Publicado originalmente en Deia, (Igor SANTAMARÍA – Domingo, 12 de Abril de 2015)
- Crítico desde hace meses con la dirección de UPyD, Maura (Bilbao, 1955) ha sido suspendido de militancia junto a su compañero de eurogrupo Enrique Calvet
Irene Lozano se postula para liderar una alternativa en el congreso extraordinario. ¿El último asidero de UPyD?
-Está en su perfecto derecho pero fue la primera en lanzar la piedra contra la suma con Ciudadanos. Ya da igual quién pueda liderar la deriva tan acusada hacia el fracaso porque UPyD no tiene solución.
¿Es Rosa Díez la única responsable de la debacle ‘magenta’?
-Es una de las principales culpables porque podía haberla evitado tratando de alcanzar un acuerdo con Ciudadanos viendo por dónde iba la cosa. Pero no ha estado sola en esa postura ya que hubo un Consejo de Dirección que la apoyó.
Define su comportamiento como “estalinista”
-Hablo de una conducta sectaria porque esa dirección reproduce los tics de una secta: cada vez son menos y no les importa, se definen como proyecto autónomo e independiente, se cierran al victimismo, no admiten críticas internas… Y aceptaron el hundimiento por completo aunque esta sea la única salida.
¿Cómo ha sido su trato con ella?
-He tenido momentos dulces pero se quiebran el 15 de julio cuando yo voté por Juncker como presidente de la Comisión Europea. Me envió un e-mail que prácticamente cerraba la relación y nunca más he vuelto a tener una conversación cara a cara, a excepción de dos correos de carácter formal.
¿No apreció Díez este horizonte?
-Optó por la desaparición a cámara lenta cuando los sondeos previos a las elecciones andaluzas anunciaban lo que pasó, que no llegamos ni al 2% de voto. Desde el 22 de marzo este proyecto lo ha asumido Ciudadanos. Ya no hay quien levante UPyD ni se puede converger con el partido de Rivera, que tiene la sartén por el mango mientras UPyD se desvanece entre el desbarajuste. El error estuvo en no saber leer los resultados de las europeas, cuando aparecen en escena Podemos y Ciudadanos. Fue un aviso claro de los electores que querían cambiar de política pero también de políticos. El PSOE se dio cuenta y se fue Rubalcaba, en IU se ha ido apartando Cayo Lara… ¡Y hasta el rey abdicó!
Hasta entonces la negativa de no querer ir con Ciudadanos tenía la excusa de que era un partido localista, ligado a Cataluña, sin implantación en el Estado, al revés que nosotros. Pero eso cambió el 25 de mayo. Y eso de la competencia, o lo arreglas tú, o lo hace la gente votando. Y ha sido esto lo que ha sucedido. Hasta agosto valía el discurso, pero después no. Fue cuando Sosa Wagner escribe el artículo que censuraba las actitudes desde arriba cuando se precipitaron los acontecimientos. Y, luego, tras las conversaciones de septiembre y octubre, nos quedamos con un documento de 42 folios donde se trataba de explicar la negativa al pacto.
¿Qué sensación personal le deja lo acontecido?
-Agridulce. Agria, porque las siglas que ayudaste a construir se diluyen en el peor de los escenarios, hundidas entre gestoras que las aguantan hasta las próximas elecciones municipales y entre políticas autoritarias sin ninguna justificación. Y algo dulce porque, al final, el proyecto en el que creías se ha constatado que tenía sentido, aunque no sea empujado por esas siglas. Se ha abierto de cara a los electores la opción de Ciudadanos, que me parece muy válida, con un buen candidato, ambiciosa y con un enorme futuro. ¿Por qué? Porque ha antepuesto el proyecto. Porque no fue primero UPyD y luego el proyecto, sino al revés.
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