Rosa, en primer lugar te diré que no soy «el Maura», como me llamas. Soy Fernando Maura, a quien conoces desde hace mucho tiempo, casi el mismo en que fuimos amigos y colaboramos en la lucha contra el terrorismo y el nacionalismo obligatorio desde «¡Basta Ya!» y en la fundación de UPyD, algún tiempo después.
En segundo lugar, mensajes como el que me dedicas creo que se deberían producir de otra manera que no es la que has elegido para ese propósito, máxime teniendo en cuenta la relación que hemos mantenido durante tanto tiempo, una relación -por cierto- interrumpida por mi votación al Sr. Juncker el pasado 15 de julio y que provocara un desabrido correo electrónico por tu parte. Dicho lo cual, eres tú la que eliges la forma de relacionarte con las gentes que te hemos apoyado, si bien -con lealtad- hemos puesto en evidencia lo que estimamos han sido tus errores.
Dices que ya no estoy en UPyD. Sin embargo, por lo que puedo conocer, he sido suspendido -con carácter cautelar- de militancia, según decisión del órgano que tú presides y que conocí por la prensa en la noche del viernes santo. Supongo que si de la tramitación del expediente resultara no culpable de los hechos de que me acusáis quedarían restablecidos mis derechos como afiliado, ahora en suspenso. La expulsión no es lo mismo que la suspensión, Rosa; la expulsión es un hecho definitivo, la suspensión -cautelar- es una situación provisional, que se consolidará en el momento procesal que corresponda. Creo, por cierto, que has nombrado a un nuevo número 2 del partido que cuenta con excelentes recursos de asesoramiento jurídico al que consultar antes de escribir tus mensajes en las redes sociales.
Pero vayamos al contenido de tu petición, si te parece. Quieres que deje el escaño en el Parlamento Europeo, lo que no deja de resultar un tanto paradójico. Después de las recientes elecciones autonómicas, nadie en el Consejo de Dirección, ha querido asumir el catastrófico resultado; tú misma, como portavoz del partido y máxima responsable del mismo, no has presentado tu dimisión por lo ocurrido en Andalucía y ahora nos pides que dejemos el escaño quienes nada hemos tenido que ver con todo eso. Antes al contrario, yo mismo he declarado públicamente -en privado desde el 15 de julio y antes no he tenido oportunidad-, a raíz del artículo de tu candidato a las primarias europeas de UPyD, Sosa Wagner, que había que impulsar el acuerdo con C’s, protesté por el injusto trato que le dabas a éste en el Consejo Político de septiembre, mostré también mi desacuerdo por su sustitución como jefe de delegación de UPyD en el Parlamento Europeo, por la ruptura de las conversaciones con C’s y con sucesivos errores -como, entre otros, la “concentración” en la Puerta del Sol el pasado mes de enero para pedir la dimisión del presidente del gobierno. Esa larga sucesión de errores nos condujo, sin solución de continuidad al resultado del 22 de marzo. Creo, en consecuencia, que deberías aplicarte el cuento y conjugar el verbo dimitir antes que pedir que lo hagamos otros: los platos rotos los debe pagar el que los rompe.
Por otra parte, sabes bien que no soy persona que me aferre al escaño. Ya abandoné el del Parlamento vasco en 2007 para fundar UPyD y volvería a hacer lo mismo con el del Parlamento europeo en el caso de que estimara que debiera hacerlo. Nadie, sin embargo, puede predecir que las siglas que, entre otros, tú y yo, fundamos en 2007, puedan sobrevivir a esta profunda catástrofe.
Rosa, cuando una organización usa los Estatutos como si fueran un Código Penal y trata a los críticos como delincuentes, no practica precisamente la regeneración democrática sino la vieja política de las purgas de los antiguos partidos comunistas.
He de manifestarte mi profundo pesar ante la deriva por la que has conducido al partido desde las fechas a que me vengo refiriendo en estas letras. Un proyecto al que tú misma y tu equipo han herido de muerte y que ya no tiene solución, al menos en las siglas de UPyD. Pero de eso, insisto, no me hago responsable.
Por lo demás, estoy cumpliendo con el compromiso que me une con nuestros votantes, no diré ciudadanos, porque es palabra que creo te gusta poco: voto en un 98%, porcentaje similar al de mis compañeros de UPyD, de acuerdo con el programa del partido; lo dice la organización VoteWatch, no yo. Y, según esa misma organización, me encuentro en el entorno de los 60 diputados más activos de entre los 751 diputados en el Parlamento, del orden de 40 puntos por delante del siguiente diputado de UPyD. De modo que trabajo como el que más. No me extrañaría que no fueras consciente de esa situación; no en vano, la página web del partido que diriges hace mucho tiempo que ni siquiera menciona mis actividades en la Eurocámara.
No obstante, la insólita decisión de que me hayáis abierto un expediente por el hecho de ser crítico contigo y con tu Consejo de Dirección, me parece que establece un antes y un después en mi relación con el partido que diriges y que me obliga a repensar mi relación con el mismo, lo mismo que habéis hecho vosotros conmigo.
Toda vez que haya resuelto esta cuestión, no dudes que tendrás noticia de lo que decida
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