Hace una semana, en mi muro de Facebook publiqué el siguiente comentario:
«En los pasillos del Parlamento Europeo, me enteré la pasada semana que UPyD había solicitado su adhesión al partido ALDE a título de observador —hasta ahora sólo lo estamos en su Grupo Parlamentario. En la reunión de delegación de UPyD en el PE recabé el pasado lunes información al respecto que me fue confirmada, pidiendo que constara en acta mi disgusto ante el evidente secretismo con el que se ha tomado esa decisión. Ayer mismo, por otra parte, tuve noticia de que esta aplicación deberá ser votada y aprobada en el Congreso que celebrará ese partido este fin de semana en Lisboa; tampoco esta última noticia la conocí a través de un conducto oficial.
‘Creo que un partido que defiende y practica la transparencia —y, por cierto, la exige de sus eventuales nuevos socios—, no debería actuar así. Con independencia de que me alegro de esa decisión, como eurodiputado de UPyD no debería enterarme de ella en los pasillos del Parlamento, y los afiliados de UPyD no deberían conocerla tampoco a través de este escrito.
Dicho queda. Me gustaría que este partido se empleara más a fondo en ejercer la transparencia que en predicarla”.
Esta entrada produjo su debate en las redes. Hubo quien me señaló que ya se había expresado la decisión por UPyD de participar en el partido ALDE como organización observadora, aludiendo a una nota de prensa, publicada por este partido el 30 de septiembre, cuyo titular decía: «UPyD al partido ALDE: “El secesionismo catalán es un reto a la democracia europea». Lo que no parece que informe en absoluto respecto de nuestra petición de formar parte del partido ALDE. Sólo en el penúltimo párrafo de ese comunicado se decía: «UPyD solicitará la condición de observador del partido de los Liberales Demócratas Europeos (…)». Nótese que la expresión es «solicitará», no «ha solicitado».
En mi opinión, el citado comunicado de prensa no constituía elemento suficiente de información a los afiliados, simpatizantes y votantes de UPyD interesados en conocer la adscripción europea de nuestro partido. Era ciertamente secretista, como afirmaba en Facebook y además se informaba de la misma por la puerta de atrás. ¿Había algún problema porque se supiera? ¿Avergonzaba a alguien que nos vinculemos a ese partido? ¿Preferimos una cierta indefinición partidaria para que no se nos confunda demasiado con una ideología concreta? ¿O más bien pretendemos conseguir los réditos que nos pueda proporcionar ese status sin que nadie perciba con mucha claridad dónde estamos?
En todo caso, el comentario que publiqué en Facebook no gustaría a la dirección de UPyD. Prueba de ello es que recibía un mail la semana pasada procedente de su responsable institucional, Ramón Marcos, instándome a que rectificara. Por los motivos expresados en esta entrada le contesté que no sólo rectificaría sino que me ratificaba en lo dicho.
Esta es la parte de la historia que concluía la semana pasada. Pero quedaba por celebrarse elCongreso de ALDE en Lisboa al que asistiría en calidad de representante de UPyD nuestra jefa de delegación el el Parlamento Europeo, Maite Pagazaurtundua. En dicha asamblea —como ya advertía yo mismo en mi muro de Facebook— se presentaría nuestra solicitud y se votaría.
Pero, al parecer, algún incidente se cruzaría por el camino. Según nos explicaba este lunes Pagazaurtundua a los otros dos miembros en ese momento de la delegación de UPyD, ella no conocía que debía presentar la solicitud del partido «más que día y medio antes» del evento. Sin embargo, una semana antes ya informaba yo en mi muro de Facebook de dicha circunstancia lo que —como vengo diciendo— había provocado un cierto debate, además de la reacción de un miembro de la dirección del partido.
¿Lo sabían o no? Si lo sabían —lo que parece evidente—, parece que no se coordinaron. Y no sólo no lo hicieron con el partido ALDE —yo mismo, sin necesidad de preguntarlo, lo conocía e informaba de ello públicamente—, sino entre la dirección de UPyD y su delegación en Bruselas. A propósito, ¿no decían que habían sustituido a Sosa por no servir de portavoz, por no portar la voz, del partido?
En todo caso, el rumor que existía en los pasillos de Estrasburgo era que, de haberse presentado la petición de ingreso en ALDE, la propuesta podría haber quedado derrotada por el concurso contrario de los catalanes de CDC.
Y había otro asunto que se colaba por el camino. Se trataba de la querella contra el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Los catalanes de CDC impulsarían el rechazo del partido ALDE a la misma, posición que ganaron. El lobby soberanista catalán sigue teniendo adeptos en Europa, por desgracia.
Resultaría paradójico —aunque no esté lejos de ser cierto— que si la entrada de UPyD en el grupo parlamentario ALDE estuvo diseñada para sacar de este a CDC, sean estos quienes impidan que entremos en el partido, aunque sea a título de observadores.
Es verdad que a continuación, algún componente de la dirección de UPyD montaría su campaña en el sentido de que Sean O’Curneen, del Comité de las Regiones, y miembro de C’s, había votado a favor. No lo hizo, porque no disponía de voto, pero ninguno de los participantes en ese debate tuitero quisieron rectificar sus afirmaciones. Está claro que, después del fracaso de las conversaciones con ese partido, desde UPyD se ha abierto la veda contra Albert Rivera y lo suyos. Otro error.
En todo caso, creo que es preciso que se vierta toda la transparencia posible sobre este asunto, que se informe de una vez a los afiliados y simpatizantes, que los votantes conozcan lo que haya detrás de cada decisión de envergadura que adopte la dirección del partido. Y que me contesten a otra pregunta, si quieren responder, por supuesto: ¿tendrá alguna repercusión la decisión de ALDE respecto de la querella sobre Mas en las relaciones de UPyD con ese partido europeo?
A diferencia de lo que se dice que debía hacer la mujer del César, UPyD no sólo debe parecer transparente, sino serlo efectivamente.
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