miércoles, 23 de octubre de 2013

El caso Pavlov


El pasado mes de julio, y por conducto de uno de los dirigentes del Partido Radical italiano (liderado por Marco Pannella y Emma Bonino), me pidieron una entrevista urgente con una ONG polaca, de nombre OpenDialog. El motivo era ponerme en antecedentes respecto del caso de Alexander Pavlov, un disidente kazajo pendiente de juicio de extradición por la Audiencia Nacional española.

La preocupación de nuestros amigos italianos no era injustificada, pues días antes era detenida y remitida a Kazajstan la esposa del líder de la oposición en aquel país, Muhtar Ablyazov, en una operación considerada como ilegal por las autoridades de Italia.

La reunión tuvo lugar en una cafetería de Madrid, en una cálida tarde de este mismo verano. Los representantes de la referida ONG me expusieron el problema. Pavlov, chófer a la sazón de Ablyazov, está siendo perseguido por las autoridades de su país en una ofensiva lanzada por Nazarbayev con el fin poco menos que de exterminar a la oposición democrática de su país.

A la información verbal añadieron documentos que se referían a la situación de los Derechos Humanos en Kazajstán, contenidas en misiones realizadas por abogados y ONG que demuestran la débil —por llamarla de alguna manera— preocupación por esta materia del gobierno de ese país, último en independizarse de la antigua URSS.

Claro que vivimos unos tiempos en que la protección de las libertades básicas tiene más que ver con la oportunidad que con su ámbito sustancial. O, dicho de otro modo, con quién sea el que las conculca.

De modo parecido al diálogo que mantenía Alicia con las formas ovoides en el inolvidable libro de Lewis Carroll, lo importante no es quién crea las palabras ni lo que expresan estas, sino quién tiene el poder. Y, en este mismo sentido, Kazajstán parece que resulta un escenario importante para la expansión de las empresas españolas; de acuerdo con el viaje que el presidente Rajoy hacía a Astana, en el que fue acompañado por diversos representantes del tejido empresarial de nuestro país.

Una fortaleza, por lo tanto, que se une a la debilidad de España y a una política con orejeras de nuestra diplomacia, que parece sólo interesada en promocionar la Marca España, convirtiendo nuestras embajadas en oficinas comerciales; eso sí, pactando con quien daña los intereses españoles en juego —los argentinos con YPF— el contencioso gibraltareño con el de las Malvinas, en un viaje que conducirá seguramente a la triste diplomacia española una vez más hacia ninguna parte.

Son las orejeras de quienes no han sabido comprender que no se es más débil por no reclamar lo que simplemente es justo sólo por miedo. El respeto nace de la dignidad y de la conciencia que tengamos de ella, no de mirar hacia otro lado.

Recientemente, otra delegación de la referida ONG polaca se volvía a reunir conmigo. En el ínterin, el grupo parlamentario de UPyD había presentado iniciativa parlamentaria mostrando la preocupación de nuestros representantes por el asunto. La reunión se celebraría en un ambiente de gran preocupación.

En el caso de que la Audiencia Nacional resuelva la extradición del disidente Pavlov, será el gobierno español el que tenga la última palabra. Y, en ese supuesto, me gustaría equivocarme, pero me temo lo peor.

¿Y qué ocurriría con Pavlov en Kazajstán? Se lo pueden imaginar. No sería el único disidente torturado como consecuencia de sus opiniones políticas o de su afección —como es el caso— a un líder de la oposición de su país, o a ambas cosas.

Por eso, me gustaría llamar nuevamente a todos los que sigan este blog a que suscriban y difundan la campaña desarrollada por Change.org para pedir de nuestro gobierno una decisión acorde con los derechos humanos y que nos evite —al menos en este caso— la indignidad de entregar a un hombre que lucha por la libertad en manos de quienes la conculcan.

1 comentario:

  1. Que triste es que tu propio país de prioridad a los contratos comerciales olvidando los Derechos Humanos y la Libertad de los ciudadanos en países como Kazajstán.

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