lunes, 31 de octubre de 2016

La injuria tiene un escaño


Artículo publicado originalmente en Diario16, el lunes 31 de octubre de 2016

(Dedicado a mi compañero y amigo Juan Carlos Girauta)

Cuando se apagaron las luces del hemiciclo, los manifestantes de “Rodea el Congreso” hacían eso precisamente con algunos diputados de Ciudadanos y las Redes Sociales ofrecían testimonio de los enfrentamientos vividos en la corta y tensa sesión acaecida pocos minutos antes.

Fue Gabriel Rufián el que llevaría al Congreso su arsenal dialéctico en el que sólo sobresale el insulto y la vulgaridad. De sus descalificaciones, en especial al PSOE, provino la respuesta del portavoz socialista y el aplauso reconocido de su grupo al que nos sumamos PP, PNV y Ciudadanos. Pero los de Podemos, un partido que hace causa común con todo lo que resulta desechable y desterrable de los comportamientos políticos, se solidarizaría con Rufián y su ERC, además de con Bildu y otros extremos.

Parapetado entre ellos, el flamante diputado vizcaino, Eduardo Maura, llegaba desde Twitter a amenazar al portavoz de Ciudadanos. Vengo del País Vasco y sé mucho más de ETA que tú, proclamaría: “Girauta, mucho cuidado con lo que dices. Algunos venimos de allá y de muy lejos. El insulto barato envilece”.

Eduardo Maura es tataranieto de quien fuera en cinco ocasiones presidente del Consejo de Ministros. Un político que defendió la unidad de España de forma más que contundente:

«¿Queréis personalidad para hacer jirones la inconsútil soberanía de la Patria? -preguntaría don Antonio a la minoría catalana el 21 de junio de 1907-. Nunca, nada. Mientras yo aliente y pueda, jamás logrará un gobierno sacar una una ley que mutile eso. Si yo tengo la fortuna de tener a mis hijos al lado de mi lecho de muerte, yo les diré que servirán más a su Patria combatiendo eso que derramando su sangre en la frontera».

No parece opinar lo mismo su tataranieto, dispuesto como sus compañeros de bancada a organizar referendos de autodeterminación en cualquier región española en la que alguna minoría lo demande, aunque la ley -en especial, la Ley de Leyes, la Constitucion- lo impida.

La ley, que para los de Podemos sirve de beneficio de inventario, era para el tatarabuelo de Eduardo Maura elemento de observancia básica: «Procurar que nos acerquemos al día en que podamos decir con verdad que las leyes rigen en Espana, porque no me atreveré a confiar, por larga que sea mi vida, que yo lo veré, por mucho que lo desee», diria el político mallorquín, con premonitorias palabras, el 8 de julio de 1904.

Viene del País Vasco, el diputado de Podemos. Y dice saber mucho de ETA. Supongo que no como producto de las conversaciones que él mismo ha afirmado mantenía con los escoltas de quien firma este artículo, que no con su autor. Quizás más su conocimiento proceda de la fluida relación que mantiene su partido con Bildu, los herederos políticos de la banda asesina… O no tan políticos, dada la ya acreditada conexión que Pablo Iglesias mantiene con Arnaldo Otegi, convicto miembro de la organización terrorista.

Fue precisamente Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE, quien en la sesión del Congreso de 9 de julio de 1910, advertiría: «Para impedir que el señor Maura vuelva al Poder, ya dije en otra parte que mis amigos estaban dispuestos al atentado personal».

Y como las armas las carga el diablo, ocurrió que en la noche del 22 del mismo mes de julio, cuando Maura, llegaba en tren a Barcelona para embarcar hacia Mallorca, un joven republicano radical de 18 años, confundido con el grupo de amigos que aguardaba a los viajeros en la estación de Francia, hizo contra él, apenas apareció en la portezuela del vagón, tres disparos de arma de fuego, de los cuales dos le atravesaron, con orificio de entrada y salida, la pierna derecha y el brazo izquierdo, respectivamente, hiriendo los músculos, pero sin interesar los huesos ni los órganos vitales.

Eso es lo que tienen las amenazas, aunque se profieran al amparo de la inmunidad parlamentaria. Ya lo dijo también don Antonio Maura, «la injuria tiene un escaño».

Lo que no sabía el político mallorquín es que uno de esos escaños de la injuria correspondería, andando los años, a uno de sus tataranietos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

cookie solution