En todo caso, ya me he estrenado.

viernes, 27 de junio de 2014

Mi primera semana como eurodiputado (y 4)



Concluido este asunto, nos fuimos a tomar la copa que ofrecía ALDE a todo el grupo. Allí tuve la oportunidad de charlar un buen rato con el Secretario General del grupo, Alexander Beels, quien me explicaba las curiosas circunstancias que se desarrollan en este asunto de la formación de grupos en el Parlamento Europeo.
«El M5S —partido de Beppe Grillo— nos propuso participar en ALDE. Sus dos condiciones fueron, que apoyáramos el abandono del euro y las políticas conectadas con este. Se debían referir a los asuntos esos de mutualización de la deuda o los Eurobonos». ¡Cosas veredes!
La mañana siguiente se estrenaba el grupo. Los 4 eurodiputados de UPyD teníamos asignación por orden alfabético.
Como en toda reunión que se precie, las palabras de Verhofstadt respecto a la necesaria política de acuerdos sobre tres pilares, PPE, S&D y ALDE, serían contestadas desde el acuerdo, al que con palabras diferentes se unían los más.
También era el momento de la despedida. Con estilo sereno, los eurodiputados salientes tomaban la palabra señalando su propósito de volver.
¡Algo tendrá esa institución, que todos desean regresar cuando la abandonan!
Entre ellos, Sir Graham Watson, lib-dem británico a quien un candidato del UKIP ha arrebatado el escaño. Watson se ha distinguido siempre por su defensa del status quo gibraltareño. A la conclusión del acto me dirigí a él diciéndole que compartíamos los dos la misma preocupación:Gibraltar. Una sonrisa amable acogió mis palabras. Pero Watson no estará tampoco esta legislatura.
Tremosa habló en inglés. Y dijo que había enviado un escrito a la prensa en el que se contenían descalificaciones de miembros d UPyD a su partido. «No de los diputados europeos», quiso especificar. Momentos antes nos habíamos encontrado con Tremosa y su asistente quien, una vez que nos dirigíamos a la sala de reuniones nos espetaba: «¡No hagáis caso de las termitas!» Luego se disculparía.
Izaskun Bilbao resultaría más comedida. Dijo habernos tratado a Paco, a Maite y a mí, y esperaba mantener una buena colaboración.
Paco Sosa aseguraría que mantendremos una posición educada y que esperaba que esa actitud fuera correspondida
Y esto ha dado de sí esta semana, concentrada en nuestra entrada en ALDE.
Seguiré informando.

jueves, 26 de junio de 2014

Mi primera semana como eurodiputado (3/4)



Llegaba finalmente la tarde de ese día, cuando se nos había citado 15 minutos antes de las 5 de la tarde en una antesala del lugar en el que tendría lugar la votación de ALDE respecto de nuestro acceso al grupo.
Allí nos encontramos con el eurodiputado de C’s, Juan Carlos Girauta, que releía un documento que le habían remitido desde ALDE. Encontraba que dos menciones, el diálogo como instrumento democrático para la resolución de las diferencias en los regímenes democráticos y la defensa de la identidad de los pueblos —no ligada a los Estados— sonaban a una redacción sugerida por Tremosa para obstaculizar nuestro acceso al grupo.
Nos pareció una especie de trágala. De modo que coincidamos en no entrar en el grupo si esta cuestión no quedaba aclarada.
Nos situamos en un pasillo contiguo a la entrada de la sala en la que se desarrollaba la reunión del grupo, pasillo por el que pasarían algunos responsables de ALDE que no nos ofrecían satisfacción a nuestras inquietudes.
El hecho de no haber recibido ese texto con carácter previo y el de que aún no hubiéramos recibido la carta que Paco Sosa —en nombre de UPyD— había negociado con Guy Verhofstadt, acrecentaba nuestras preocupaciones.
La tensión que vivimos en ese pasillo era tan espesa que se podía cortar con un cuchillo.
Pero había que esperar a la llegada de ese equilibrista de la política que es Guy Verhofstadt. Se hizo presente poco después de que recibíamos la carta negociada con ALDE y sabíamos que la votación había resultado positiva por más de dos tercios a favor de nuestro ingreso (argucia de Verhofstadt, nuestra votación era conjunta con otros eurodiputados, portugués y croata). Por supuesto, CDC y PNV votarían en contra.
Pero Verhofstadt nos aclaraba lo sucedido. Hacía 10 años que liberales y demócratas firmaban su compromiso en ALDE, un acuerdo cuyo manifiesto debía revisarse ahora. En cuanto al texto, Verhofstadt nos dijo que era enmendable. Por otro lado, criticaría a su vicepresidente por no habernos hecho llegar antes el documento que había provocado nuestra preocupación.
La única concesión que ALDE había hecho a los nacionalistas —siempre en palabras de Verhofstadt— fue permitirles la creación de un grupo de trabajo que se refiriera a la situación de los pueblos sin Estado en la Unión Europea. Bilbao y Tremosa unirían sus reflexiones con las de los nacionalistas flamencos, que pretenden una Bélgica confederal. «Aunque yo no sé muy bien si pretenden siquiera que siga existiendo Bélgica». «Les sugiero que hagan ustedes lo mismo», concluyó.
(Pocos días después, los 4 nacionalistas flamencos abandonarían ALDE para incorporarse al grupo en el que se encuentran los tories -ECR-. ¿Darán Bilbao y Tremosa el mismo paso?’)
Yo le pregunté:
— ¿Nos da su palabra de que usted aceptará nuestras enmiendas al texto?
A lo que el presidente de ALDE nos ofrecía todas sus garantías.
Después de una consulta con nuestra portavoz nuestra entrada en ALDE quedaba garantizada.
Lo dicho: no se debe conocer una opinión definitiva hasta que ha terminado la película.

miércoles, 25 de junio de 2014

Mi primera semana como eurodiputado (2/4)




El objetivo de nuestra negociación con ALDE había sido —aparentemente— conseguido, pero ya se dice que no se debe analizar la película hasta que se ha llegado a ver su final.
Del bochornoso espectáculo de la jura-promesa de los eurodiputados en el Congreso de los Diputados ya he hablado en otro post, así que pasaré ahora por alto dicho evento.
No menos bochornosa resultaba la actitud obstruccionista del diputado de CDC, Tremosa, que en una intoxicación permanente acusaba a UPyD de partido contrario al idioma catalán, cuando lo que pedimos es que no se atropelle a los catalanes que quieren expresarse en español; el pretendido anticatalanismo de UPyD, cuando Rosa Díez presentaba el libro de un dirigente de ERC y los responsables de CiU suelen mirar hacia otro lado cuando se producen agresiones contra nuestro partido en Cataluña; la también pretendida confusión entre la defensa que hacemos del estado de derecho en contra de los terroristas de ETA y sus valedores con la conculcación de determinadas ideas políticas; tampoco deja de resultar curioso su ataque a nuestro candidato Paco Sosa en cuanto a su —siempre en expresión de Tremosa— defensa del estado austro-húngaro, un ataque que viene de los destructores del viejo estado de España; ridícula también la pretensión de Tremosa de que UPyD no ha condenado al franquismo, negándonos así credenciales democráticas que hemos ganado todos los fundadores de UPyD en nuestra lucha contra el terrorismo y nuestro partido en nuestra trayectoria desde la creación del partido; lo mismo se puede decir de nuestra actitud contraria al pretendido derecho a decidir por parte de los catalanes, que conculca los preceptos constitucionales y es por lo tanto abiertamente antidemocrática.
En ese complicado ambiente acudíamos a Bruselas en la semana que daba comienzo el 16 de junio.
Lo cierto es que los diputados de UPyD viajábamos a Bruselas para nuestra acreditación y para asistir a la votación que el grupo ALDE haría respecto de nuestro ingreso en el mismo.
Acreditarse en el Parlamento Europeo es cuestión compleja. Uno debe pasar sus buenos cinco o seis mostradores en los que unos encantadores funcionarios van recogiendo tus declaraciones de intereses, te hacen la fotografía para la credencial, te activan el wifi en tus aparatos electrónicos… en una operación en la que inviertes al menos una hora de reloj. Claro que al final te regalan una caja de chocolates, quizás para compensar con un dulce presente tus incomodidades.
También tuvimos la oportunidad de almorzar con mi viejo compañero de partido —en mi anterior reencarnación política— Alejo Vidal-Quadras, a quien volveré a ver próximamente en París en el encuentro con la oposición iraní. Alejo nos relataba las miserias de la vida política española, a través de la experiencia de un antiguo líder del PP que le manifestaba su desconsuelo ante el trato recibido por este partido, “como si no existiera”, dice que le contaba.
Pero la entrada en el comedor, desde el que se divisan los tejados de esa zona de Bruselas, también tuvo su interés. Hasta ese momento, sólo Paco Sosa y Maite Pagazaurtundua se habían acreditado. Beatriz Becerra y yo mismo circulábamos por los pasillos del parlamento con nuestras tarjetas de invitados. Y en el comedor de la planta alta —¡cosas de la vida parlamentaria!— ese día sólo podían entrar parlamentarios… acreditados. Alejo, que es aún vicepresidente del Parlamento, aludía a esa condición para hacerse responsable del resto —parlamentarios no acreditados y asistentes— pero el funcionario, como principal cancerbero del cielo gastronómico —bastante ramplón, por cierto— nos impedía la entrada en base a esa reglamentación que, como la fortuna, es mudable, a decir de Verónica Santamaria, asistente de Paco Sosa.
Apareció de repente, en la forma de ángel de la guarda, el próximo embajador del Ecuador ante las instituciones europeas, Sergio Servellon, que ha tenido funciones de seguridad en el Parlamento. A su sola indicación todas las barreras caían y podíamos finalmente sentarnos en las codiciadas mesas después de recoger los platos en el correspondiente selfservice.
— No deja de ser curioso que sea un ciudadano ecuatoriano quien nos franquee las puertas del comedor. Y que de nada valga la palabra de un vicepresidente del Parlamento y de un eurodiputado… o dos, ya acreditados y de dos por acreditar —resumía con su habitual ironía Paco Sosa.

martes, 24 de junio de 2014

Mi primera semana como eurodiputado (1/4)




Conocí a Guy Verhofstadt un lunes 2 de junio. Habían pasado las elecciones europeas hacía apenas 8 días y la expectación de los liberales de ALDE por UPyD iba aumentando por momentos. No era para menos, los diferentes partidos componentes de la coalición de liberales y demócratas se habían dejado unos cuantos escaños por el camino ante el auge de los populistas y el presidente —y candidato a presidente también de la Comisión Europea— no podía permitirse el lujo de perder el tiempo.
(Haré un inciso: es curioso como se produce una especie de efecto desplazamiento de las posiciones liberales a causa del avance de los populistas. Caen aquellos cuando crecen estos. Y el caso que lo pone de manifiesto más claramente es el del Reino Unido, donde loslib-dems se han quedado en uno, en tanto que el UKIP ha ganado las elecciones. El alma liberal, abierta, universalista y federalista es lo opuesto al populismo, cerrado, localista y nacionalista).
De modo que Paco Sosa y yo manteníamos una grata reunión con Guy Verhofstadt —entonces Monsieur Verhofstadt, ahora llámeme sólo Guy— en su despacho de vicepresidente del Parlamento Europeo.
Al interés de ALDE porque UPyD entrara en ese grupo le había contestado una carta de nuestro eurodiputado de la legislatura anterior —y de esta— en los términos en que UPyDvaloraba la presencia de nuestros representantes en ALDE, dada la previa asistencia de dos partidos nacionalistas en el mismo, CDC y PNV. De modo que ALDE debería salir de su convicción por la que el asunto catalán era sólo un problema interno de España para afirmar sin ambages que apoyaba la integridad territorial de nuestro país.
Esa carta tendría respuesta —nos aseguraría Verhofstadt— en breve. Será en los términos del artículo 4 del Tratado —le recordaría Sosa. En esos términos, desde luego —respondió el belga.
— Quiero decirle algo -añadía yo-. He militado en un partido liberal, el PDL, que presidía Antonio Garrigues Walker, en el que he tenido alguna responsabilidad. Nada me haría más ilusión que entrar en ALDE. Aunque debo decirle también que mis trabajos políticos se han desarrollado de manera principal en el País Vascodonde he sido amenazado por la banda terrorista. Pues bien, los compañeros de la señora que usted tiene sentada en su grupo,miraban hacia otro lado cuando nos mataban. Usted debe comprender esto y debe ayudarnos a hacer comprender a nuestros ciudadanos nuestra entrada en su grupo.
Verhofstadt me escucharía con atención y contestaría que sí, y que lo haría en los términos del Tratado.
Se trataría de una reunión breve aunque no insatisfactoria. El interés de ALDE era evidente. Aunque debíamos esperar a la contestación de la carta.
Esta llegaría, en efecto. Pero, para satisfacción de quienes seguramente no estaban dispuestos a que entráramos, y para insatisfacción nuestra, el texto sólo contenía vaguedades.
En todo caso, se trataba de una negociación -sindical, en palabras de Rosa Díez.
De modo que le metimos de manera cumplida el lápiz rojo: la corrección era, por supuesto, una propuesta de máximos, a la que no se haría esperar una respuesta que sería ya satisfactoria: en su último párrafo, ALDE decía comprometerse con la defensa de la integridad territorial de los Estados miembros.
Nuestra portavoz nos leía esta última carta en el Consejo de Dirección de UPyD que celebrábamos con carácter previo al Consejo Político del sábado 7 de junio: lo encontramos plenamente satisfactorio, lo mismo que haría el Consejo Político de ese día.
En rueda de prensa en que yo mismo acompañaba a Rosa Díez, esta daba cuenta de la decisión junto con una valoración de los resultados de las elecciones europeas.

lunes, 23 de junio de 2014

Crónica de una sesión


El viernes 13 de junio tenía yo —junto con otros 53 compañeros de escaño— una cita en elCongreso de los Diputados. Se trataba de proceder al acto formal de toma de juramento o promesa de acatamiento constitucional de los diputados electos el pasado 25 de mayo.
Era de prever que el principal foco de atención sería para el partido-movimiento de moda,PodemosDe hecho, nada más que sus cinco parlamentarios electos hacían su aparición en el salón Constitucional, las cámaras de las televisiones barrían su presencia con la alborotada rapidez con la que un grupo de fans acude a vitorear a su artista preferido.
El presidente de la sesión lo fue el de la Junta Electoral. Se refirió a que en aplicación del precepto correspondiente, la afirmación de acatamiento de la Constitución debiera ser concluyente y que, de no ocurrir así, la condición de diputado quedaría en suspenso hasta que esa voluntad quedara acreditada. Nadie sin embargo esperaba que eso fuera cierto. Y es que este es un país bastante raro, por más que ya lo sepamos.
En un país simplemente normal, bastarían dos fórmulas de contestación a la pregunta: la delSí, juro o la del Sí, prometo. Pero ya acabó de decir que nadie esperaba que así fuera.
IU utilizaría una fórmula que recordaba su adscripción al republicanismo. Los nacionalistas lo hacían por imperativo legal y en las lenguas vernáculas correspondientes. Puedo contar el caso de Izaskun Bilbao, del PNV, que ni siquiera dijo que acataba la Constitución…  seguramente se refería su gesto a lo que decía Tirso de Molina en cuanto al habitual laconismo de los vascos, Vizcaíno es el hierro que os encargo, corto en palabras, en obras largo… Los de Podemos acataron sí, pero con la voluntad de reforma de la Constitución, pretendiendo que en su nueva redacción la Carta Magna recoja los derechos del pueblo.
A decir de los enterados de otras veces, este que narro había sido el acto más heterogéneo en cuanto a fórmulas de acatamiento constitucional que había conocido. Yo añadiría incluso —insisto— que ni siquiera todas ellas dijeron acatar nuestro principal ordenamiento jurídico.
Podría resultar esta cuestión anecdótica. Pero el nuestro es un país en el que la suma de las anécdotas nos devuelve un país confuso, desintegrado, extraño… Irreconocible como país, en suma.
Lo que no quiere decir que no pueda ser plural. Pero por lo mismo que no se debe confundir la gimnasia con la magnesia, no parece que la heterogeneidad de ideas y de partidos deba suponer una interpretación de la ley que deje a la misma norma materialmente hecha unos zorros.
En la espera a que nos entregaran nuestras correspondientes acreditaciones, decía yo, bromeando, que a los diputados electos que habíamos acatado en términos inequívocos la Constitución se nos facilitara el acta con carácter inmediato. Era una broma, lo que no puede resultar una broma es que el acto solemne por el que los representantes del pueblo adquieran su condición de tales a través de su respeto a la ley de leyes se convierta en un episodio más del circo nacional acostumbrado en este país.
Y es que la ley, y lo que está simboliza, no debería quedar sometida al albur de las ocurrencias de la abigarrada política con la que contamos.
De haberse impuesto con carácter estricto el criterio de la suspensión de la condición de diputado efectivo a un acatamiento claro y terminante de la Constitución, qué duda cabe que cantarían otros gallos en este corral tan multiforme como es el,español.
Este debería ser un país serio. Una seriedad a la que todos sin excepción deberíamos contribuir.

lunes, 16 de junio de 2014

Una proclamación de mínimos


La proclamación del próximo Rey de España, que ascenderá al trono con el nombre de Felipe VI, será un acto de escaso relieve y ornato. Hay quien lo ha calificado como pasar de puntillaspor la coronación.
En el imprescindible  trabajo escrito por el profesor Miguel Ángel Aguilar RancelJuan Carlos rex – La monarquía prosaica, el autor disecciona el funcionamiento de las casas reales europeas y lo compara con el caso español. Su tesis viene a decir que la monarquía española es eso, prosaica, poco dada al boato y a las formas.
Y es que la ruptura en la sucesión histórica, operada más de manera más reciente desde el pasado siglo XX, con la II República española y la dictadura de Franco, la impronta personal del nuevo Rey era fundamento de la forma que habría de revestir la nueva monarquía española, producto de la segunda restauración histórica después de la canovista del siglo XIX.
En este sentido, el estilo del monarca abdicante ha sido directo, cercano, informal… Algunos se han referido a él como campechanoEra la forma de ser del Rey, tan positiva en muchos casos, pero tan alejada a lo que define a una institución respecto de otras.
A diferencia de las repúblicas, cuya pomposidad cuenta con sus evidentes límites, las monarquías revisten otras características. El hecho de que la jefatura del Estado se resuelva en la sucesión de una determinada familia conlleva de manera evidente el valor simbólico que liga la idea de la nación y de sus ciudadanos con esa misma familia y sus componentes. Es más, en un principio, la misma idea de la nación se transmite a través de la figura que la encarna, por lo mismo que las figuras sagradas evocan la existencia de las confesiones religiosas correspondientes.
En este sentido, establecer una agenda propia en que la Casa Real no tenga por definición que acudir de la mano del gobierno no sería en absoluto algo inadecuado. La cancelación por SM Don Juan Carlos de los actos conmemorativos de su onomástica, por ejemplo, creo que van en la dirección opuesta a la que indico.
Y la coronación del nuevo Rey es el momento más oportuno para desplegar el espacio simbólico que la monarquía supone. En relación con los propios ciudadanos con los que la institución conecta, pero también con las otras naciones del mundo. Y es que siempre se ha dicho que el Rey -el actual y el futuro- es el mejor embajador de España. Buena oportunidad por lo tanto para invitar -entre otras cosas- a otras representaciones internacionales, más allá de la de los embajadores, que por lo,visto es la única que está prevista.
A los argumentos que estoy ofreciendo ya se les ha contestado con el superior criterio de la austeridad, mantra-manta que pretende tapar todas nuestras vergüenzas. Pero he de decir que una cosa es la contención del gasto puramente simbólico que realizar una coronación de mínimos. Y entiendo que resulta compatible la evitación del despilfarro con la celebración de una jornada muy especial.
Y tampoco tengo muy claro que el dinero empleado en este asunto sea un despilfarro. En un país acomplejado, sumido en la confusión de la crisis, desgarrado ante la insólita perspectiva de su desintegración, un país necesitado de valores simbólicos que lo vertebren, la proclamación de Don Felipe VI es una oportunidad para reconciliarnos con lo que nos une como nación.
Una oportunidad que muchos de nosotros no volveremos a vivir. Pues hagamos de ella una fiesta que nos acerque.
 Aunque ya sé que no se hará nada -o casi nada- de lo que propongo. Pero dicho queda.

lunes, 9 de junio de 2014

UPyD en ALDE y otras consideraciones


La integración de los eurodiputados de UPyD en el grupo ALDE -Alianza de Liberales y Demócratas Europeos- fue saludada por los miembros del Consejo Político de este partido con dos cerrados aplausos, cuando su portavoz, Rosa Díez, leía ante ese órgano, la carta de invitación suscrita por Guy Verhofstadt en nombre del grupo europeo, producto de las negociaciones habidas entre ambas organizaciones políticas.
Bien podría asegurarse que dicha decisión contradice buena parte de las críticas recibidas porUPyD a lo largo de los años transcurridos desde nuestra fundacion y, muy especialmente, durante la reciente campaña electoral al Parlamento Europeo.
Las críticas referidas a la ambigüedad -calculada según dicen- de UPyD respecto de su posicionamiento ideológico respondían a ese concepto del determinismo de quienes no entendían que en el escenario político pudiera existir novedad alguna. Se trataba de ese mundo cerrado y corto por el que el mundo se dividía en izquierdas y derechas, y en España, además, en nacionalistas y no nacionalistas. Y en eso acababa la ecuación.
UPyD se defendía diciendo que las ideologías no eran sino producto de las sociedades de clases que en el siglo XIX generarían los correspondientes partidos políticos (conservador, liberal y socialista-laborista, por poner el ejemplo del caso británico). Otra cosa eran las ideas, que no se referían necesariamente a ideologías predeterminadas. Ideas que pretendían transformar las cosas. Ideas de progreso, por lo tanto.
Pretendíamos -y lo seguimos pretendiendo- convertir la democracia española en un sistema de libertades que amparara los derechos de los ciudadanos sin perjuicio del lugar de España en que residieran, la regeneración democrática en un Estado digno de sí mismo, respetuoso con las leyes y por eso moderno y homologable con otros países de Europa. Fácil pretensión en su formulación, pero enormemente difícil en su ejecución, como se va demostrando.
Operando en ese ámbito, nuestras ideas se han nutrido de las sensibilidades de la socialdemocracia y del liberalismo, de la misma forma en que lo han hecho los liberales de Nick Clegg en el Reino Unido. Uniendo a la idea de la regeneración democrática la de una economía de mercado que sea compatible con la oferta de servicios públicos, como la educación o la sanidad, y que no acepte que los marginados que genera de forma inevitable el sistema sean solo un asunto de caridad privada.
En este sentido, UPyD, aún siendo un partido liberal en sentido amplio, no podría confundirse con eso que se viene denominando partidos neoliberales en los que el añadido neo tiene bastante poco que ver con el sustantivo que le sigue, liberal. Esos partidos que santificaron al mercado; abolieron los controles; privatizaron todo lo privatizable y abrieron la puerta a una economía de casino, donde era muy fácil hacerse rico, y que en suma nos condujeron a la dificilísima crisis de Lehman Brothers que, con características cañis -como decía José María Fidalgo-, aún hoy seguimos atravesando.
Eran estas posiciones una adaptación a las tesis del public choice y de la economía de la oferta que tomaban cuerpo en los viejos partidos conservadores -Margareth Thatcher y los tories y Ronald Reagan y los republicanos. Por eso yo prefiero llamarlas neocon.
Situados por lo tanto en el centro del espacio político, con una vocación de transformación radical -en el sentido de tomar las cosas desde la raíz- de la endeble democracia española. Europeistas hasta la médula y federalistas también en cuanto al proyecto de construcción europea; nuestras ideas casan de forma muy clara con las de los partidos que integran ALDE.
Aunque es evidente que eso no les ha gustado a nuestros nacionalistas. Pero es más que nada porque ALDE ha dicho defender algo tan obvio como que hay que cumplir con lo que dice la Constitución de cada Estado miembro, por una parte, y que es preciso respetar lo que dice el Tratado de la Unión, por la otra. Y la Constitución española dice que no hay derecho de autodeterminación para las nacionalidades y regiones, en tanto que el Tratado defiende la integridad territorial de los Estados miembros.
Buena lección para quienes aseguran ser europeístas a la vez que pretenden levantar fronteras. ¿Es eso Europa? ¿Se diferencian en algo de Marine Le Pen, por poner un ejemplo de edificadora de fronteras?
Seguiremos informando.

jueves, 5 de junio de 2014

Nuevo Rey, nueva Constitución


Se acabó finalmente con la duda, este lunes SM el Rey despejaba las incógnitas que durante meses se habían suscitado respecto de la continuidad de su alta magistratura y lo que no era sino una posibilidad alentada por no pocos desde su desafortunada incursión por tierras africanas ha terminado por hacerse realidad.
Tengo para mí que el resultado de las recientes elecciones europeas ha tenido su influencia en la decisión. Especialmente la situación en que queda la izquierda de este país en la foto del 25M es preocupante. La irrupción de Podemos en el panorama político puede producir el efecto de que no sólo IU, sino,también el PSOE acaben haciéndole el seguidismo a ese nuevo proyecto de partido, desnaturalizando así las connotaciones socialdemócratas y moderadas que Felipe González consiguiera que fueran señas de identidad de su partido muchas décadas atrás. El grito de González, «¡Hay que ser socialistas, antes que marxistas!» parece encontrarse hoy en revisión en la izquierda española y con esa revisión aparecerían los viejos fantasmas del pasado y las antiguas propuestas maximalistas que creíamos olvidadas definitivamente, entre ellas, el republicanismo.
No entraré ahora a valorar los diferentes modelos republicanos que existen, aunque es cierto que el debate para variar no está alcanzando la altura necesaria, por supuesto que tampoco deja de resultar cierto que entre los partidarios de la república se trata de una cuestión más emocional que racional, por lo mismo que para los detractores de la forma de gobierno republicana, la monarquía sea una cuestión que apela más a los sentimientos que a otra cosa.
Es bastante probable que la decisión de S.M. haya tenido mucho que ver con la propia gestión del asunto sucesorio; una gestión lamentable, por cierto. 35 años después de aprobada la Constitución, el desarrollo del Título II de la misma había quedado postergado a momento más propicio, y no se sabía muy bien cuándo habría llegado este de no ser por la decisión regia que precipitaba la articulación del mecanismo legislativo correspondiente. Ahora resulta que sólo por un escaso mes, las dos fuerzas políticas más representativas de la democracia española, PP y PSOE, dispondrían de liderazgos que garantizaran un acuerdo amplio para su tramitación. Posponer la sucesión hasta el mes de septiembre, por ejemplo, habría supuesto a lo mejor el triste espectáculo de observar cómo en la principal fuerza política de la izquierda, su nuevo liderazgo pudiera considerarse renuente a una cómoda aprobación del texto sometido a su criterio.
Existe, pues, una fragilidad en cuanto a los apoyos que puedan soportar a medio plazo esa sucesión, que no advierte sino de la propia fragilidad del proyecto socialista y la actual ausencia de concreción de sus perfiles, pero que sin duda condicionarán en no poca medida el futuro reinado del próximo Rey.
En cualquier caso, no son pocos los asuntos que tiene sobre la mesa el nuevo titular del poder moderador. En especial el melón que se abrirá más pronto que tarde y que consistirá en la reforma constitucional.
Una reforma que cuenta con dos posibilidades diferentes en su acometimiento. La que llama al desarrollo del estado de las autonomías para la mayor comodidad de catalanes -ahora- y vascos -inmediatamente después- en un proyecto que, por sí quedara alguna duda, ya sería abiertamente confederal. O la que prefiera que la nueva Carta Magna apueste por los ciudadanos, por sus derechos y obligaciones, iguales cualquiera que sea el lugar en que residan dentro del territorio nacional. Una vez más, territorios o ciudadanos.
Y esa es la disyuntiva. Apostar por los territorios significaría abrirse a los estatutos de «tercera generación», a la división de la nación en lo que ya no podría seguramente llamarse España, sino una especie de Confederación de Naciones Ibéricas. Apostar por los territorios es admitir que los españoles sean definitivamente distintos en función de la zona del país en la que vivan.
Apostar por los ciudadanos, en cambio, es apostar por la igualdad en la prestación de servicios públicos, españoles iguales en derechos y obligaciones, regeneración democrática, separación de poderes y una ley electoral más justa en la que el voto de mi vecino de escalera valga lo mismo que el mío.
Me gustaría que Don Felipe fuera capaz de arbitrar en este complejo mosaico que es la España de hoy para que la nueva apuesta constitucional se produzca en el sentido que refuerce, no que debilite, la unidad de España. Creo, con sinceridad, que la otra dirección, la de los territorios, nos llevaría a una especie de Estado de los restos de España que tiene muy poco que ver con lo que la Corona ha representado en los siglos que nos han precedido.
Deseo la mejor suerte y acierto al nuevo Rey. No lo tiene fácil.
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