El
pasado mes de julio, y por conducto
de uno de los dirigentes del
Partido Radical italiano (liderado por
Marco Pannella y
Emma Bonino), me pidieron una ent
revista urgente
con
una ONG polaca, de n
omb
re OpenDialog. El motivo era ponerme
en antecedentes
respecto del caso de
Alexander Pavlov, un disidente kazajo pendiente de juicio de extradición por la
Audiencia Nacional española.
La p
reocupación
de nuestros amigos italianos no era injustificada, pues días antes era detenida
y
remitida a Kazajstan la esposa del
líder de la oposición en aquel país,
Muhtar Ablyazov, en una operación
considerada
como
ilegal por las autoridades de Italia.
La
reunión tuvo lugar en una cafetería de Madrid, en
una cálida tarde de este mismo verano. Los
rep
resentantes de la
referida
ONG me expusieron el problema.
Pavlov, chófer a la sazón de
Ablyazov,
está siendo perseguido por las autoridades de su país en una ofensiva lanzada
por
Nazarbayev con el fin po
co menos que de exterminar a la oposición
democrática de su país.
A
la información verbal añadieron documentos que se
referían
a la
situación de los Derechos Humanos en Kazajstán,
contenidas en
misiones
realizadas por abogados y
ONG que demuestran la débil —por llamarla de alguna manera— p
reocupación por esta materia del gobierno de ese
país, último en independizarse de la antigua URSS.
Claro
que vivimos unos tiempos en que la protección de las libertades básicas tiene
más que ver con la oportunidad que con su ámbito sustancial. O, dicho de otro modo, con quién sea el que las conculca.
De modo parecido al diálogo que mantenía Alicia con las formas ovoides en el inolvidable libro de Lewis Carroll, lo importante no es quién crea las palabras ni lo que expresan estas, sino quién tiene el poder. Y, en este mismo sentido, Kazajstán parece que resulta un escenario importante para la expansión de las empresas españolas; de acuerdo con el viaje que el presidente Rajoy hacía a Astana, en el que fue acompañado por diversos representantes del tejido empresarial de nuestro país.
Una
fortaleza, por lo tanto, que se une a la debilidad de España y a una
política
con orejeras
de nuestra dipl
omacia, que pa
rece sólo inte
resada
en pr
omocionar la
Marca España, convirtiendo nuestras
embajadas en oficinas
comerciales;
eso sí, pactando
con quien daña los
inte
reses españoles en juego —los
argentinos
con YPF— el
contencioso gibralta
reño
con el de las Malvinas, en un viaje
que
conducirá seguramente a la
triste dipl
omacia española una vez
más hacia ninguna parte.
Son
las o
rejeras de quienes no han
sabido
comp
render
que no se es más débil por no
reclamar
lo que simplemente es justo sólo por miedo. El
respeto
nace de la dignidad y de la
conciencia
que tengamos de ella, no de mirar hacia otro lado.
Recientemente,
otra delegación de la referida ONG
polaca se volvía a reunir conmigo. En el ínterin, el grupo parlamentario de UPyD había presentado iniciativa parlamentaria mostrando la preocupación de nuestros representantes por el asunto. La reunión se celebraría en un ambiente de gran preocupación.
En
el caso de que la Audiencia Nacional resuelva
la extradición del disidente Pavlov, será el gobierno español el que
tenga la última palabra. Y, en ese supuesto, me gustaría equivocarme, pero me
temo lo peor.
¿Y
qué ocurriría con Pavlov en Kazajstán?
Se lo pueden imaginar. No sería el único
disidente torturado como consecuencia de sus opiniones políticas o de su
afección —como es el caso— a un
líder de la oposición de su país, o a ambas cosas.
Por eso, me gustaría
llamar nuevamente a todos los que sigan este blog a que suscriban y difundan la
campaña desarrollada por
Change.org para pedir de nuestro gobierno una
decisión a
corde con los derechos
humanos y que nos evite —al menos en este caso— la indignidad de ent
regar a un h
omb
re que lucha por la libertad en manos de quienes la
conculcan.
Que triste es que tu propio país de prioridad a los contratos comerciales olvidando los Derechos Humanos y la Libertad de los ciudadanos en países como Kazajstán.
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