viernes, 23 de febrero de 2018

Una parte del cielo... (Relato de un viaje, Palestina. Enero de 2018) 6/8

Miércoles, 17 de enero

El autobús nos conduce a la universidad Birzeit, donde nos recibe el asistente del Rector.

Se trata de la primera universidad palestina. Existe desde 1972. Antes era un colegio universitario de tamaño mediano, pero una vez que se producía la ocupación vieron la necesidad de convertirlo en universidad.


En la universidad, con los profesores
Es una universidad nueva que podría ser reconocida por las universidades árabes ya que además es la numero uno en Palestina. Cuentan con muchos programas de intercambio (Barcelona, Deusto...). Tienen muchos problemas y retos debido a la ocupación, nos dicen. Echaron del país a su Rector, encarcelaron a estudiantes, hubo muertos y heridos, la universidad fue cerrada 14 veces (una de ellas varios años). Tuvieron que llevar a los alumnos a las mezquitas. Cerraron los accesos que llevaban a la universidad. Debían caminar por 2 kilómetros para llegar. En ocasiones, las fuerzas de seguridad israelíes entraban por la noche.

Tienen problemas con los alumnos extranjeros a causa de los visados. Israel les da tres meses, lo que les obliga a salir y regresar.

Hay 15 profesores de origen palestino a quienes las autoridades israelíes no les conceden visado. También los alumnos gazatíes se ven impedidos de estudiar en ella (de los 13.000 alumnos que tienen sólo 2 ó 3 proceden de la Franja).

Las relaciones que mantienen con las universidades españolas son buenas. A nivel UE también participan en el programa Erasmus y con programas académicos con alumnos y profesores. Nos citan más casos de universidades partners: Granada, Málaga, Cantabria, Huesca. Sevilla, Madrid...

Dos profesores españoles (financiados por Argentine y Madrid) les ayudan a la enseñanza en español. Quieren abrir más clases y para ello necesitan más profesores. Están intentando crear un marco de colaboración con el Instituto Cervantes.

Aparece un punto de autocrítica respecto del sistema, la universidad no podría representar otra cosa, los dirigentes palestinos (nos dicen) son muy viejos; tienen una media de edad de 75 años y las propuestas que han presentado han fracasado. Los jóvenes exigen respuestas y hay que dejarles la responsabilidad.

Alguno de nuestros interlocutores dicen no tener ninguna confianza en la solución de los dos Estados con arreglo a las fronteras del ‘67. Más bien -dicen- se trata de recuperar la dignidad. Ellos pagan el doble de los impuestos y no reciben servicios. Un Estado palestino dados los asentamientos que circundan Jerusalén es imposible.

“Una parte del cielo”

La siguiente reunión universitaria se celebra con la representación estudiantil de la universidad. Están presentes un representante de Al Fatah, del Partido Comunista de Palestina y del Frente Popular. Otros líderes estudiantiles se van incorporando a la reunión,

El discurso del primero reconozco que me impacta. El título de este relato recoge su expresión: “Cuando imagino a un país en el que no exista la ocupación creo que eso se parece a vivir en una parte del cielo...”, afirma. Ellos nunca han vivido una situación normal, de modo que no pueden compararse con ninguna otra. ¿Cómo podrá ser una vida sin ocupación? Y se pregunta a continuación, ¿cómo vivir la vida con miedo?, ¿desde el odio, agregaría yo?

El discurso israelí -añade- es muy claro: los mayores van a morir, los jóvenes van a olvidar. Pero ellos no van a olvidar, no van a olvidar el derecho al retorno, el derecho a la lucha.

No piensan en el futuro como una situación lejana que conseguir, sólo en el presente, en la pregunta: ¿llegaré hoy vivo a casa?

Hay veces en las que la crónica no puede continuar. Levanto el bolígrafo del papel, ya no queda mucho más que anotar.
Con los estudiantes
Mohamed Shteyed

Pero la visita continúa y con ella el relato. El microbús nos conduce a una reunión con Mohamed Shteyed, que fuera ministro de Vivienda y Reconstrucción de la ANP.

Este responsable político nos refiere una anécdota. En 1999 estuvo en Madrid, en la Conferencia de Paz. Tomó un taxi y al conocer el conductor que era palestino no le cobró. Madrid huele como las rosas (dice en exaltado tono poético, quizás no haya tenido la oportunidad de respirar el aire cargado de alquitrán y contaminantes que ahoga la ciudad).

Nos refiere luego la reunión que tuvieron en Madrid. El peligro y la oportunidad. Y de cómo obtener una oportunidad de la crisis. Nos dice que quieren la paz porque están en la ocupación. Quieren el acuerdo. Si tienen una buena oferta la aceptarán. Pero no hay oferta ni tampoco mesa de negociación.

La Autoridad Nacional Palestina tiene una “I” que habla de interinidad -dice-. Una interinidad que será sustituida por la independencia.

Mahmoud Abbas le dijo a Netanyahu, “hablemos de las fronteras”. Si resolvían ese problema resolverían también el de los asentamientos. Pero Netanyahu sólo quería hablar de seguridad.

Si Jerusalén se convierte en capital sólo para judíos... ¿Qué pasa con los cristianos? ¿Con los musulmanes?

Se refiere después a la congelación de la ayuda estadounidense a la UNRWA, una organización que cuenta la historia de Palestina.

Los israelíes no aceptan la solución del retorno a las fronteras de 1967. Les dicen que Jerusalén es un asunto complicado y que por lo tanto no hay que hablar de Jerusalén. Y está la población israelí en los asentamientos, 711.000 personas (516.000 según estadísticas israelíes de finales de 2011). Y también está el problema que se vive en el Valle del Jordan, que visitaremos el viernes.

Nos describe el proceso de construcción de asentamientos. Por encima de los 15.000 habitantes se establecen en municipalidades. Palestina se ha convertido en una especie de queso de gruyère, en el que los enclaves palestinos son los agujeros. Y es una política de Netanyahu, pero también de otros políticos supuestamente más moderados, como es el caso de la ex-ministra Tzipi Livni, que se supone que es de centro.

¿Hacia dónde ir? -se pregunta nuestro interlocutor para describir las alternativas que se presentan por delante:

Es importante -señala- acabar con la división entre los palestinos. También la convocatoria de elecciones (esperan que Israel les permita hacerlas).

Carecen de socio, de mediador. Necesitan términos claros de referencia y lo cierto es que cada una de las partes lee un libreto diferente. También ocurre así con los diversos presidentes de los EEUU, cada uno dispone de referencias diferentes. Es preciso construir la confianza y adoptar medidas en este sentido. No se puede construir un asentamiento en la mitad de unas negociaciones-pone como ejemplo-. Buenas intenciones y un mediador honesto, lo que no es el caso de los Estados Unidos.

Es preciso que exista una Conferencia Internacional en la que estén presentes Europa, China, Rusia. No EEUU, insiste, que es un aliado estratégico de Israel. Nos pide que España reconozca a Palestina y se exprese con voz clara a los americanos. Y que los palestinos vivan en Palestina, que no mueran en el camino hacia otra tierra.

Israel quiere normalizar sus relaciones con otros países árabes, pero sin resolver el contencioso de Palestina. Y los refugiados, que no pueden volver.

Señala el ejemplo de la sanidad: el médico, la medicina y el paciente. El médico, los Estados Unidos; la medicina, el proceso de paz; el paciente, Palestina. Es posible cambiar de médico y modificar la medicación, pero no al paciente, que se está deteriorando día a día.

Shaawan Jabareen

La ronda de entrevistas nos lleva luego a un encuentro durante el almuerzo con Shaawan Jabareen, de Al-Haq, que es la institución de DDHH más antigua y conocida de Cisjordania y reconocida y respetada por ONG tales como Amnistía Internacional y Human Right Watch. Jabareen, activista para unos, terrorista según otros, ha recibido varios premios Internacionales.

Al Haq podría traducirse por “lo que es justo” y es una organización que se ocupa de las violaciones de los DDHH en Palestina, pero también en todo el Oriente Medio.

Le inquieta el problema del agua. Dice que en Ramallah sólo llega el agua dos veces a la semana. Y eso que allí llueve más que en Londres.
En el almuerzo, con Shaawan Jabareen
Barghoti

Pasamos después a reunirnos con Mustafá Barghoti, médico, político y activista palestino, nacido en Jerusalén y que estudió en la entonces Unión Soviética.

Nos explica que el problema de Palestina da comienzo con la Declaración Balfour, a raíz de la cual las Naciones Unidas crearon la solución de los dos Estados. Palestina tenía entonces el 45% del territorio, en 1967 esa superficie se había reducido al 22%. En el año 2000 a un 18%. Camp David, en 2005, la había dejado estrechada a un 11%, cuando Sharon llegó al poder.

Netanyahu se está refiriendo a esta última solución, que de facto equivale a un solo Estado con apartheid.
Con Barghoti
Ahora más del 60% del territorio palestino está bajo el control de Israel. Y la segregación afecta a aceras, autobuses, carreteras restaurantes... El ministro de Justicia sudafricano, cuando se le comparó la segregación palestina con la de su país dijo que aquélla era peor, que a ellos no les confiscaban las tierras.

Barghoti vuelve a otro de los asuntos recurrentes de nuestro viaje, el agua. En Gaza, el 90% del agua tiene sal o está polucionada. Los palestinos pagan el doble por el agua y la electricidad que los israelíes

Y se refiere a la construcción del Muro, que dio comienzo en el año 2000. Y a la resistencia pacífica que como respuesta ofrecieron los palestinos. Nos habla de la utilización de gas lacrimógeno y al grado de concentración que tiene éste; al uso de perros para disolver manifestaciones (prohibido por la legislación internacional)... La vida -asegura- es un acto de resistencia.

¿Por qué no se sanciona a Israel?, se pregunta finalmente.

Con la cooperación española

De regreso a Jerusalén, y toda vez que nuestro previsto encuentro con el Presidente Abbas se ha cancelado por su viaje a Egipto y la imposibilidad de casar una reunión con el Primer Ministro, nos vemos con los cooperantes españoles,

Nos refieren sus agendas más significativas: la infraestructura del agua, la promoción social, el desarrollo rural. Médicos del Mundo trabaja en Jerusalén, Jericó o Gaza. La salud y la protección de las comunidades beduinas. La seguridad alimentaria. Asistencia legal para defensores de DDHH. Trabajo respecto de la identidad palestina en Jerusalén. Género (señalan lo patriarcal que es la sociedad palestina), niños. La Cruz Roja apoya a la Media Luna Roja.

Nos dicen que para la resistencia palestina había que mantener la tradición y, con ella, el patriarcado. Pero están aceptando que deben cambiar en esa concepción,

Nos refieren también el ámbito legal de su actividad, derivado de los procesos judiciales que sólo se celebran en hebreo. También nos hablan de los procesos que llevan a cabo respecto de las demoliciones de edificios, que apenas sirven para ganar tiempo ya que muchos jueces viven en asentamientos. La lucha legal es importante, aseguran otros interlocutores: han conseguido parar algunas demoliciones, aunque reconocen que el ritmo de destrucción de edificios es muy superior a su eficacia en detenerlo. Otro de sus ámbitos de actuación se extiende a la agricultura sostenible y al desarrollo rural.

Nos cuentan que el presupuesto para ayuda humanitaria se ha visto reducido de los 3,3 millones de que disponían a 2,7 millones. Y que en este ámbito han desaparecido las subvenciones del Estado.

Describen la situación de Palestina como un conflicto político que tiene consecuencias humanitarias, caracterizan al gobierno de Netanyahu como el más radical de la historia. Se refieren a su política de asentamientos y a las propuestas legales para anexionarlos a Israel (Ley de Regularización de Tierras, que legaliza asentamientos y out-post, que son anteriores a los asentamientos). También al trato legal que reciben por parte de ese gobierno (la Ley para la Transparencia de las ONG).

El status quo no es tal, no es una foto-fija, los israelíes avanzan. A través de los diversos corredores, los israelíes van dividiendo el territorio de Palestina, reduciendo así el tamaño del Estado restante.

Nos dicen que la Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Federica Mogherini, está replanteando la estrategia a seguir en el area C, que es una división administrativa de Cisjordania aprobada por los segundos acuerdos de Oslo y que constituye aproximadamente el 61% del territorio de Cisjordania. Se trata de un ámbito de administración compartida entre israelíes y palestinos. La autoridad israelí (que otorga los permisos de construcción) lo hace de forma aleatoria y discriminatoria, hasta el punto de que sólo concede un 1% de lo solicitado. La UE sólo presta ayuda humanitaria en este área.

Se refieren también al aeropuerto de Gaza, construido con financiación española y que fue destruido. Al deterioro de la situación en la Franja desde 2006, cuando Hamás ganó las elecciones. Y a la restricción de movimientos que se produce en ese territorio (se da el caso de que conceden permiso a un menor para recibir tratamiento médico, pero se prohíbe que le acompañe nadie). En el año 2000 salieron 26.000 personas de Gaza, este último año sólo lo han hecho 400.

Y sus ciudadanos están hartos. Hamás es una teocracia, la ANP ha desconectado de ellos. El 80% vive de la ayuda. Su problema viene también de los egipcios, que mantienen cerrado el paso de Rafah. En la Franja -nos cuentas- hay una estructura funcionaríal paralela (36.000 funcionarios son de Hamas y 40.000 lo son de la ANP). Y a los primeros se les ha anunciado que les bajarán el sueldo un 30%.

Se evocan los bombardeos israelíes producidos sobre objetivos civiles palestinos o humanitarios, como establecimientos de la UNRWA o ambulancias de la Media Luna Roja...

El sistema judicial civil -u ordinario- se aplica a los israelíes, en tanto que el militar corresponde a los palestinos. Las ONG le están haciendo el trabajo a Israel; en realidad están financiando la ocupación, porque Israel no paga por los destrozos que produce su acción.

El planteamiento de la solución israelí al conflicto pasaría por un Estado Palestino-Jordano en lo que ahora son las áreas A y B, el area C para Egipto y Jerusalén para Israel (incluyendo los asentamientos). Eso lo firmarían ya. Entretanto su política está clara: anexión de los territorios y expulsión de las personas.

En Jerusalén -nos dicen- se convive -o malvive- con el ocupante.

Afirman que también ellos tienen problemas con los visados.

En las áreas cercanas a los asentamientos, la poligamia crece del 4% al 40%. Las mujeres trabajan en el servicio doméstico de los asentamientos y eso supone a las familias multiplicar sus ingresos.

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