Publicado originalmente en elmundofinanciero.com, el 15 de julio de 2015
- TODOS LOS TERRORISTAS SON IGUALES
La carta que los componentes de la delegación parlamentaria "Ciudadanos Europeos" —cofirmada por el diputado independiente Enrique Calvet—, todos miembros del grupo ALDE, dirigíamos al presidente de la Asamblea francesa, en prevención de la visita de la organización vasca Bake Bidea a esa institución, el pasado 11 de junio, ha tenido respuesta por parte del grupo S&D, los socialistas europeos. No quiero aburrirles con los detalles de la contestación. Sólo hacerles notar que esta viene a ser la interpretación oficiosa de la posición oficial francesa —como se sabe, el socialista es el grupo mayoritario en el parlamento de ese país— y que contiene buena parte de los argumentos que son habituales en estas situaciones. Esto es, «los diputados franceses son libres, en el ejercido de su mandato, de organizar reuniones y conferencias en las salas que están a su disposición».
Pero antes había dicho que eran ustedes quienes debían juzgar. Por lo que no me adentraré más por este proceloso camino. Ustedes dirán.
Nada que objetar a esta «libertad de acción de los diputados franceses», podríamos decir. Claro que sí, sólo por poner un ejemplo, en el ámbito parlamentario de las Cortes, algún diputado español —o vasco de los que no se reclaman españoles— hubiera incurrido en el mal gusto de recibir en esa sede a alguna organización que justificara el reciente atentado contra Charlie Hebdo o el más reciente de la fábrica de Lyon, habría que saber cómo se pondrían nuestros colegas, los eurodiputados franceses.
Claro que las varas de medir o las políticas del embudo no son cuestión pacífica en las relaciones humanas, tampoco en este caso. Sin embargo, me interesa más el último párrafo de la carta, debido a su carácter, que no sabría si calificar de ingenuo o malévolo. En fin, ustedes juzgaran por sí mismos:
«(...) le hago notar —me decía— que esta reunión se ha mantenido en un contexto en el que el Presidente de la República Francesa, en su discurso ante el Rey de España, ha recordado la movilización de nuestros dos países contra el terrorismo de ETA, contra el terrorismo en contra de nuestros propios territorios, en nuestras fronteras, y al hecho de que España paga desde hace mucho tiempo un pesado tributo».
Podría hasta resultar explicable la justificación habitual que reproducíamos en la primera parte de este comentario, la libertad de los diputados es sagrada. Lo comprendo porque eso mismo nos ocurre a nosotros, que soportamos con estoicismo digno de mejor causa los actos realizados por los diputados europeos independentistas catalanes con cargo al presupuesto del Parlamento y que a veces se ven presididos por el logo de nuestro propio grupo parlamentario. Nos dejaríamos matar —aunque no nos pongamos demasiado serios, que asesinos los hay por doquier— por defender la libertad de expresión y abogaremos siempre porque los diputados disfruten del considerable margen de actuación de que disponen. Pero no conviene hacerse trampas, cosa que tan frecuente resulta en política y en los restantes ámbitos de la vida ciudadana. Decir que el acto de Bake Bidea tenga que ver con la excelente recepción ofrecida al Rey por las instituciones francesas y que se inscribe en el discurso del sufrimiento por las consecuencias del terrorismo en suelo español —y francés—, no deja de parecerme una burla si no fuera porque prefiero considerarlo una ausencia de información sobre las pretensiones de estas gentes.
Las organizaciones terroristas, todas, sin excepción, pretenden objetivos políticos que no están dispuestas a obtener mediante el juego democrático. Y ese fue el objetivo de ETA: conseguir la autodeterminación y la independencia a través de las pistolas, las bombas y el chantaje sobre la sociedad vasca y española en su conjunto. Derrotada, aunque admitida, como consecuencia de esos gravísimos errores cometidos por el bipartidismo imperante en España en las instituciones, pretenden ahora lo que decía Von Clausewicz pero al revés, que la política es la continuación del terrorismo, pero por otros medios. Y a eso se apuntan ahora los socialistas franceses, practicando un buenismo que replica el de su compañero de ideología —si hubiera tenido tal cosa en alguna ocasión— Rodríguez Zapatero.
Pero antes había dicho que eran ustedes quienes debían juzgar. Por lo que no me adentraré más por este proceloso camino. Ustedes dirán.
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